Capítulo 1: Weavers

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11 de julio, 2834.

Facción Águila, 6:00 AM

Sannaell se despertó apesadumbrado e ido, como todas mañanas desde que empezó su profesión. Todavía no se acostumbraba al cambio de horario, o al cambio de facción, o a ningún cambio, realmente.

Mientras se lavaba los dientes intentaba convencerse a si mismo de que era el chico con más suerte del mundo. Nadie de la clase trabajadora hubiera podido imaginarse cambiar de facción, sobre todo a la más próspera. Y mucho menos se imaginarían llegar a trabajar en la casa de una de las Viejas Familias.

"Buen día." Le dijo el chico a su madre, dándole un beso en la mejilla mientras abría el gabinete con las píldoras nutricionales.

"Más helado que bueno... aún no me adapto al frío. Y no puedo creer que a la gente de aquí le guste." Dijo ella para luego llevarse su píldora a la boca y bajarla con un vaso de agua.

Sannaell hizo lo mismo en el lavado para luego ir a sentarse a la mesa con su madre.

"¿Ya pediste al chófer?" Preguntó él.

"Si, estará aquí en 10 minutos."

"Genial! No vaya a ser que lleguemos tarde como la otra vez y la señora Harter amenace con mandarnos a Las Fábricas. De nuevo."

"Por Dios no..."

Sé quedaron en silencio un instante. Los dos sabiendo que pregunta venía.

"¿Recibiste respuesta de papá? ¿O de Deylla?" Preguntó el chico.

"Sí, de hecho sí. Tu padre se disculpó por tardar tanto en responder, pero las cosas se complicaron aún más por allá."

"¿Más? ¿Qué podría haber salido peor ahora?"

"Parece que los Ashworths y la rama cadete de los Wembley tuvieron otra disputa. Me sorprende que esa alianza haya durado tanto, en fin... los Wembleys se adueñaron de la sección trabajo de papá y de Deylla, así que tuvieron que mudarse al otro lado de la facción."

"Los Wembley siempre se las ingenian para adueñarse de todo. Me sorprende que la familia Harter siga en pie."

Su madre lo hizo callar con un signo, y con sus ojos apuntó a los micrófonos de las esquinas del cuarto.

"Perdón." Dijo en un susurro.

El chófer hizo titilar su luz azul a través de la ventanas delanteras para avisar que ya había llegado.

Una vez que estaban en el aire, Sannaell logró ver tres figuras en el muro. Colgados del cuello, para ser observadas por los conductores en todo el esplendor de su rebeldía.

"Pensaba que las cosas eran más elegantes por aquí..." Dijo, su cuello llenándose de espesa amargura.

Vio cadáveres de rebeldes colgados, destripados, decapitados y desmembrados desde que tiene memoria. Y sigue sin acostumbrarse del todo.

Llegaron a la Mansión Harter justo cuando el Sol terminó de salir entre las espesas y oscuras nubes que cubrían la Facción Águila la mayor parte del año.

'¿Por qué una familia tan chica necesita una casa tan grande?' Pensó el adolescente. Solo son los padres y la hija. Y los cocineros. Y los que limpian. Todos metidos en esa monstruosidad azul entre las montañas, que podría recibir como invitados a todos los ciudadanos de Facción Hierro.

El conductor aterrizó en frente del gran portón de plata.

"¡Que tengan un próspero y productivo día, Weavers!" Expresó con su voz electrónica como estaba programado, antes de volar de vuelta a la base de los chóferes.

DestinoWhere stories live. Discover now