Tercer Acto: El camino fragmentado. Parte 1

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''Aquellos abandonados por la tormenta, fueron capaces de apoyar sobre sus hombros los cimientos del nuevo amanecer. Con los pies sobre un trayecto intermitente, que apenas y lograba mostrar en las rocas un destino proyectado hacia la consumación, el nombrado pudo encaminar una vez más a los senderistas dedicados a restaurar su pesar y adoquinar una vereda singular. Siendo intérpretes de su propia cruzada, los trotamundos pudieron subsanar las hendiduras cizallantes que dificultaban su andar, dejando a sus espaldas un estímulo para todo aquel dispuesto a caminar en la senda del soñador.''

Diario de los perdidos; Año desconocido.

''¡Zander!''

La estrepitosa voz característica regresaba de entre las sombras y hacía presencia, zumbando en las cavidades imaginarias de su mente, inundándola con un pavor estremecedor. Poco a poco, se fue aclarando su panorama visual, apareciendo en una escena que él mismo había decidido olvidar. Como todo sentido de supervivencia e instintos adquiridos generación tras generación, imposibles de suprimir por el simple deseo y fuerza de voluntad, Zander fue partícipe de aquel acto una vez más; acto que se abrió camino entre las grietas antes selladas por la negación y resquebrajadas por su propia debilidad.

Un relámpago blanco penetró entre sus córneas, cegándolo durante unos instantes. Intentó mover sus brazos, pero fue inútil, como si una fuerza sobrenatural se hubiera apoderado de su ser. A su alrededor se escuchaban gritos y alaridos incomprensibles, así como un leve crepitar que gradualmente parecía adquirir fortaleza. Por alguna razón le era imposible enfocar su visión a un punto fijo, pues una muralla de escombros lo mantenía preso del mundo exterior. A través de los pequeños y sinuosos espacios entre las ruinas que lo sellaban, pudo apreciar a lo lejos una figura conocida.

Una Buneary corría despavorida en la búsqueda de aquel pobre panzón que yacía entre lo que solía ser su casa. 

—¡Zander! ¡¿Estás bien?! ¡ZANDER!

—¡LILY! ¡AYÚDAME POR FAVOR! ¡SÁCAME DE- ¡Agh!

Fue incapaz de terminar su frase, debido a un dolor punzante proveniente de su ojo derecho. Su cuerpo le pedía a gritos que se tapara con fuerza el órgano visual, con lo que logró liberar su brazo derecho y postró la palma sobre su rostro. Al sentir aquel cálido líquido fluyendo a través de su tejido, solo podía suponer el peor de los finales para su cuenca ocular, y con la pata ensangrentada hizo presión sobre su ojo tratando de contener la hemorragia de la herida para al menos no seguir desangrándose.

Un ataque de tos lo invadió debido a la ceniza y el humo que viciaban el aire. Tampoco estaba muy esperanzado de poder ser rescatado por su amiga, pues ella era como máximo un tercio de su masa total en comparación, y no podría ejercer fuerzas considerables hacia los tablones de madera que aplastaban su espalda, haciéndole perder oxigenación con cada bocanada que daba.

—¡Ya le hablé a mi papá, Zander! ¡Viene en camino junto con mi mamá hacia acá! ¡Aguanta un poco más!

—No puedo- no puedo respirar...

—¡ZANDER! —Buneary se tiró al suelo e intentó levantar una tabla de madera, pero solamente logró ensuciarse al no poder moverla ni un milímetro.

—¡Apárrrtate bomboncito! Deja a papá hacerrr su trrrabajo. —Un Ursaring de estatura alta y con gran musculatura apareció detrás de la coneja.

El Ursaring se arrodilló y con ambos brazos removió viga tras viga, con gran facilidad. En menos de un minuto, ya había liberado al pequeño de lo que pudo haber sido la peor de sus tumbas. Le limpió el lomo y le ofreció unos momentos para respirar.

—¿Puedes levantarrrte o necesitas que te eche una mano, eh Zander?

Después de toser y escupir flemas de coloración oscura debido a la intoxicación por humo, retomó el aire y se levantó con dificultad. Aun tambaleándose, quiso demostrarle a Ursaring que su integridad todavía se encontraba en buenas condiciones.

Pokémon: La odisea del creyenteWhere stories live. Discover now