II. Vi morir mis sueños

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POV Flavio:

Roncaba profundamente. Estaba soñando en el programa de Operación Triunfo, permanecía allí hasta el final... todo iba super rápido... quedaba incluso segundo. Madre mía, era un sueño más bien de puta madre, ojalá vivir eso en la realidad. Lástima que el último chillido de mi madre me despertara de golpe e hiciera que me sobresaltara pensando que se estaría quemando la casa.

– FLAVIO, QUE HAY QUE IR AL INSTITUTO, QUE ESTAMOS A 5 MINUTOS EN COCHE – me decía mi madre más nerviosa que otra cosa.

Saqué toda la ropa amontonada de la maleta. Mierda Flavio, no has planchado una puta mierda. Cogí unos vaqueros negros y una sudadera negra, que de hecho era mi favorita con una rosa, me flipaba, me la regaló mi mejor amigo de la infancia, Gèrard, el cual llevo sin ver 5 o 6 años ya que se mudó aquí, a Madrid.

Me eché colonia rápido, me repeiné el flequillo y bajé corriendo al coche de mi madre, el cual al parecer no arrancaba. Cojonudo, primer día y encima tarde, que bien.

– Flavio, lleva a tu hermana en mi bicicleta, pero corre – Me dió las llaves super convencida, pero vaya, que yo tenia 0 esperanzas en ello.

Subí a la bici dejando atrás sentada a mi hermana y empecé a pedalear bastante rápido intentando mantener el equilibrio como puedo.

Al coger una curva, solo tenía que ir recto y llegaría al instituto, pero una chica se cruzó en mi camino, por lo que frené totalmente de golpe y caímos mi hermana y yo al suelo.

Abrí los ojos y lo primero que vi fue a aquella chica agachada frente a mí. Era de pelo castaño y le caracterizaba una pequeña verruga sobre la ceja derecha. Me empezó a acariciar el brazo detenidamente.

Giré la cabeza y vi a mi hermana. No parecía pasarle nada ya que se incorporó poniéndose sentada bastante rápido riéndose incluso un poco por la situación. Siempre seremos el team desastre.

– Joder, ¿estáis bien? – Me zarandeaba un poco la chica y asentí varias veces al verla preocupada.

– Si... yo sí, tranquila – Le dediqué una pequeña sonrisa y al mirar a la derecha, vi mis gafas rotas, cojonudo, vaya comienzo.

Me ayudó a levantarme y ayudó también a mi hermana, cogió la bici y nos miró.

– Joder... lo siento, de verdad... – No dejaba de suspirar y negar, y al rato, nos mira rascandose la nuca – Mi padre es mecánico... os arregla si quereis la bici gratis... y así no tenéis problema con ello...

Nosotros asentimos convencidos, no teníamos problema en ello, salía gratis, así que todo perfecto, aunque miré mis brazos y estaba sangrando por los codos pero no era muy doloroso. Miré a mi hermana y me hizo un pequeño gesto indicándome que todo estaba bien. Asentí y volví a mirar a la chica atentamente.

– Os llevo en mi moto a donde sea... – Sacó las llaves y empecé a negar varias veces.

– No, no, qué va, si donde íbamos es a aquel Instituto – Señalé el del fondo y nos miró algo sorprendida.

– Ostras, allí voy yo también – empezó a reír un poco – Venga, os acompaño y así vamos juntos.

Tras esto, empezamos a andar. La chica se presentó al igual que nosotros. Se llamaba Ana Julieta, pero esta acostumbrada a que la llamen Anaju, vivía en Teruel pero al igual que nosotros, se vino aquí a estudiar por temas familiares. Vivía justamente enfrente de nosotros, vaya casualidad.

Al llegar al instituto, se despidió entre risas, nos dijo a donde teníamos que ir para preguntar cual era nuestra clase y miré a mi hermana.

– Bueno... preguntemos al portero... – ella asintió y fuimos a preguntarle.

Nos confirmó que era el aula 601 y 602, a ella le tocaba justamente la de al lado, por lo que fuimos buscando aula por aula hasta encontrarlas.

– Suerte, anda – Me deseó con una sonrisa, a lo que yo le sonreí y la abracé

Respiré profundamente y toqué la puerta, la abrí y pasé mirando al profedor atentamente.

– ¿Se puede...? – Me sonrojé al instante al notar la mirada de todos, miré a los alumnos del aula y entre ellos, encontré a la chica de antes sentada junto a un chico rubio con un tatuaje en el cuello. Sacudí la cabeza y volví a mirar al profesor.

– Flavio Fernández, ¿no? – Me sonrió dejando los libros a un lado – Chicos, este es el chico nuevo, Flavio, quiero que lo tratéis bien y que le vayáis enseñando poco a poco todo esto.

Madre mía, Flavio Augusto, que putísima vergüenza. Miré a todos sonriendo levemente y me senté en el único sitio libre, junto a una chica con ojos saltones y azules, algo muy peculiar, pero parecía maja, por lo que le sonreí.

– Hey... soy Eva, encantada – susurró sacando las cosas de la asignatura y me sonrió.

– Yo Flavio, encantado – susurré y después me di cuenta de la gilipollez que acababa de soltar. Flavio, mi vida, acababa de decir el profesor tu puto nombre, madre mia.

Me volví a sonrojar y seguí su clase. Vaya día de presentaciones me espera...

Palomitas de maíz || FLANAJU {Flavio y Anaju}Where stories live. Discover now