El Campamento

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- Vamos, come - le dijo el niño perdido a Anna mientras le pasaba la comida con desprecio.
La pelinegra se dio la vuelta con los brazos cruzados, no iba a comer ni un bocado de nada que le dieran, no confiaba en esta gente, no era para menos, si la habían tomado rehén luego de la pelea con los piratas.
- No pensarás morir de hambre, ¿cierto? - preguntó Peter Pan acercándose a la chica con los brazos cruzados mientras levantaba una ceja.
Anna lo miró de reojo, no había dicho una palabra desde que la llevaron al campamento, pero ahora que lo pensaba mejor...
- No me provoca - escupió - Gracias.
- ¡Oh! ¡Anita, si hablas! - exclamó él burlándose - Pensé que te habías quedado muda...
La chica volteó los ojos.
- Por supuesto que hablo, sólo que no contigo.
Los niños perdidos que estaban a su alrededor soltaron un sonoro "¡Ohh!" Y Pan los fulminó con la mirada, haciéndolos callar, luego observó a Anna, la chica lo veía con suficiencia, como si hubiera ganado la batalla. El chico rió para sus adentros.
- Pues, si no quieres hablar conmigo, tal vez te gustaría hablar con otra chica... Mmmm... - dijo llevándose una mano a la barbilla - Creo que Tinker Bell debería llegar en algún momento.
La mirada de suficiencia de Anna se borró de su rostro cuando el un destello verde se acercó hacia ella y comenzó a revolotear a su alrededor, la chica trataba de alejarla como quien trata de apartar a un mosquito, lo que sólo enfureció al hada que comenzó a halar el cabello color carbón de la chica.
- ¡UGH! ¡Apártate! - gritaba Anna mientras trataba sin éxito de evitar que Tinker Bell halara su cabello - ¡Pan! ¡Dile que pare!
El chico soltó una sonora carcajada junto a los demás niños perdidos.
- ¿Qué sucede Anna? - preguntó levantando una ceja - Tinker Bell sólo está jugando contigo... ¿No te gusta jugar?
- ¡PAN!
Peter siguió riendo viendo cómo sufría la chica para quitarse al hada de encima. Cuando pensó que había sido suficiente, llamó a su pequeña amiga.
- ¿Qué opinas Tink? ¿Sabes quién es la chica?
El hada dejó de revolotear y de pronto dejó de ser del tamaño de un insecto y ahora se paraba junto a Pan, de su mismo tamaño, mientras observaba ladina a Anna.
- No tengo ni idea...
- Nada más y nada menos que la sobrina de nuestro estimado Capitán Garfio.
La rubia rió con ganas.
- Ahora veo de dónde sacó su mal carácter...
- ¿Sólo éso? ¿O lo malcriada también? - preguntó el chico cruzándose de brazos y observando a la chica en el suelo, con el cabello hecho un lío.
Anna bufó, poniéndose de pie y tratando de peinarse con sus manos.
- Mira quien habla de malcriados.
- Ay Anita, me siento ofendido, - dijo Pan llevándose las manos al pecho "adolorido" - me partes el corazón.
La chica se acercó a él con las manos en la cintura hechas puños y una mirada fulminante, hasta estar a pocos centímetros del rostro de Pan.
- Creo que prefiero partirte la cara - le espetó.
Pan soltó una carcajada.
- Pequeña boba, - dijo con desprecio - ¿qué daño podrías hacerme? Mírate, eres un intento trágico de pirata.
- ¡Hasta aquí! - gritó Anna furiosa lanzándose hacia el chico con toda la intención de golpearlo en su orgulloso rostro.
Pero cuando la pirata iba a poner sus manos sobre Pan éste desapareció y volvió a aparecer unos metros a su derecha.
- Buen intento.
Anna soltó un grito de frustración y volvió a lanzarse hacia él, pero el chico la volvió a evadir.
- Sigue así, - dijo ladeando la cabeza - quizá logres golpearme algún día...
- ¡Cobarde!
- ¿Cómo dices?
- Cobarde - repitió Anna enfurecida mientras los niños perdidos se acercaban a ver a qué se debía tanto alboroto - ¿por qué huyes? ¿Tienes miedo de ser vencido por una chica?
Pan bufó.
- ¿Enserio quieres pelear? - preguntó levantando una ceja - Tienes agallas, vamos a ver sí puedes durar más de cinco segundos de pie.
Pan se acercó a la chica, y ella no perdió un segundo más, se lanzó contra él, pero el chico la tomó por los hombros y la tiró al suelo. Anna suspiró mientras trataba de pensar, no podía atacar al azar.
- Niña tonta - bufo Peter una vez más parado sobre ella.
La chica vio su oportunidad y pateó los pies de Pan, haciéndolo caer, e inmediatamente se colocó sobre él.
- ¿Qué pasa sí hago sangrar tu cara bonita? ¿Huh, Pan?
El chico rió.
- Aún tienes mucho que aprender, Anita - la chica lo miró extrañada - Cuenta hasta tres...
Peter la empujó, quedando ahora él sobre Anna.
- Date por vencida, Jones.
La chica hizo un último intento, y logró golpear a Peter en la entrepierna con su rodilla. El chico se retorció por el suelo con la respiración agitada. Y Anna se agachó junto a él con una sonrisa en el rostro.
- Cuenta hasta tres, Pan.

Niña PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora