Veintiséis.

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BELLAMY

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BELLAMY

—¡Finn necesita un médico! —chilló Nicasia en cuanto la soltó en la enfermería, cerrando la puerta tras él. Giró, dispuesta a salir cuando se encontró con el cuerpo de Bellamy—. ¡¿No lo viste?! —inquirió sin fuerzas.

—Sí, Nicasia, cálmate, por favor —rogó, incapaz de soportar verla de esa manera. Tan fuera de sí, tan descontrolada.

—¡¿Que me calme?! ¡¿Cómo quieres que me calme?!

Bellamy tomó su rostro entre las manos, ignorando la comida pegada en su cabello y mejilla, entremezclándose con la sangre. Nicasia se encontró con sus ojos y suspiró, sus labios temblaron.

—Wells está con él. Ha llamado a Avram en cuanto la pelea empezó. Lo atenderán en aislamiento —explicó, despacio. No quería añadir más nervios en Nicasia, quien cerró los ojos, rindiéndose por un instante. Para su asombro, se acercó a él para envolverlo en un abrazo, escondiendo el rostro en su pecho.

—Cielos, Bellamy... —susurró. Bellamy la rodeó por los hombros y apoyó la barbilla en su cabeza; tolerando el dolor en la voz de Nicasia—. Casi lo mata...

Acarició su cabello, sintiendo la impotencia crecer dentro de sí. Aunque Nicasia no hubiera derramado una sola lágrima, Bellamy quería salir de la enfermería y hacerle a Vadik lo mismo que le había hecho a Finn. No por Nicasia, sino porque ya había tenido suficiente.

De no haber sido por Wells, otra vez, ahora no estaría con Nicasia entre sus brazos, estaría siendo atendido en un hospital junto a Vadik.

—Está bien —murmuró ante el silencio. Las manos de Nicasia envolvieron su camisa, como si temiera que no fuera real—. Finn estará bien —añadió, dando un paso hacia atrás a duras penas. Tomó una mano de Nicasia para guiarla hasta la camilla más cercana—. Siéntate, hay que limpiar esas heridas hasta que llegue Avram.

A diferencia de la protesta que había montado en el piso superior cuando Wells y él la encontraron en el pasillo de las celdas, tomó asiento en la camilla, con las piernas balanceándose hacia delante y atrás, la cabeza gacha, perdida en sus pensamientos; preocupada.

—No se detendrán —susurró Nicasia cuando Bellamy se paró ante ella con un paño mojado en alcohol.

—Ey... —llamó, apoyando una mano en su rostro para que alzara la mirada. Estaba peor que cuando la conoció. A través del baño de sangre, diferenció un moratón rodeándole el ojo izquierdo con un derrame, su boca hinchada al igual que su nariz, donde yacía una pequeña herida abierta en el puente; otra herida se asomaba en su frente. No quería imaginar cómo debía estar el resto de su cuerpo—. No permitiré que te vuelvan a lastimar —aseguró en voz baja.

Nicasia sonrió con debilidad, ladeando la cabeza contra la palma de su mano.

—No es algo que puedas controlar, Bellamy —repuso.

Errante || Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora