Capitulo 10.

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Disclaimer: Los personajes del siguiente texto son propiedad de Masashi Kishimoto. Este es un fanfiction sin motivo de lucro ni adjudicación de personajes.

 Este es un fanfiction sin motivo de lucro ni adjudicación de personajes

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───── {.⋅ ᴇʟ ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛᴏʀ ⋅.} ────

Cuando terminó de vestirse, Hinata abrió la puerta con precaución y se quedó un rato escuchando. No se oía ningún ruido. Kakashi debía haberse ido a ultimar los arreglos de su marcha. Se alegró de no tener que enfrentarse con él en ese momento; todavía no se sentía con fuerzas para ello.

Bajó al salón y durante varios minutos deambuló como un alma en pena de acá para allá. Le parecía ver a Kakashi en todos los rincones de la casita: en la cocina, donde a menudo le tocaba lavar los platos; apoyado en la chimenea mirándola con su sonrisa escondida; sentado cerca de la ventana mientras leía ese libro que nunca distinguía el título o sin pausa en el ordenador; recostado en el sofá con las largas piernas sobre la mesa de centro... Movió la cabeza. Tenía que salir un rato; se iba a volver loca si se quedaba el resto del día allí encerrada imaginándolo.

Como era sábado decidió llamar a Naruto; esperaba que no tuviera trabajo esa mañana.

—¡Eh, Hinata!

—¡Naruto! —Forzó un poco la nota alegre—Quería saber si hoy tienes que ir a trabajar o tienes compromisos. Verás, ha surgido un imprevisto y tengo que volver a mi hogar...

—Te vas ¿Cuándo? —Su voz denotaba un hondo abatimiento.

—Mi avión sale mañana y quería despedirme de ti. Agradecerte lo amable que has sido conmigo a lo largo de todas estas semanas. ¿Quieres que comamos juntos?

—Por supuesto que quiero —contestó Naruto. Se notaba que hacía esfuerzos para sobreponerse a la desagradable noticia—Pasaré a recogerte en media hora.

Hinata se alegró de contar todavía con unas cuantas horas antes de su inevitable reencuentro con Kakashi Hatake.

Naruto llegó puntual y, en cuanto detuvo el coche, Hinata se montó en el asiento del pasajero. Su amigo conducía en un silencio poco característico mientras ella, sin despegar los ojos de la ventanilla, pensaba en lo mucho que iba a echar de menos aquel bello paisaje y la compañía de ese chico con el que había pasado tan buenos ratos.

Apenas les quedaban tres kilómetros para llegar al pueblo, cuando dos potentes camionetas de color negro surgieron de la nada. Uno de ellos los adelantó a toda velocidad y se atravesó en la solitaria carretera con un desagradable chirrido de neumáticos, justo delante de ellos, mientras el otro hacía lo mismo a su espalda. En cuanto se dio cuenta de que los todoterreno pretendían cortarles el paso, Hinata, en un acto reflejo que no pudo explicar, sacó el móvil del bolsillo de la cazadora y lo introdujo en la caña de la bota.

—¡Qué demo...!

La maldición de su amigo se cortó en seco cuando un hombre muy corpulento se acercó a la ventanilla del conductor y golpeó dos veces en el cristal con el cañón de una pistola. Naruto se quedó paralizado pero, al ver que el tipo le apuntaba a la cabeza, Hinata se estiró sobre su petrificado acompañante y abrió la manija de la puerta. Unos segundos antes, la idea de huir había cruzado por su mente; sin embargo, al ver que los rodeaban cuatro hombres armados, la había descartado al instante.

ᴇʟ ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛᴏʀ | ᴋᴀᴋᴀʜɪɴᴀ ღDonde viven las historias. Descúbrelo ahora