Capítulo 2🌼

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Cuando me desperté, todo estaba aturdido. Nada tenía sentido, y mi espalda me estaba matando, protestó cuando me estiré del nido de mantas que había formado y cuando habría los ojos, vi que no estaba en mi departamento, de repente se oyeron ruidos fuera del cuarto donde me encontraba y casi grité, pero eché una mano sobre mi boca para amortiguar el sonido. No podía hacer ruido. Un sexto sentido me puso alerta, pero luego fruncí el ceño cuando el golpe de una olla resonó contra unos cubiertos, y hubo un chisporroteo de algo que se freía, el que fue cubierto rápidamente con una maldición antes de que la alarma de incendios se activara.

Me di la vuelta mientras me encontraba en medio de una cama en un rincón de una pequeña habitación. Me quedé mirando un punto fijo de la pared intentando hacer memoria de los últimos sucesos para saber al menos donde estoy. Y lo recordé:

Estábamos en casa de Lukas.

Emily había estado gritando y llorando.

Emily  fue violada.

Caí de nuevo sobre el colchón con un golpe.

Franck Costello.

El pánico creció en mí, pero luego la puerta se abrió de repente. Salté hacia atrás y grité. Seguí gritando cuando se cerró de golpe y alguien corrió hacia mi. Aunque veía que era una amiga, no podía dejar de gritar.

“Franck”.

Mi propia voz me impresionaba. La explosión de la pistola volvió y me pareció ver mi mano retroceder de nuevo.

Debes quedarte callada. La gente oirá”.

Con un grito angustiado, cerré la boca y me derrumbé. Inclinándome hacia adelante, enterré mi cabeza en la almohada. Otro chillido me atravesó. ¿Qué había hecho con la pistola? Oh Dios. Había dejado pruebas. No podía recordar dónde la había puesto.

Unas suaves manos tocaron mi hombro.

-Beth.- Oí la voz de Jessica, una de las pocas personas en quien confiaba. Ella se arrodilló a mi lado y me aferré a ella. -Vamos, levántate. -Su dedo se deslizó debajo de mi barbilla y la levantó, mi cuerpo se retorció hacia adelante, y empecé a golpear mi pecho. El pánico se arremolinaba ahí. Me estaba ahogando. Oh Dios. El arma.

Mi amiga se sentó detrás de mí y bloqueó mis brazos para evitar que siga golpeándome, ella susurraba “todo esta bien" en mi oído mientras nos mecía en un suave movimiento tranquilizador.
Aclaré mi visión mientras sentía mi pulso reducir la velocidad y agarré las manos de Jessica.

-Gracias.

Ella se corrió el cabello oscuro de la cara y sonrió. Era una sonrisa amable, y no me importaba que fuera de piedad. La agarré y la aferré con todas mis fuerzas. Ella no tenía ni idea, no podía tenerla, pero estaba allí.
Di una respiración entrecortada.

-Jessica.

Lukas se detuvo en la puerta de la habitación donde nos encontrábamos. Tenía un delantal blanco atado alrededor de su cintura y estaba sin camisa. Los pantalones vaqueros que llevaba debajo estaban arrugados y rotos en las rodillas. Parecía que había dormido con ellos, pero luego vi las rayas en su pecho y me di cuenta de que había dormido sobre ellos. Había sostenido a Emily durante la noche.
Jess hizo un gesto con la mano hacia él.

-Estamos bien. Estaremos allí en un segundo, ¿de acuerdo?- Él entrecerró sus oscuros ojos.

Fruncí el ceño mientras veía lo despeinado que tenía el cabello, como si una mano hubiera corrido a través de su cabeza una y otra vez. Vi las marcas rojas de arañazos en su pecho y me disparé sobre mis pies.

-¿Me estás jodiendo?

-Beth. -Jessica se puso de pie a mi lado. Trató de bloquearme, pero empujé a un lado todos los sesenta y un kilogramos de ella. -¡¿Te acostaste con ella?! ¿Tuviste sexo con ella anoche?.- Él frunció el ceño y se rascó el pecho. Mis ojos se estrecharon cuando vi más arañazos, largos y rojos. Estaban en toda la longitud de su delgado torso; el rosa contrastando en contra de su pálida piel. Un diferente malestar se apoderó de mí. Gorgoteó hasta lo más profundo y amenazó con hacerme vomitar, pero no podía moverme. Sólo podía mirar con asco.

Él suspiró mientras su mano se levantaba a su cabello. La mano
envuelta alrededor de un puñado de su cabello negro y tiró de ellos antes de volver a respirar hondo. Sus hombros luego cayeron y su mano bajó a su lado.

-¿Qué querías que hiciera, Beth? Me lo suplicó. Ella no quería sentirlo más.

-¿Funcionó? -escupí. Sabía que no lo había hecho. Su mirada cayó al suelo. La toalla que tenía en la otra mano se deslizó hasta el suelo. Luego levantó sus sombríos ojos hacia mí.

-Ha estado llorando desde entonces.

-¡Lukas!

-Oh, vamos, Jessica. -Sus brazos se levantaron-. Tú no estuviste aquí. Yo era el único. Sabía lo que debía hacer. Emily fue un completo desastre toda la noche y ésta -Su mano me señaló-, era una zombi también. Esta es la primera señal de que está viva desde esa noche. Pensé que tendría que llevarla también al hospital.

Samuel Adams Donde viven las historias. Descúbrelo ahora