Nuevos jefes

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15━━━━━CAPÍTULO QUINCE. NUEVOS JEFES.

—¡No, Esther por favor!—exclamó Diego—¡Eres nuestra compañera!

—¿Sí?—se rió—Pues ya no lo soy, ni lo seré nunca más—empezó a decir—Y cierra el pico que sabes lo que te puede pasar si hablas de más—agitó el bolígrafo.

—No lo harás—contesté.

—¿Y por qué no?

—Porque no eres lo suficientemente valiente para nada—comencé a relatar—Te escondes detrás de El Benco porque eres una cobarde.

—Serás...—alguien la cortó.

—¡Buenas!—era Sandra—¿Qué tal todo?—le dirigí una mirada llena de odio y ella me devolvió una sonrisa hipócrita—Tranquila, vengo a negociar.

—¡No pienso hacer negocios contigo!

—Ah, pues entonces...¡Esther!—la llamó—Puedes tirar a mi querido hijo.

—¡Espera!—grité—¿Qué tipo de negocio?

—Verás, es muy simple, tú me cuentas todo eso de la magia y yo dejo a Diego con vida.

—¿Y nos podremos ir los dos juntos?—preguntó él.

—No, la verdad—le respondió—Emma se quedará aquí para aclarar algunos asuntos.

—No lo aceptes—me dijo mi amigo.

—Diego, ¿no lo entiendes?—le miré—¡Tu vida corre peligro!

—Me matarán de todas formas, o me harán ir con ellos.

—Tengo prisa—habló Sandra—¿Os decidís o qué?

—Acepto—contesté—Pero con una condición, que mi compañero vuelva a Smasville.

—¡Eso está hecho!—Esther asintió—Voy a por las esposas, no sea que te quieras escapar.

Esperamos unos segundos y mi ex-compañera trajo las esposas. Me las puso y luego me sujetó por los brazos. 

—No entiendo que siendo tan lista, hayas picado—Sandra corrió a por el bolígrafo.

Y lo que pasó en los siguientes segundos, para mí pasó en cámara lenta. Esther se reía a carcajadas, Diego abría los ojos y la boca de par en par y Sandra sonreía, mientras que su dedo se dirigía lentamente hacía el botón. De pronto, recordé un truco del libro. Era uno de los más difíciles, pero lo tenía que intentar. Me deshice de las esposas como pude y empujé a Esther hacía atrás. Fui corriendo hacía donde se encontraba la jefa de El Benco y con toda mi fuerza lancé una "bola de fuego" por el aire. El fuego le rebotó en el pecho y se cayó al suelo. Diego salió de su baldosa y me abrazó, mientras que la única persona de El Benco consciente en esa sala, salió corriendo a avisar a los guardias de lo sucedido. Sandra estaba viva, pero no tararía mucho en no estarlo. Los soldados entraron a la sala armados y preparados para atacar, mientras que yo fui hacía su directora.

—Si disparáis, la mataré.

—¿Tú?—dijo uno de los guardias—Eres una simple niña.

—Una simple niña que dejó inconscientes a la mitad de los vuestros y que si no hacéis lo que ella diga, matará a mi madre—dijo Diego.

Los soldados se callaron.

—¿A qué esperáis?—pregunto Esther—¡Disparad!

—¡Cállate!—exclamé.

—Está bien—dijo ella.

—Atad a Sandra, e informar a todos los habitantes de la isla de que no salgan de sus casas.

Los soldados se pusieron en marcha.

—Lo siento, no me tendría que haber ido con El Benco—sollozaba Esther.

—Lágrimas de cocodrilo—dijo mi amigo—¡Atadla a ella también!

Los guardias la cogieron mientras que ella seguía llorando. Diego y yo salimos de la sala.

—¿Estás bien?—pregunté.

—Sí, ¿y tú?—asentí—Gracias.

—No me las des, ahora somos los nuevos jefes—reímos aliviados.

Y así acabo el día, lo que no sabíamos es el caos que se estaba desatando en Smasville. 


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