1. Deseo... Deseo...

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Edeline Radetti.

Hace 7 años...

―Vamos, Edeline, apaga las velas de una vez, no es tan difícil pedir un deseo ―me dice el pretencioso niño de ojos azules, piel aceitunada y cabello dorado rizado que está frente a mí. Carson.

Él no entiende, no es sólo pedir un deseo y ya, es pensar qué es lo que más anhelas en el mundo, no sé qué es lo que los demás niños normales de mi edad puedan pedir, trato de buscar en qué gastar mi deseo de cumpleaños pero no encuentro nada porque realmente lo tengo todo.

―Me pregunto si todas las niñas son tan lentas como tú... ―dice aburrido Carson― o si es sólo porque eres una princesa tonta.

Pongo los ojos en blanco y me encaro a él.

―Carson, cállate ¿quieres? Hablas como si tú no fueras el príncipe de Francia.

―Lo soy ―me responde de inmediato―, pero hay una diferencia entre tú y yo, y es que yo tengo cerebro.

Al escuchar eso me rio de él sin importar que me vea enojado.

Carson es mi amigo de toda la vida, apenas es seis meses mayor que yo pero parece que nunca madurará, su padre es el rey de Francia, y como él es hijo único será el que herede el trono, nunca se lo he dicho pero me alegro de no tener que cargar con el peso de un país pues mi hermano mayor, Ferdinando, lo hará.

Carson suspira molesto.

―Ya, está bien... ―le digo, tratando de calmarlo, pero sé que tiene razón de desesperarse, llevo 9 minutos viendo la pequeña vela rosa que está sobre mi panque de chocolate―. Deseo... Deseo...

Nada.

Mi amigo se deja caer sobre el respaldo de la silla. Estamos los dos solos en mi "castillo" como le digo al hermoso ático que está sobre mi habitación, este año no celebraré mi cumpleaños con mi familia, pues mis padres y hermano han ido a cerrar un tratado a España así que he ordenado que sólo me prepararan este sencillo panque.

―Deseo... ―vuelvo a decir.

―¡Ah! Edeline, lo lamento ―dice Carson acercándose a mi panque―, pero estoy harto ―toma la vela rosada y hunde sin piedad la llama en el chocolate.

Yo lo miro sin poder creer lo que acaba de hacer.

―¿Por qué has hecho eso? ―le grito furiosa.

Él me ve directo a mis ojos y sonríe maliciosamente.

―Debes aprender a tomar decisiones rápidas pero sobre todo a que la vida no es un cuento de hadas, Edeline, los deseos no se cumplen, si quieres algo debes tomarlo tú misma.

Sus palabras me duelen pero no le digo nada porque en cierta forma estoy de acuerdo. Bueno, quizás después de todo tal vez sí esté madurando.

La puerta del ático se abre de golpe rompiendo con la oscuridad del lugar y Wenn, mi nana, entra corriendo.

―Niños, debemos ocultarnos ahora ―anuncia exaltada mientras nos toma a los dos de las manos y nos jala hacia la salida.

―¿Qué sucede, Wenn? ―le pregunto asustada. No puedo evitar que el corazón me lata sin control.

―Otro ataque de los Anesi.

Los Anesi, los enemigos políticos más fuertes y poderosos de mi familia. Ellos quieren quitarnos del trono.

―¿Y a dónde iremos? ―quiere saber Carson.

―Calma, príncipe, estaremos bien ―le responde Wenn mientras bajamos las escaleras blancas casi corriendo.

―Pero... ―la protesta de Carson muere en sus labios al ver al hombre que está frente a nosotros.

Es un soldado de la familia Anesi, lo sé al ver el escudo de león rodeado de un aro con espinas que está sobre su pecho. Lleva en las manos un fusil listo para disparar.

No sé cómo es que han logrado entrar hasta el corazón de mi hogar, se supone que hay miles de soldados protegiendo el palacio real y a todos los que están dentro de él, pero no han servido de nada.

El hombre sonríe al vernos. Es obvio que todos en Europa saben quiénes somos nosotros pues cada que hay un día festivo debemos mandar un mensaje al pueblo, transmitiendo por televisión a todos siendo puestos en evidencia incluyendo a Carson, a mi familia y a mí.

―Altezas ―dice sonriendo y preparando el arma. Primero apunta directo a la cabeza de Carson.

Ojalá hubiera podido saber que esto pasaría así hubiera deseado algo para evitarlo. Pero entonces recuerdo las palabras de mi amigo.

Esto no es cuento de hadas.

Aquí las personas mueren.

Hay dolor y sufrimiento real.

Si quiero algo, si necesito algo, si deseo algo no debo esperar a que nadie me lo conceda. Simplemente debo tomarlo.

Y eso haré.

Sin alas © || [TERMINADA]Where stories live. Discover now