Japón se encuentra controlado, por los Yakuza desde la sombra. Danzón Shinura, es un hombre despiadado y cruel, ahora todo lo que sea para salvar su pellejo. No le importa nadie más, solo él mismo, hasta estás dispuesto a entregar a su propio hijo.
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Este capítulo contiene escenas fuertes, contiene violación, secuestro, muerte, drogas,etc.
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Itachi gruñe mientras mira el amplio paisaje. Odia ir a cualquier tipo de evento que esa persona realiza. Siempre son amenazas hacia ellos, más ahora que tiene a un doncel desnudo dormido en su cama. Vuelve a gruñir. Deseas estar en esos momentos, volviendo a tener ese cuerpo debajo, gimiendo su nombre.
Shisui sonríe. No suele ver a su amigo feliz.
— ¿Qué sucede, Itachi?
— Nada—gruñe—. ¿Para qué nos ha llamado?
Estuvo viendo la pantalla del celular, viendo noticias sobre la mercancía confiscada.
— Es absurdo.
— Entiendo amigo, pero si llama es algo urgente.
Urgente, bufa en su mente. Ha pasado bastantes atracos en esos últimos meses. Debe ser por lo que los está llamando. El tono del celular llama la atención. Suspira antes de responder.
La conversación fue corta. Cuelga antes de lanzar el aparato. Está cansado, solo quiere que esté día acabe para volver con su doncel. Otra cosa que lo estresa es que su plan se está desmoronando. Tiene un mal presentimiento. No cree que se haya mantenido alejada de su vida, a pesar que ya pasó la prueba. Se sobresalta. La puerta es abierta mostrando a dos filas de mujeres. ¿En qué momento llegaron?
Baja siendo recibido.
Shisui saluda a las mujeres quienes lo ignora. Itachi niega, camina entregando el saco a una quien lo recibe con gusto. Los siguen detrás. Al estar en la sala principal mira a varios líderes esperando a la anfitriona. Suspira sentándose en aun lado de Minato, un empresario que vende armamento militar.
Conversan sobre futuros tratos. La puerta es abierta interrumpiendo la platica, miran a una mujer entrar. El sonido de los tacones los intimida. La cabellera blanca se mueve al compás de los movimientos. Se sienta cruzando las piernas, mientras observa a los mayores.
— Me alegra que vinieran.
— ¡No venimos por gusto!
Todos observan a un adulto mayor de cabellera albina y estatura baja.
— Sugiero que se calme—murmura entre dientes.
La puerta es nuevamente abierta. Dos mujeres entran mirando a las posibles victimas. Sonríen al colocarse detrás de su jefa.
