14 de marzo de 2003

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«La fuerza más fuerte de todas es un corazón inocente.» Victor Hugo


Catorce de marzo. Día de Blanco. Día en que debería darle a la chica que le gusta, un regalo. Sin embargo, él no tiene una.

Ve cómo otros chicos les entregan paquetes envueltos a las niñas de su clase, mientras él se mantiene sentado en su banco removiendo los dedos de las manos con intranquilidad y meciendo los pies adelante y atrás.

Ha llevado ghirichoco para unas compañeras que se han portado amables con él durante el año y le dieron también por San Valentín, pero realmente no siente nada especial por ninguna.

Cuando la última campanada anuncia el fin de clases, Cody se levanta y va hasta el grupo de chicas del salón contiguo. Las encuentra reunidas parloteando animadamente contra la ventana, como es costumbre en ellas.

—Hola... —saluda desde la puerta, bastante más cohibido que nunca.

—¡Cody, hola!

—Ven, pasa.

Se trata de dos gemelas, Sayo y Sai Yamamoto, y Hana Katō.

—Sí, con permiso —. Algunos chicos ríen en el fondo del salón, aunque no está demasiado seguro si de él o de alguna otra cosa de la que hablaban. Les dedica apenas una mirada fugaz y avanza hasta sus amigas —. Querías darles esto en agradecimiento por siempre ayudarme.

—¡Qué tierno! Cody, no hacía falta —dice Sayo, recibiendo su regalo.

—Bueno, si tú no quieres tus chocolates, me los quedo yo —. Sai se estira un poco por sobre el banco para robarle a su hermana la caja.

—¡Ya sé! Hana, tómanos una foto —propone Sayo una vez ha logrado alejar a Sai de sus chocolates.

Sayo y Sai no van al mismo curso. No les permiten estar juntas.

Cody va a la primera división, mientras que Hana y Sai van a la segunda, y Sayo a la tercera, todos del antepenúltimo año de escuela primaria.

Aunque ambas hermanas tienen el cabello rubio oscuro y grandes ojos chocolate, pueden diferenciarse fácilmente porque Sai tiene el pelo largo con pronunciados bucles que le llegan hasta la cintura, mientras que el de Sayo es lacio y lo lleva corto hasta la barbilla, adornado generalmente con una vincha o un lazo.

—Eh... claro —responde encogiéndose de hombros.

Hana abre la cámara de su teléfono y enfoca al trío. Las gemelas se colocan una a cada lado de Cody, tomándolo por el lado contrario de la barbilla para depositar un beso en cada una.

El Elegido heredero del conocimiento y la sinceridad reemplaza inconscientemente la sonrisa por una expresión de sorpresa e incredulidad al sentir los dos pares de labios sobre su piel.

—Eh... —Juguetea incómodo con las manos cuando las Yamamoto saltan junto a Hana para ver la foto.

—¡Cody! ¡No sonreíste!

—No importa, igual me gusta.

Por casi un minuto más, las chicas deliberan si sacarse más fotos con Cody, pero finalmente la expresión de pánico que él tiene pintada en el rostro las convence de que mejor siguen torturándolo otro día, mientras el grupo de varones del fondo estalla en carcajadas.

—¡Hida, tienes novia!

—No, no es cierto —responde él tranquilamente, pero parece no haber explicación suficiente para calmar las burlas. Antes de que pueda disuadirlos de lo contrario, los chicos salen del salón gritando a los cuatro vientos que Cody está saliendo con una de las gemelas Yamamoto.

La eterna lucha entre la luz y la oscuridad: ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora