10. Bastardo infiel.

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La semana pasa tan rápido como empezó, cuando menos me doy cuenta ya es viernes por la tarde, y ya estamos volando a Nueva York en el jet privado del abuelo Monroe. Estoy sentada leyendo —una vez más— Orgullo y Prejuicio, uno de mis libros favoritos. Mamá se ha pasado todo el vuelo dibujando en su cuaderno de ideas, todo ha sido muy ameno.

Por otro lado, mi semana ha estado algo pesada, con varios trabajos en el instituto, y papá presionadome con las solicitudes para universidades. Aún me queda tiempo para saber lo haré, no entiendo porqué tanto apuro. También he salido con las chicas, y hoy Ben organizó una cena en su casa, me disculpe por no poder asistir.

—¿Le contaste a Lucas que estarías en Nueva York ? —rompe el silencio mamá.

—Le dije que tal vez vendría —contesto—. No quise confirmarle nada para que sea sorpresa.

Pensé que sería mejor no decirle nada a Lucas, le dije que lo de mi viaje a Nueva York estaba cancelado, así podré sorprenderlo, ya quiero ver su cara cuando me vea llegar a su apartamento.

—Ay, el amor. Recuerdo perfectamente como tu padre viajaba desde Oxford hasta Nueva York para visitarme — cuenta mamá, aunque ya me sé su historia de memoria—. Y eso que en ese momento nos habíamos dado un tiempo.

Mamá y papá se conocieron en su último año de instituto en Nueva York, papá se había mudado con los abuelos a Nueva York por una nueva sede que querían abrir ahí, mamá siempre dice que hicieron "click" al instante. Estuvieron casi un año juntos, pero papá se mudó a Inglaterra para estudiar en Oxford y mamá se quedó en Nueva York para estudiar en Parsons, así que se tomaron un tiempo para ser solo amigos, cuando papá estuvo devuelta en el país retornaron su relación. Su propio libro de romance.

—Me gusta ver a papá y a ti enamorados, mamá —le digo, ella me da una sonrisa dulce.

—Nos amamos intensamente, cariño —responde con aire de enamorada—. Es todo lo que aspiro para ti.

—Así será, mamá.

La azafata nos indica que nos pongamos los cinturones porque estamos a nada de aterrizar, pasan unos minutos y el avión aterriza en la pista del aeropuerto. Es casi media noche, y ambas estamos exhausta, el chófer de mamá nos lleva hasta el piso que mis padres compraron aquí.

El tráfico aquí es una locura, pero al fin llegamos al apartamento en Manhattan, es todo un piso, con una amplia sala de estar, una gran cocina, tres habitaciones, en fin, todas las comodidades, lo mejor es la vista a la ciudad, todo un espectáculo.

Mamá y yo vamos a nuestras respectivas habitaciones para descansar, mañana será un largo día.

Observo mi outfit de hoy, camiseta negra, chaqueta del mismo color, con falda y tenis blancos. Iré a ver a Lucas a su apartamento, él no sabe que iré, claro, pero conozco lo suficiente a mi novio para saber que se pasará la mañana durmiendo, así que estará ahí. Mamá fue temprano a ver unos asuntos, la sesión será esta tarde, después ella tiene una cena de negocios por la noche, mañana desayunamos y luego tomaremos un vuelo devuelta a Los Ángeles. Mi mamá está acostumbrada a esta rutina.

Tomo mi bolso colgante Dior y bajo a la calle, ahí un auto que mamá asignó para mi me llevará a donde vive Lucas, que aunque esté algo cerca de aquí, no creo que lleguemos pronto, el tráfico de Nueva York es horrible. Saludo al chófer para luego indicarle la dirección, asiente y empezamos a dirigirnos al lugar.

Observo las concurridas calles de la ciudad, Nueva York me encanta, sinceramente me veo viviendo algún día, me gusta Los Ángeles, pero no es comparable con todo el aire neoyorquino. Pero si ni siquiera sé que estudiar, no creo mudarme aquí muy pronto, ya veremos.

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