15 de junio de 2018 (Parte 2)

2.6K 145 5
                                    


- Hola - susurra

- ¿Qué pasa? ¿Por qué querías verme aquí? - me tapa la boca y oigo a alguien entrar en el baño que había al lado.

- Vamos para allá y hablamos - nos dirigimos a la sala de profesores y cerramos la puerta. - Quería estar a solas contigo porque llevo tiempo queriendo decirte algo - Me quedo atenta escuchando.

- ¿Qué pasa?

- Luisita, sé que... Sé que ha pasado bastante tiempo, pero no he dejado de darle vueltas. No puedo olvidar el momento en el que me enteré de que, de alguna manera, te fijaste en mí. No quise darle mucha importancia porque eras una niña y yo era nueva e igual había sido todo mentira, pero cada vez que te veo, vuelve ese recuerdo. Quería hablar contigo y saber tu postura ahora que eres mayor. A lo mejor ni siquiera piensas en mí o yo que... - le tapo la boca. Le devuelvo el beso en la comisura y la miro directamente a los ojos.

- En 12 años no he podido olvidarme de ti, Amelia. Me obligaba a hacerlo por tu familia y por respeto a ti, pero no he podido - la sonrisa que se le formaba era la más increíble que he visto nunca - Pero ¿para qué quieres saber esto ahora?

- Mi comedero de cabeza está pasando factura en mi familia. Mi marido cree que hay otra persona en mi vida porque ya no tengo actitudes cariñosas con él. Tuve que ir a vivir con mi madre porque nos pasábamos todo el día discutiendo y eso tampoco era bueno para Davinia (su hija).

- ¿ Te divorciaste?

- No, aún no. Pero ganas no me faltan y ahora me acabas de dar la fuerza necesaria para hacerlo.

- No, Amelia, no, piénsalo bien. Tienen una hija de 10 años, ella les necesita.

- Luisita, aunque no lo creas, Davinia es muy madura y ella ya lo sabe.

- ¿QUÉ? Pero...

- El viernes pasado... Aproveché que te había visto para decírselo y... Y ella solo quiere que sea feliz, sabe que con él no lo soy.

- Pero, Amelia... No podemos hacer esto así, sin más... No tengo nada que ofrecerte, no tengo casa propia, ni un trabajo y mucho menos dinero...

- Luisita, Luisita, para... - me acaricia la cara y me obliga a mirarla - No te estoy pidiendo nada de eso. De hecho, no sé muy bien qué es lo que quiero, solo sé que no puedo olvidarte y que cada vez que te veo, me llenas de paz y tranquilidad. Te miro y no existen problemas. Quiero hacerte una pregunta.

Asiento mientras no puedo quitarle la vista de encima. Está tan cerca...

- ¿Estarías... Estarías dispuesta a subirte a este tren conmigo cuando todo mi desastre acabe?

Me intento tranquilizar para pensármelo fríamente. Hay muchas cosas que debo sopesar en esa propuesta. Claro que quiero estar con ella, es mi mayor sueño y nada me haría más feliz, pero ¿y si no sale bien? ¿Y si su marido no quiere el divorcio?

Por otro lado, ella siente casi lo mismo que yo por ella o, al menos, eso interpreto de sus palabras y sería muy tonta si dejara pasar esta oportunidad, ¿no?

- La verdad, Amelia, siento que es muy arriesgado, pero... Vamos a ver en qué depara todo esto. Vayamos lento y cuando ese desastre acabe, veremos, ¿te parece? - La veo sonreír como tanto me gusta y me abraza.

- ¡Gracias! ¡Muchas gracias! - ninguna de las dos intenta nada más, no hay prisa.

- Creo que será mejor que volvamos, van a empezar a sospechar.

- Sí, tienes razón. ¡Vamos! - me coge de la mano y nos acercamos hasta la puerta - Sal tú primero, yo esperaré unos segundos. - Le guiño el ojo y salgo.

- ¡LUISITA! ¿DÓNDE ESTABAS? Llevo buscándote y llamándote para irnos media hora...

- ¡Lo siento! Me entretuve hablando con una amiga. Cuando quieras nos vamos - Amelia está pasando justo en ese momento y nos escucha.

- ¿Se van, chicas?

- Sí, se ha hecho tarde y aquí mi amiga se perdió un buen rato.

- Lo siento joo

- Bueno, pues muchas gracias por venir. Nos ha encantado verlas.

- Siempre volvemos a casa - le respondo.

- Eso espero - nos da dos besos a cada una y sigue su camino.

¿Fue un sueño? Sí, estoy 100% segura que fue un sueño. Amelia me ha dicho que no deja de pensar en mí... ¡Claro que sí, Luisa Gómez! ¡Gran sueño! ¡El mejor con diferencia!

Pienso en que esa sería la última vez que la vería hasta que recuerdo la fiesta que se suele hacer por fin de curso. Toda una semana comiéndome la cabeza sobre lo que pasó aquella noche.

Realmente, lo cuento y la gente pensará que me bebí hasta el agua de los floreros, comprensible. Yo también lo pensaría, pero no hubo alcohol...

La Maestra y La (no) Alumna Where stories live. Discover now