| Winter Things |

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Constantes maullidos brotaban de una amplia caja, preciosos gatitos —tan idénticos a su madre Tama, quien los acompañaba—, reposaban ahí sobre una suave y esponjosa sábana.  Por más que al lado estuviera una esponjosa cama para mascotas, los gatos decidieron que una caja era más cómoda. Kazuha suspiró con divertida resignación ya que no le resultaba una sorpresa, a lo largo de los años Tama había sido igual de impredecible, durmiendo desde los lugares más extraño y normales. Jamás olvidaría cuando la encontró durmiendo en la caja del cereal. No obstante, si querían que ella usará la cama, colocar alguna prenda de Tomo siempre funcionaba.

La sonidos felinos eran aderezados con la risa alegre de su amante, él más que nadie adoraba a los gatos, y ellos también lo amaban a él; no dejaban de buscar el tacto de Tomo, deseando sus caricias con mucha insistencia, empujándose ligeramente entre ellos con tal de que fueran tocados por las cálidas manos del rubio. Al igual que su madre, tenían un afecto absoluto e incondicional por él. Eran tan traviesos y empalagosos, siempre siguiéndolo a todas partes de la casa como patitos bebés a su mamá, buscando estar a su lado o debajo de su ropa.

Los gatos siempre añoraban el calor, pero en épocas invernales aquello incrementaba, y era necesario sobretodo al ser tan pequeños. La caja se ubicaba cerca de la chimenea, extinguiendo cualquier rastro de frialdad que pudiera existir.  Al mismo tiempo que jugaba con los felinos, también evitaba que algunos comenzarán a jugar con las esferas navideñas que colgaban del árbol cercano, habían sido lo suficiente precavidos al comprar de plástico para evitar desorden y heridas.

La iluminación que entregaba las luces navideñas y el fuego de la chimenea caía sobre los rasgos preciosos del rubio. Para los ojos carmesí, Tomo siempre era bonito; su cabellera de miel tan suave como arena con retazos de sol y sus ojos de amatistas tan expresivos, estrellas se solían presentar en ellos cuando miraba un gato o a él.

Y Kazuha... Se enorgullecía, al mismo tiempo de sonrojarse, de generar esa reacción.

Tomo jamás fallaba en encandilarlo con su belleza inaudita que también incluía su alma, permaneció observándolo unos instantes hasta que su corazón decidió que era mejor estar a su lado que contemplarlo.  Cada parte de él deseaba también su calor y no sólo por el frío que se manifestaba,  una vez terminado el chocolate caliente, lo sirvió en tazas y colocó una ligera ración de bombones.

Mientras se acercaba, se percató que la sábana que antes estaba sobre los hombros de Tomo, se había deslizado hasta llegar al suelo. El chico de cabellera de oro no se había percatado de aquello al estar más enfocado en el bienestar de los hijos de su mascota y su mascota en sí, más que el suyo propio.  Kazuha colocó las tazas en el suelo y antes de que el rubio pudiera saludarlo,  él agarró la cobija y la posicionó sobre la cabeza de ambos, abrigándolos, como si estuvieran en el umbral de una cueva.

—Gracias, Kazu-chan... —habló Tomo, un rubor se extendió en sus pómulos, al parecer el aludido había abrigado algo más que sólo su cuerpo.

Kazuha se limitó a responder con un beso en la mejilla, sintiendo la piel bajo sus labios levemente caliente. Luego, acomodó su cabeza en el hombro del rubio y ambos se acurrucaron bajo la sábana, disfrutando el calor que generaba la cercanía de sus cuerpos y de chocolate caliente junto con galletas de gengibre que Thoma les había regalado en la víspera de Navidad que se celebró en la hacienda Kamisato.

La madre de los pequeños lamía con afecto la cabeza de sus hijos, quiénes gozaban de ese gesto y se acercaban más a ella.

—Tama tiene un corazón enorme. —acotó con suavidad Tomo luego de que el joven Kaedehara acomodara su cabeza en el regazo de él, que era tan agradable como su pecho; en verdad cada parte de Tomo era absolutamente acogedora y cálida. Kazuha era honesto de manera completa cuando respondía que le encantaba todo acerca del rubio.

Lovers' Oath「TomoKazu」Where stories live. Discover now