Epilogo.

907 98 281
                                    

Casi cinco años habían pasado y seguía con su tradición de visitar a Dégel cada día sábado, solo que ahora lo hacia acompañado de quien hace un poco más de un año era su esposo. Se casaron a los tres años de relación, ignorando cada mal comentario por la diferencia de edad, mientras a sus familias eso no les importara a ellos mucho menos.

Ambos se acomodaron en el pasto, mientras Kardia limpiaba la lapida de las hojas secas que caían, ese lugar les daba calma a los dos por alguna razón. Camus miro al mayor, y se dio cuenta de un detalle, se notaba pensativo, como preocupado por algo, trato de recordar si había pasado algo para que se encontrara de esa manera, al no encontrar nada decidido preguntarle.

- Kardia, ¿Hay algo que no me has dicho?

El nombrado lo quedo mirando incrédulo para luego sonreírle, era impresionante lo mucho que lo conocía para saber tan rápido que algo le había pasado. Volvió la vista al nombre de Dégel grabado en el mármol, antes de hablar.

- Sabes que hace unos días acompañe a mi abuelo al medico para hacerse unos análisis...- se le corto la voz por unos segundos- esta mañana me llegaron los resultados; tiene principio de alzheimer. Lo voy a perder de una forma demasiado lenta... sé que Aioria lo va a cuidar bien, pero de todos modos me frustra no poder hacer nada para ayudarlo. De que poco a poco se ira olvidando de todo lo que ha vivido, de mi abuela, de mi papá ¡De todos!

Lo detuvo antes de que terminara golpeando el pasto, o en el peor de los casos la lapida del que fue su mejor amigo. Lo abrazo con fuerza, sabia lo mucho que Milo significa para su pareja, era casi como su padre era demasiado obvio que esa enfermedad le dolería mucho más a Kardia que al propio Milo, más aún porque conocía de una promesa que fue hecha hace mucho, una que no se había podido cumplir.

- Me lo prometió y yo no le he cumplido... todo para que no me deje tan pronto...

Lo escucho balbucear, suspiro para darse valor de la decisión que había tomado, la que llevaba pensando mucho tiempo. Levanto el rostro del otro para que lo miraba a los ojos y que creyera que lo que le diría era la pura verdad.

- Sabes que aunque me gustaría, yo no puedo darte hijos de esa manera, también sé que no has querido tener antes para que esa promesa no se cumpliera, muchos de tus seres queridos se han ido de forma trágica. Lamento decirlo pero tarde o temprano llegara el turno de Milo. Demosle la felicidad de tener un pequeño niño de nuevo corriendo en su casa, formar nuevos recuerdos aunque pierda los antiguos. Ademas mi mamá también quiere nietos.

Se aferro más al cuerpo del menor, ahora mismo se preguntaba que seria de su vida de no haberlo conocido.

- Sé que te lo he dicho muchas veces, eres lo mejor que me ha pasado.

~•~

A la semana siguiente después de investigar los requisitos que se necesitaban para adoptar a un niño o niña, fueron al orfanato mas cercano, ambos nerviosos no sabían que pasaría una vez que entraran a ese enorme edificio lleno de niños en busca de un hogar. Apenas entraron se les acerco el encargado del lugar un hombre mayor que les dio el paso libre para que conocieran a los niños. Algunos se les acercaban, otros los miraban desde lejos y algunos ni los miraban.

Pero paso algo que no se esperaron, una pequeña niña de tal vez no más de tres años, se aferro a las piernas de Kardia.

- ¡Papá!

Quedo helado, ¡Él nunca había tenido hijos! Al menos no que supiera, alguna de las novias que tuvo pudo quedar embaraza y dejar a la pobre niña en ese lugar, hubiera sido buena teoría de no ser que se veía muy pequeña para que eso pasara.

¿Crees en la Reencarnación? Where stories live. Discover now