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Hice limpieza en toda la casa para que se vea presentable, a penas Abdel colgó me levante del sillón para acomodar todo y que no se vea como en la mañana que llegó que era un asco mi casa gracias a que la señorita quiso tener noche de chicas con su única amiga.
Todas las envolturas de galletas y de frituras estaban esparcidas en el suelo y ni hablar de las manchas de chocolate que dejé por todas lados. Un caos.
Cuando al fin terminé de asear todo, aunque parecía que nunca lograría terminar, fui al baño a darme una merecida ducha para eliminar cualquier rastro de sudor, estaba empapada de sudor y no estaría así para cuando llegara Abdel.
Luego de un rato salí para ir al armario a buscar que ponerme estuve debatiendo en que sería mejor hasta que decidí que era mejor utilizar algo sencillo. Al fin y al cabo no saldremos a ninguna parte.
Mejor algo sexi, habló mi conciencia como siempre de impertinente. Aunque no pude evitar pensarlo, si me pongo algo sexi lo único que conseguiría es provocarlo y terminaríamos teniendo sexo... Tiene tiempo que no tengo relaciones sexuales, mejor descarte la idea.
Solo sería yo, así que opté por ponerme una blusa holgada blanca, un short de mezclilla y mis chancletas.
Me hice una coleta mal hecha y me dirigí a la sala a esperar, en lo que esperaba me puse a ver televisión la película que estaba viendo había acabado, eso me entristeció porque no supe que pasó con la muchacha y su hermanita.

El timbre sonó. 

Había llegado, sigo poniéndome nerviosa cuando se trata de él.
Camine para poder abrirle la puerta cuando lo hice mi mirada recorrió todo su cuerpo lleva una camisa de botones azules y su pantalón es negro, se ve guapo. Muy guapo. Al verlo así me sentí mal porque él parece salido de una revista y yo... Parece que voy a limpiar la casa y eso que ya lo hice.

—Buenas noches —me regaló una de sus típicas sonrisas.

—Hola guapo —dije coquetemente. Yo sólo dije la verdad me acerqué para besarlo.

Pasamos a la sala, en lo que él se sentó en el sofá me dirigí a buscar platos, copas y vino a la cocina, osea no le iba a dar de beber cualquier cosa, él seguía siendo una persona de dinero. En estos momentos agradezco que Aina hubiera comprado vino ayer para emborracharnos, cosa que no hicimos porque me la pasé llorando toda la noche.
Una vez que serví la comida y el vino me senté a su lado, mientras que la televisión era lo único que se oía de fondo y el ruido de el exterior.
Estábamos cenando en silencio.
Todo era silencio, creo que me estaba empezando a acostumbrar aunque no me guste mucho.
Él desde el principio lo dijo, no podía esperar mucho de él pero aún así tengo la esperanza de que cambiará un poco por mí.

—Lo siento si te incómoda, el que no hable —dijo poniendo el plato vacío en la pequeña mesa que está en frente, si que tenía hambre—. Suelo ser así siempre.

—No te preocupes, yo entiendo que eres así —dije copiando su acción de poner el plato en la mesa que a diferencia del de él mi plato tiene comida, agarré mi copa para beber un poco de vino y no decir algo más.

Él suspiró.

—Me pareces guapa, no lo negaré pero no puedo darte lo que tú mereces —me miró.

—¿Qué es lo que merezco según tú? —pregunté extrañada devolviéndole la mirada.

—A alguien que te adore —ah. Eso es lo único que he querido en mi vida, mi abuela me dice que tengo un gran corazón y que soy una buena persona.

—¿Cómo sabes que no puedes ser esa persona? Ni siquiera hemos intentado algo —conteste molesta. Realmente necesito que este conmigo.

—Buen punto —solo se limitó a asentir.

—Quiero intentar una relación contigo, desde la primera vez que te vi encontré guapo, demasiado y sé que voy muy rápido —solté un suspiro. Siento que no tiene caso hablar—. No sé cómo lo hiciste pero te metiste en mi corazon muy rápido. Y es que en realidad me asusta porque nunca me había sentido así con nadie, sé que suena raro lo sé pero solo sucedió y cuando me di cuenta me enamoré —el tono de mi voz fue disminuyendo.

—Intentaré algo contigo, solo pido que me entiendas no soy la persona correcta para ti, tampoco esperes mucho de mi —agacho la mirada, casi nunca hace por mirarme a los ojos cuando expresa sus sentimientos.

—Nadie es perfecto en la vida o en el mundo —solté para que entienda que a pesar de su forma de ser me gusta. Me gusta hasta con su humor bipolar.

—Una de las razones por las que llamaste mi atención —alzo la mirada. Ahora si me miró a los ojos, esos ojos bonitos que fuero lo primero que vi en él.

—Una... ¿Entonces hay más? —de cierta forma esa respuesta le dio más esperanzas a mi tonto corazon ilusionado. Digo más porque ya llevo una lista bastante larga.

—No lo sé —sonrió malicioso.

—Lo tendré que averiguar —dije fingiendo seriedad.

Me acerque a sus labios y lo besé.

Al principio el beso fue lento como si necesitaramos plasmar nuestros sentimientos en el beso, pero de un momento a otro se volvió rápido, desesperado.

Me subí a su regazo mientras continuamos besándonos.

—Vamos a mi habitación —dije jadeando, él asintió de inmediato.

Coloqué mis piernas en su cintura y me cargo, le iba dando instrucciones de donde queda mi habitación, al cerrar la puerta me baje y lo tiré a la cama.
Me acerque muy lento para seguir besándolo.

Mientras le desabrocho la camisa observo cada parte de su cuerpo, sus músculos definidos que no son tan exagerados, tal y como me gustan.
Le quité la camisa para aventarla en alguna parte de la habitación lo volví a besar desesperadamente, se separó para besar mi cuello y aproveché para susurrar en su oído: te amo.
Me entregue a él, sentí más nervios que mi primera vez.

La diferencia de ahora es que al hacerlo tambien le entregué mi corazón y mi alma.

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