Obrero O8

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La mañana recibió a Dave entre los brazos de Alex y sintiendo su reparación pausada chocar con su nuca. Tenía muchísimas ganas de hacer pipí, pero estaba bien, se sentía bien estar sofocado por el calor corporal de quien le abrazaba. Cerró los ojos hasta que el moreno comenzó a removerse detrás de él y le soltó.

En ese instante se paró y corrió al baño, Alex se preocupó por aquello, pero no pudo evitar sonreír por verle apurado, a pesar de sentirse un poco imprudente por permitirse dormir abrazado a él, se levantó, se vistió y comenzó a guardar sus cosas para continuar su viaje.

Cuando ya estuvieron listos, justo antes de salir de la habitación Alex tomó a Dave de los hombros, se le quedó viendo, suspiró y le abrazó, subieron al auto, fueron a desayunar a algún lugar en la carretera, y luego de un par de horas de viaje llegaron a aquella enorme casona que Alex y su amiga habían visto por internet la noche anterior, se estacionaron y los ojos marrones inspeccionaron el cuerpo de apariencia frágil, consciente de que no habrían besos de despedida ni palabras lindas.

Dave barrió el paisaje con la mirada y se detuvo a mirar a Alex haciéndole sentir pequeño frente a sus ojos que por primera vez le parecieron cargados de preguntas.

- Vamos a ver si aquí pueden hacer algo por ti, veremos si aquí pueden mejorarte. – Aclaró el de cabellos oscuros muy serio, luego bajaron del auto. – Si no te conozco, ¿cómo es que te quiero tanto? – suspiró causando real revuelo en el interior del pelirrojo, luego de aquel susurró entraron.

- ¿qué desean? – consultó con voz chillona la recepcionista.

- Tengo una hora con el doctor.

- ¿su nombre?

- Alex James.

- No está en el registro.

- No, Dave Rowntree, él es paciente.

Entraron y el médico hizo una pequeña anamnesis.

- Ahora necesito el número de su registro social- Solicitó el profesional. Alex le extendió la ID.- No, no existe y tampoco lo puedo encontrar por su nombre. Lo lamento, pero sin esos Datos no lo podremos ingresar, a demás no hay quien financie el tratamiento si no tiene cobertura de salud.

- Finja que soy yo, como le he dicho no hay nadie que vele por él y yo no puedo hacerme cargo. – El hombre suspiró, tampoco tenía muy claro el diagnóstico de Dave o si era un caso que ameritaba la internación, pero un pago adicional le vendría bien tanto a él como al recinto así que finalmente aceptó.

- No serás hijo de aquel psiquiatra tan famoso, ¿verdad?

- No. – Dijo en medio de una carcajada plana y fingida. – Él no es mi padre. – afirmo con tono serio y expresión sombría.

Cuando llegó el tiempo de decir adiós, Alex abrazó fuertemente a Dave.

- Vas a estar bien. Pronto vas a mejorar. – Le susurró y besó su mejilla, pero de ser posible lo habría besado mucho más, habría besado su mejilla, recorrido con su boca su mandíbula y habría seguido dando besos húmedos por su cuello, pasando por sus brazos hasta llegar a sus manos u luego de vuelta, bajado por su pecho, sus costilla y su cintura hasta llegar a su cadera, allí lo habría abrazado arrodillado y habría reposado su cabeza allí hasta quedarse dormido y despertar en un mundo diferente. Entonces se quitó su chaqueta, la cual anteriormente había rociado de su perfume y se la puso sobre los hombros. – Piensa en mí si es que te sientes solo, quiero que sepas que más temprano que tarde nos iremos de aquí juntos.

Dave tomó la lapicera que tan celosamente guardaba y la puso en la mano de Alex haciendo que se alegrara en gran manera y luego de firmar algunos papeles, el castaño tuvo que abandonar el recinto.

Balanceo la pluma entre sus dedos y subió a su camioneta extrañando la amena compañía y emprendió un camino incierto por caminos desconocidos, no quería llegar a casa, pero sabía que pronto debería hacerlo, la noche la pasó en el coche, aparcado en un área de servicio y al otro día acarició la pequeña pluma entre sus dedos y recordó un pequeño gran detalle que no le habían preguntado y tampoco recordó, Dave sabía escribir. Apresurado tomo el móvil y se lo informó a la recepcionista quien lo anotó en un papel, un papel que prontamente se perdió entre la desorganización de aquel escritorio, cayó al suelo y fue a dar a la basura.

Alex llamaba constantemente para saber de la salud de su amigo, siempre le decían que estaba bien y que por razones obvias no se lo ponían al teléfono ya que no podría intercambiar palabras con él, pero la realidad del pelirrojo era que extrañaba tremendamente al castaño y sus ojos brillantes, que aquellos días en carretera habían sido los más lindos y los más divertido de su vida, le gustaba estar a solas con el chico de sonrisa fácil y trato amable, le gustaban sus palabras y comentarios honestos y se moría por escuchar su voz.

Continuaba llorando en secreto, ahora la causa era porque le echaba de menos, pero esta vez no podría escribir nada porque al darle la pluma, le había dado también sus palabras y Alex no comprendía la gravedad y la importancia de aquel regalo que a ojos de cualquiera parecería una baratija, el de ojos cafés la atesoraba, pero su realidad no alcanzaba para tener empatía con aquello.

El doctor no comprendía bien el cuadro y la anécdota de tener supuestamente internado al hijo del mejor profesional corrió rápidamente entre los colegas como un inocente chiste del cual reírse, hasta que llegó a los oídos equivocados, consciente de los lazos rotos con su compadre, debido a la última pelea que habían tenido, llamó directamente a su colega. Y luego de preguntar detalles que ya sabía se ofreció amablemente a ayudar.

"voluntariado", lo llamó y emprendió el viaje en avión, miró la ficha y se sonrió ante lo terriblemente mal hecho que le pareció el informe, entonces, a excusa de saber cómo se desenvolvía en su ambiente natural, se dejó caer en la habitación de Dave, este, a penas le vio sintió un acabe de mundo y ganas de huir, allí no estaba Alex y dudaba que alguien estuviera dispuesto a ayudarle. El psiquiatra cerró la puerta tras sí.

- Abre la boca. – exigió.

El de ojos azules sabía que tras aquella orden no había nada bueno, pero detrás de la desobediencia habían cosas aún peores, así que obedeció, el sujeto puso un minúsculo pedacito de estampilla en su boca.

El pelirrojo sabía lo que se sentía eso, no le gustaba sentirse así de confundido, pero si lo comparaba con el resto de los castigos y tratamientos, sentir todos los cables de sus sentidos cruzados en su cerebro era mejor que el dolor punzante en el culo que le provocaba el tipo cuando lo violaba y sentir que estaba a punto de morir producto de la taquicardia y la sed le parecía mucho mejor que sentir el sabor de las felaciones.

- Ahora me vas a contar todo lo que tengas para decir de ese mocoso de Alex.

Y así lo hizo, vomitó todo lo que tenía para decir, todos sus sentimientos y todas las cosas que había hecho.

-Es injusto que ese pendejo saque ventajas de todo lo que yo he hecho por ti, pero así como esta es tu última sesión de confesiones, también tengo un estupendo y último regalo y castigo preparados. Lávate los dientes, porque esto te los puede romper, no lo olvides. Y dame un último beso antes de que te  arranques la lengua tu mismo con tus propias muelas. Sonrió y procedió a recibir aquel asqueroso ósculo. 

Obrero. DavlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora