-Capítulo XII-

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Cuando las luces se encendieron Daisuke se disgustó menos de que creyó. Tuvo el presentimiento de encontrar suciedad y abandono dado que Haru vivía trabajando, pero el departamento estaba limpio y era acogedor, aunque sencillo. Había archivos desparramados sobre la mesa cuadrada pero el mayor se aproximó a recogerlos y ubicarlos prolijamente sobre un estante.

-Lamento el desorden pero debes saber que no recibo mucha gente.-

-Está bien. Creí que serías más desastroso.-

-¡¿Eso qué significa?!- Despertó su mal temperamento.

-Nada. Tu casa está bien.- Aclaró y fue suficiente para calmarlo.

-Si quieres deja tu saco en el perchero.- Cambió de tema e hizo lo que sugirió con el propio saco, con cuidado de no arrugarlo. -¿De qué quieres el té?-

Daisuke tragó saliva. Quería desesperadamente volver a sentir la boca de su compañero temblar bajo sus labios y verlo quitándose una prenda no ayudó, pero como todo hombre sensato y experimentado, el millonario sabe que a veces hay que cambiar de actitud según su conveniencia. Reaccionar de más no era adecuado en un contexto así y si debía ser sincero, estaba seguro de su victoria. Logró ganarse a Haru aunque sea por una noche y tendría tiempo de ganárselo para siempre en un futuro. Por algo se empieza.

-Quisiera té de...- Iba a decir la marca de uno de los teses más caros del mundo. Estaba acostumbrado a los lujos y le gustaban, pero era solo una infusión. -Elige tú, me da igual.-

Kato asintió y fue a su cocina para calentar agua.

Era un departamento tan pequeño que el millonario abrió ambas ventanas que daban a la calle para que se airee y siguió recorriendo con la mirada cada rincón del espacio. Se preguntó cómo podía ser tan aseado con su casa y descuidar tanto su aspecto personal cuando un caso se ponía exigente, pero si tenía algo que destacar es que tenía muy buen gusto con la decoración. Su estilo delicado resultaba agradable a la vista y sus plantas de interior, que requerían no mucho más que un par de riegos semanales, brillaban como si fueran de plástico.

Solo un elemento rompía con la hogareña estética: un arruinado y desgastado sillón viejo.

Asegurándose de que Haru esté ocupado en la cocina, sacó sus lentes oscuros y se los puso.

-HEUSC, busca el mejor sillón de dos cuerpos color crema de chenilla.-

-De inmediato.- Respondió automáticamente la voz robótica.

En menos de un minuto, los datos le fueron enviados a Kambe.

-HEUSC, mis cheques.-

-Como desee.-

Su firma aseguró la compra.

-Compra realizada. Balance: Ilimitado.-

-¿Kambe? ¿Qué haces?- Preguntó Kato acercándose. -¿Estás comprando algo ahora?-

-Estamos a fin de mes. Le pagaba a mis empleados.- Mintió tranquilo, quitándose los lentes y guardándolos. -Me gusta tu decoración.-

-¿Lo dices en serio o estás siendo amable?-

-Ambas.-

El inspector era más que consciente de que la enorme riqueza de Kambe le había mostrado decoraciones mejores, pero le dio ternura que haya optado por decírselo.

-Gracias.-

-¿Este equipo de música sirve?- Curioseó el abandonado dispositivo con dos parlantes pequeños que se encontraba sobre el mueble más grande de la pequeña casita.

-Sí, funciona. Aunque hace tiempo que no lo prendo. La música me desconcentra cuando traigo casos para analizar a casa.-

Sin pedir permiso, Daisuke hurgó entre los pocos CDs con los que Haru contaba.

-*¿Don't Explain?*- Leyó aleatoriamente uno en su mente. -*¿Le gusta el blues rock estadounidense? Con cada minucia, me veo obligado a reconocer que no sé nada de ti, Haru.*-

No dudó en encender el equipo y poner el disco bajo la intrigada mirada de su colega.

-¿Te gusta la música en inglés?- Quiso comprobar Daisuke que el disco no fuera un regalo mal dado o un CD que pidió prestado y se olvidó de devolver.

-Me gusta cualquier música mientras sea tranquila, supongo. A ese disco lo compré cuando tenía diecinueve, veinte años si mal no recuerdo. En aquel entonces me gustaba el estilo.-

La primera canción comenzó a sonar y Daisuke la cambió e hizo lo mismo con las demás, escuchando los primeros segundos de cada una. Además de tener buen gusto para la decoración, pensó que Kato también tenía muy buen gusto musical. Siguió recorriendo el disco hasta que dejó una que le resultó melódicamente bella y apropiada para la ocasión.

-Oh, amaba esta.- Sonrió Haru ante el recuerdo. -"I can tell by the way you carry yourself... but if you'll let me, here's what I will do. I'll take care of you."- Cantó bajito con los ojos cerrados.

Daisuke sintió a su alma derramarse por todo el departamento.

-*Mierda.*- La extraña sensación de cosquillas en su interior le aseguraron que se trataba de las "mariposas" popularmente asociadas a lo que experimenta una persona enamorada.

La letra, los instrumentos, sus largas y numerosas pestañas. Kambe creyó que moriría. Le sudaron las manos, indecisas y aun así empecinadas y seguras de lo que querían palpar.

Tan concentrado estaba Kato en escuchar la canción que solo al empezar la primera parte puramente instrumental levantó la vista y se dio cuenta de la atención de la que era objeto. Desvió bruscamente la mirada y se crujió la espalda con cuidado, haciéndose el distraído.

-Ven, el té ya está listo.- Intentó avanzar hacia la cocina pero dos fuertes brazos ciñeron su cintura y fue suficiente para que se paralice.

-Haru.-

-¿Qué quieres?-

-Estás muy tenso.-

-¡¿De quién crees que es la culp...?!- Se dio vuelta y Daisuke lo atrapó en un beso.

La realidad es que estaba nervioso, pero recibió sus labios con placer y la boca bien abierta. Las lenguas se enredaron, acariciaron y saborearon como si ambos se alimentaran de aquel acto. Con mayor espacio que en el vehículo pudieron abrazarse mejor y con más libertad. Daisuke pasó una mano por el cuello de Haru y desanudó con destreza su corbata desajustada mientras lo empujaba contra una pared. Mientras tanto, Haru buscó estabilidad en la misma y acarició el cabello negro de su nuca, rogándole a Dios que el beso nunca acabe. Sus labios eran fuertes, con aroma a humo, y lo besaron como nunca antes nadie lo había besado.

-¡Ay! ¡Kambe!- Se separó de repente. -¿Me mordiste el labio?-

-¿Te dolió? Lo siento.- Sonrió y dio un tierno besito en donde mordió.

Tan pronto volvieron a mirarse fijamente, Haru se ahogó en esos ojos tan relajantes pero a la vez intimidantes como el profundo mar azul, por lo que decidió dejarse llevar como los peces siguen lentos la suave corriente en medio de la noche. Daisuke sintió esa entrega y volvió a conectar labios de manera más romántica, sin lengua y con toneladas de afecto.

Solo por una noche - DaiharuWhere stories live. Discover now