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Las cuatro amigas, preocupadas por Hyejoo, corrieron a su apartamento ya que la pelinegra no había asistido a la escuela aquel día.

Sabían que eso era peligroso, sabían que haberle entregado la carta lo era, pero ese fue el último deseo de Chae, y como se lo prometieron, lo cumplieron.

Llegaron finalmente al lugar, tocaron la puerta y nadie abría, no se escuchaba nada.

Sooyoung sacó la llave de repuesto que tenía de ahí, cuando a Hyejoo le diagnosticaron depresión, ella decidió tener una copia de la llave por cualquier eventualidad, lo que más deseaba era que su mejor amiga estuviera bien.

Abrieron y finalmente entraron, todo estaba oscuro, parecía que no había nadie, pero aquello era imposible, Hyejoo si estaba ahí.

Corrieron a su cuarto y no la encontraron.

Dirigieron su vista a la puerta del baño, donde por debajo se escapaba un poco de la luz de aquella habitación.

Sooyoung fue la primera en reaccionar e intento abrir la puerta.

Estaba con seguro.

-¡Hyejoo! Abre la maldita puerta, sabes que soy capaz de derribarla si hace falta-Gritó pero no obtuvo respuesta.

Las demás observaban preocupadas, y Hyunjin preparó el celular por cualquier cosa.

Tal y como amenazó  Sooyoung, derribó la puerta, probablemente ayudaba el hecho de que la manilla fuera de pésima calidad.

Ella y Hyunjin entraron mientras Heejin y Jiwoo registraban la habitación buscando cualquier cosa que su amiga hubiera dejado.

Y la vieron.

Sooyoung se paralizó al igual que lo hizo Hyunjin.

Hyejoo yacía inerte a los pies de la ducha, junto una carta sobre una de sus manos. Al lado, un frasco de pastillas...Sus antidepresivos.

Ninguna de las dos lo podía creer. Ambas se lanzaron al cuerpo de su amiga, gritando incoherencias y rogándole a quien fuera para que aquello fuera una broma de mal gusto.

Un poco antes de los desgarradores gritos y lamentos de sus novias, Heejin y Jiwoo habían encontrado sobre su escritorio dos cartas.

Una era la de Chae y otra la de ella.

Tomaron ambos sobres y cuando escucharon los gritos, corrieron al baño.

Apenas lo vieron sintieron sus mejillas humedecer.

Y así, llamaron a una ambulancia, quienes en un nulo intento de salvar su vida, la llevaron a un hospital.











Aquella noticia fue inevitable. Llevaba horas de haber ingerido aquellas pastillas y había fallecido hacía ya mucho tiempo.

Las cuatro amigas no lo podían creer, no otra vez.

Primero Chaewon y ahora Hyejoo.

Cuando les pidieron retirarse, no sin antes haber contactado a los padres de la pelinegra, todas fueron al apartamento de Jiwoo.

Al llegar sacaron ambas cartas.

Las leyeron y no evitaron romper en llanto.

Sus dos amigas se habían ido.

Y ellas no lo pudieron evitar.

Time | HyewonWhere stories live. Discover now