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Había una casa al final del camino. Había un olor a manada que se había impregnado en la madera. Había voces, ecos del pasado, personas reunidas un domingo porque así era la tradición. Estaba la esencia de otro Alfa, pero no dolía.

Estaba construida dentro del resto de la casa. Cada tabla, cada muro, cada azulejo. Estaba aquí, con nosotros. Y siempre lo estaría.

Padre.

Había tierras alrededor de la casa del final del camino. Un pequeño tornado que demandaba que sus padres le contaran sobre bastones de caramelo y piña, épico y asombroso.

Había otra casa.

Una vieja casa.

Una casa que una vez se entristeció por la cobardía de un padre. Una casa hecha por completo por el amor de los lobos. La sangre en el piso, oculta a los ojos, pero enterrada en los huesos.

Había una línea, una conexión entre estas dos casas, un hilo más fuerte que nunca, que las enlazaba. No estaban separadas, eran una y lo mismo. Lo habían sido durante mucho tiempo.

Había un claro en el medio del bosque. Sabía a rayos y magia, a garras y colmillos. Y en el medio de ese claro había un hombre que alguna vez fue un niño. Un niño al que había amado.

Luego, un monstruo vino al pueblo con asesinato en su mente y arrancó un hueco en nuestras cabezas y corazones. El chico persiguió al monstruo con sus ojos rojos cargados de venganza.

El monstruo ya se había ido. Y también el chico, porque un hombre había tomado su lugar.

La gente de Green Creek era como estrellas difusas.

La manada a mi alrededor era faros luminosos en la oscuridad.

Este chico, este hombre, era el sol. Brillante y absorbente.



WOLFSONG🐾/LA CANCIÓN DEL LOBO🐺 - [FRASES]Where stories live. Discover now