imagina, ambas son unas completas locas y psicópatas asesinas, aunque Lauren intenta controlarse porque no le gusta mucho, pero cuando se trata de Camila no duda en matar a quien se le ponga enfrente.
Por otro lado, Camila, lo disfruta, disfruta el...
Ya teníamos todo preparado, ya había vendido mi moto, compramos las armas con una cuenta falsa que cree, los chalecos, máscaras, de las cuales usariamos dos idénticas, y los smoquin también, y dimos la dirección de una casa que estaba en venta a unas cuantas calles de su casa, para que no tuviera que ver en nada conmigo o con Camila, cubrimos bien nuestro rastro está vez, lo único que nos preocupa era que tarde o temprano sabrían que yo había asesinado a Austin, y que Camila estaba implicada en el asesinato.
Ya habíamos hablado con Dinah, cuando se lo contamos se rió a carcajadas, luego se preocupó, para después regañarnos por ser "idiotas", pero accedió a ayudarnos, le agradecimos y ofrecimos dinero pero ella simplemente no quiso aceptarlo.
Usaríamos el Mustang para el robo, le cambiamos la placa, así que no sabrían que es el auto de Austin, habíamos decidido hacer el asalto de noche, ya que a la luz del día sería más fácil que nos vieran, estábamos a quince minutos de hacer la segunda locura más grande del mundo, pero estábamos tranquilas, demasiado diría yo, esto se sentía como si fuera algo normal en nosotras, como si toda la vida lo hubiéramos hecho.
El banco era pequeño, pero siempre tenían buenos ingresos, y estaba segura que tenían una gran cantidad de dinero guardado en la bóveda. Camila y yo lo habíamos estado investigado, dos guardias, cinco personas atendiendo en las cajas, y ocho cámaras, normalmente habían entre diez y quince personas adentro del banco, haciendo sus cosas, ya sea sacando o guardando dinero.
No sería tan difícil.
-Lista mi amor?- volteó a verme, estábamos sentadas dentro del Mustang, frente al banco del otro lado de la calle.
Camila: Si cariño, ¿y tú, estás lista?- asentí y me acerqué a su rostro para dejar un beso en sus labios- bien hagámoslo.
Salimos del auto con las pistolas en una mano, las mochilas que utilizaríamos para guardar el dinero colgada de un hombro, ella llevaba una mochila, y yo dos, y nuestras máscaras en la otra mano.
-Ponte la máscara amor- estábamos a unos cuantos pasos de la entrada al banco.
Camila: ya voy. Listo, ¿Me veo bien?- la ví pies a cabeza, y la verdad es que ese atuendo le sentaba muy bien.
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-Te ves increíble cariño. ¿Que tal me veo yo?- di una vuelta para que me viera bien.
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