Capítulo 5🌼

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Samuel me limpió. Me levantó y me sentó en el mostrador del baño, me dio enjuague bucal y me tuvo el vaso para que así pudiera escupirlo. Después me dio más agua, llevándome de nuevo a la mesa de la cocina.
Esta vez, me dio la corteza de una de las porciones de pizza. Con instrucciones de morder sólo un poco de ella, me dejó por un momento. No sabía lo que hacía, o adónde se fue. Sabía que seguía en el penthouse, podía escucharlo hablar por teléfono, pero eso era lo único que me importaba. Él no se había ido, así que tomé la corteza y comencé a hacer lo que me había dicho. Mordisqueé la pieza de masa hasta que me la terminé. Entonces esperé y, cuando nada ocurrió en esa ocasión, agarré otro pedazo de pizza. Esta vez arranqué algo de la cobertura y la mordisqueé.
Casi me quejé de lo bien que sabía.
Había pasado tanto tiempo desde que había tenido comida de verdad dentro de mí.

-¿Cómo te sientes?.

Él estaba de pie junto a la mesada, mirándome. Una expresión en blanco estaba en su cara y no pude evitar el escalofrío por mi espalda. Él era un extraño de nuevo. Este era el Samuel que no conocía, y me pregunté adonde se habría ido el viejo, antes de acordarme de la llamada telefónica. Debió haber sido esa llamada lo que lo había cambiado.

-Estoy bien.

Frunció el ceño y se sentó frente a mí. Él se movía como un fantasma y se montó en el asiento con la gracia de una pantera, una que se movía con propósito.

-¿En qué piensas, Elizabeth?

Brinqué con mi nombre, era extraño para mí, la forma más sensual con la que me había hablado antes se había ido. Fue entonces cuando me di cuenta de que lo había hecho a propósito. Quería invocar el deseo dentro de mí, así que lo hizo.

¿Todo en él era un arma? ¿Su voz, sus ojos, su cuerpo, su mente?

Miré mi plato.

-Has cambiado.

-Sí- suspiró él. -Supongo que sí, las cosas eran...- Vaciló- más fáciles en ese entonces. Lo miré con sorna. Él se corrigió. -En términos relativos, supongo.

-¿Supones?

La ira estalló en mí. Brandon había sido adicto a los juegos de azar y a las drogas. Le debía dinero de la mafia y lo mataron por eso. Nuestros padres habían estado ausentes desde antes de que pudiera recordar, hasta ese trágico accidente donde perdieron la vida y Samuel no lo había tenido más fácil. Con un borracho como padre y una adicta como madre, pasó la mayoría de las noches en nuestro sofá. Durante el tiempo que puedo recordar, siempre tenía moretones cuando venía.
Escupí:

-Debes estar recordando las cosas de manera diferente a mí. Las cosas nunca fueron más fáciles, simplemente cambiaron.

Su risita irónica acomodó los pelos en la parte de atrás de mi cuello erguido. Se echó hacia atrás en su silla.

-Las cosas eran más fáciles para mí, Elizabeth. No tenía que preocuparme de matar gente.

Mis ojos se estrecharon.

-¿Estás tratando de asustarme?- Él se inclinó.

-No soy el mismo chico que necesita un lugar para dormir. Me parece que nuestros papeles cambiaron, Liz. -Una dura pared se deslizó en su cara. -¿Por qué no me dices la verdadera razón por la qué estás aquí? Tú me buscaste, aquí estoy. ¿Cuál es tu crisis?- Contuve el aliento, si sólo fuera así de fácil. Negué. —¿Me estás tomando el pelo?

-¿Dije algo que te haya ofendido?- Una tenue luz de sonrisa brilló, pero ya no estaba. Sus ojos cayeron de nuevo.

-Tú viniste a mí. Dime por qué.- Abrí la boca.—Y puedes dejar tu actitud, no tolero eso de mis hombres, no voy a tolerar eso de ti, así me hayas conocido en el pasado o no.

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⏰ Última actualización: Jul 11, 2020 ⏰

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