Cuestión de gustos

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Noté una mirada distinta
Me remontó a tiempos antiguos
Aquellos donde jugábamos a mantenernos unidos
Cuán confundido me sentí al darme cuenta
A mí no dirigías tu mirada
¿Todo se quedará en anhelos?

-Angel Romu Campz-

Hace poco nos hicimos parte de un grupo de 3 chicas y un chico, siempre que el reloj marca las 8:30, salimos a desayunar a la cafetería del instituto. En una de esas mañanas quedamos en ir a la feria que se va a poner cerca del kiosco.

Maricela tiene ojos grandes, un cabello ondulado y de color chocolate (que esta a punto de llegarle a la cintura), su fleco le cubre gran parte de las cejas y estoy casi seguro que su altura es menor a 1.50 metros.

Rebeca tiene ojos del color del mar, su cabello va más allá de los hombros y es totalmente lacio, me llega a la altura del hombro y su piel no tiene mucho color.

Mariana presume unos bonitos ojos café claro, es de estatura promedio, su cabello es negro y su corte no sobrepasa el cuello.

Yahir podrá parecer alguien muy delgado pero dudo mucho que un atleta como él sea débil, sus ojos y cabello son café, tiene un corte tipo militar y es más alto que Alejandro y yo.

Son las 6:30 de la tarde, Alejandro y yo estamos enfrente del kiosco, de pronto se nos acerca Maricela, nos saluda y platicamos un rato, hasta que los seis estamos en el mismo lugar, entonces comenzamos a recorrer los puestos.

Después de la derrota de los seis en tiro a los globos con dardos, nos acercamos a un puesto de canicas, Maricela propone jugar en parejas y que estén conformadas por una mujer y un hombre.

Casi todos rechazan su idea, -Yo creo que está bien, porque sólo hay espacio para que jueguen 3 personas, si hacemos equipo nos podemos rolar los turnos- digo en un intento por no desanimarla.

Es entonces que Alejandro me apoya y los demás aceptan. Maricela es la primera en hacer equipo con Alejandro, Yahir tiene a su lado a Rebeca, por lo que yo hago equipo con Mariana.

Al contar los puntos que indica el tablero, Alejandro tiene como premio un celular de juguete con agua, Maricela una manita pegajosa, Yahir un trompo con luz, Rebeca un erizo con luz led, Mariana un yoyo y yo una pelota.

Así pasamos la noche de juego en juego, acumulando premios de niños y llevándolos con orgullo hasta que llegamos a la parte de los juegos mecánicos. Al ver la canoa que da una vuelta de 360 grados todos nos emocionamos, menos Rebeca.

-Ustedes suban, yo le tengo miedo a las alturas- dice -Sirve que les cuido sus cosas-

-Yo me quedo con ella- digo -Sirve de que vamos a los puestos de comida a ver que hay-

Casi de inmediato Maricela se pega a Alejandro, puedo presentir que ella no va a dejar escapar ninguna oportundad. Todos nos encargan sus cosas y entonces Rebeca y yo nos quedamos un momento viendo como inicia el juego.

-No sé como pueden subirse a eso- dice -Me siento mal porque por mi culpa no pudiste subirte-

-No te preocupes, la verdad es que tengo hambre desde hace rato-

Ella me mira y puedo ver que lleva el mundo en sus ojos. A simple vista pensarías que son azules pero si vez de cerca podrás ver que de la pupila emana un tono marrón muy sutil. Al darse la vuelta ve una canasta de baloncesto - Antes de ir a buscar comida, ¿podemos jugar ese?- me señala el puesto.

-Claro, nunca es suficiente-

Me sorprende ver cómo logra encestar cinco veces seguidas el balón -Eres súper hábil- reconozco.

¿Por Qué Tengo Que Amarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora