CAPITULO XIV - TERCERA PARTE

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      Le fue difícil discernir si el tono musical que oía provenía de algún recóndito paraje de su sueño o si le llamaba desde la realidad. Rezongando malhumorado, apartó la funda nórdica bajo la cual se cobijaba y, manoteando en el aire, buscó la mesilla que había junto a la cabecera de la cama donde descansaba el móvil.

      Su mano dio con el lateral del portátil, tiró la botella de agua y chocó contra su PDA antes de hacerse con el teléfono.

      —¿Sí? —inquirió Pin con un gruñido, sacando la cabeza de debajo de la almohada.

      —Te he despertado, perdona.

      Escuchar la voz de Son le hizo incorporarse rápidamente.

      —Hola —saludó feliz. Tanteó la pared a su derecha hasta que sus dedos golpearon el interruptor y la luz brotó de una lámpara vertical alta y estrecha, empotrada en el cabecero, que iluminó medianamente la estancia con un cálido resplandor—. ¿Dónde te has metido? He estado llamándote, pero tenías el móvil desconectado.

      —Lo lamento —se disculpó—. He tenido una reunión más pesada de lo que esperaba.

      Pin bostezó, dobló una de las almohadas y apoyó la espalda en ella.

      —¿Los de Baby Phat? —quiso saber.

      —Sí. Pero podemos hablar mañana. No quiero interrumpir tu descanso. En Milán deben ser más de las dos, ¿verdad?

      —No importa. —El modelo cerró los ojos y reclinó hacia atrás la cabeza—. Quiero escucharte ahora. Te he echado de menos. Es frustrante estar tan lejos y tener que depender de estos artilugios para poder sentirte cerca.

      —¿Te gustaría que estuviera cerca ahora?

      —¿Qué pregunta es esa? —sonrió con una triste mueca—. Querría tenerte ahora entre mis piernas.

      —Pervertido —protestó Son, dejando vislumbrar un punto de regocijo en su tono—. Pide un deseo.

      —¿Un qué?

      —Imagina que te han concedido un deseo. ¿Qué pedirías?

      —Qué cosas tan raras te ha dado por preguntar ahora —rio Pin, parpadeando con fuerza para apartar la morriña que todavía le rondaba—. ¿Había alcohol en esa reunión?

      —Vamos —le animó, meloso—. Pide tu deseo.

      —Que caigas ahora mismo desde el cielo sobre mis brazos —susurró, acariciando las palabras al pronunciarlas.

      —Concedido —aceptó Son.

      —¿Cómo? —se extrañó.

      Pero no obtuvo respuesta. Repentinamente la comunicación se había interrumpido. Pulsó la tecla de rellamada y esperó a escuchar los tonos que anunciaban la conexión, pero lo único que oyó fue a la inconfundible autómata femenina de la compañía, informando de la desconexión o falta de cobertura del número con el que quería contactar. Iba a llamar nuevamente cuando unos golpes en la puerta le interrumpieron. Desconcertado, miró hacia la entrada.

      —¿Quién es? —preguntó.

      Volvieron a resonar los golpes, pero nadie contestó a su pregunta. Receloso, tiró el móvil sobre la cama y se puso en pie. Al pasar junto a una silla tomó los pantalones de algodón gris que descansaban en el respaldo y, mientras se dirigía a la puerta, se los colocó dando torpes saltos.

SEDUCING LOVE II (ADAPTACIÓN /PINSON)Where stories live. Discover now