descenso a la oscuridad

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ᴘᴀɴᴅᴇᴍᴏ́ɴɪᴜᴍ




-Sin duda estás de broma -dijo el gorila de
la puerta, cruzando los brazos sobre el enorme pecho.

Dirigió una mirada amedrentadora al muchacho
de la chaqueta roja con cremallera y sacudió la
afeitada cabeza.

-No puedes entrar con eso ahí.

Los aproximadamente cincuenta adolescentes

que hacían cola ante el club Pandemónium se
inclinaron hacia adelante para poder oír. La espera
era larga para entrar en aquel club abierto a todas
las edades, en especial en domingo, y no acostum-
braba a suceder gran cosa en la cola. Los gorilas

eran feroces y caían al instante sobre cualquiera
que diera la impresión de estar a punto de causar
problemas. Clary Fray, de quince años, de pie en la
cola con su mejor amigo, Simón, se inclinó como
todos los demás, esperando algo de animación.

-¡Ah, vamos!

El chico enarboló el objeto por encima de la
cabeza. Parecía un palo de madera con un extremo
acabado en punta.

-Es parte de mi disfraz.

El portero del local enarcó una ceja.

-¿Qué es?

El muchacho sonrió ampliamente. Tratándose
Pandemónium, tenía un aspecto de lo más
normal, se dijo Clary. Lucía cabellos teñidos de azul eléctrico, que sobresalían en punta alrededor
de la cabeza igual que los zarcillos de un pulpo
sobresaltado, pero sin complicados tatuajes
faciales ni grandes barras de metal atravesándole
las orejas o los labios.

-Soy un cazador de vampiros. -Hizo presión sobre
el objeto de madera, que se dobló con la facilidad
de una brizna de hierba torciéndose hacia un lado-. Es de broma. Gomaespuma. ¿Ves?

Los dilatados ojos del muchacho eran de un
verde excesivamente brillante, advirtió Clary: del color del anticongelante, de la hierba en primavera.
Lentes de contacto coloreadas, probablemente.
El hombre de la puerta se encogió de hombros,
repentinamente aburrido.

- Ya. Entra.

El chico se deslizó por su lado, veloz como una
anguila. A Clary le gustó el movimiento airoso de
sus hombros, el modo en que agitaba los cabellos
al moverse. Había una palabra en francés que su
madre habría usado para describir al muchacho:

𝑖𝑛𝑠𝑜𝑢𝑐𝑖𝑎𝑛𝑡, despreocupado.

-Lo encontrabas guapo -dijo Simón en tono
resignado-, ¿verdad?

Clary le clavó el codo en las costillas, pero no
respondió.

Dentro, el club estaba lleno de humo de hielo
seco. Luces de colores recorrían la pista de baile,
convirtiéndola en un multicolor país de las hadas
repleto de azules, verdes ácidos, cálidos. rosas y dorados.

El chico de la chaqueta roja acarició la larga hoja
afilada que tenía en las manos mientras una
sonrisa indolente asomaba a sus labios. Había
resultado tan fácil... un leve glamour (un
encantamiento) en la hoja, para que pareciera inofensiva, otro poco en sus ojos, y en cuanto el
encargado de la puerta le hubo mirado
directamente, entrar ya no fue un problema. Por
supuesto, probablemente habría conseguido pasar
sin tomarse tantas molestias, pero formaba parte de la diversión, engañar a los mundis, haciéndolo
todo al descubierto justo frente a ellos, disfrutando
de las expresiones de desconcierto de sus rostros bobalicones.

Eso no quería decir que los humanos no fueran
útiles. Los ojos verdes del muchacho

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⏰ Última actualización: Jul 24, 2022 ⏰

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