Capítulo 9. Viaje de estudio

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CAPÍTULO NUEVE.

Si crees que quedarte dormida de pie es imposible, nunca has tenido que asistir a una excursión a las cinco de la mañana. Lo único que me mantiene despierta es el café que compré en la gasolinera, pero se que cuando este se acabe, volveré a caer en los cómodos brazos de morfeo.

Mi maestra de química, la señorita Blanco, tuvo la brillante idea —y espero que se note la ironía—, de llevarnos a un laboratorio de investigaciones bioquímicas. Lo cual no sería tan malo si el dichoso laboratorio estuviera en nuestra ciudad y no a cuatro horas de aquí.

—¿Está ocupado? —pregunta una voz en el pasillo del bus. Elevo mi vista adormilada y mi organismo despierta completamente cuanto mis ojos se topan con los de Quentin Harrison. El pelinegro me está observando expectante, esperando una respuesta.

—N-no —tartamudeo.

A penas respondo, el chico toma asiento junto a mi y se coloca los audífonos, antes de acomodarse en su puesto y cerrar los ojos. Frunzo los labios y vuelvo a mirar por la ventana, sintiéndome ligeramente incómoda por la presencia junto a mi.

El viaje a Green Valley se hizo más corto de lo que esperaba y puede que se deba a que pasé la mayor parte de este durmiendo. Cuando despierto, todos están bajando del autobús, a excepción de mi compañero —que aún está profundamente dormido— y yo.

—Quentin —murmuro, quitándome los audífonos y golpeando ligeramente el antebrazo del chico— Hay que bajar.

—¿Crees que noten si me quedo aquí arriba?

«Sinceramente, no.»

—Si —digo de todas formas.

Minutos después, toda la clase está caminando por el interior del edificio científico de la universidad de Green Valley, el cual es enorme. Quentin está al fondo del grupo, con sus airpods en los oídos y mirando a cualquier lado, sin prestar atención a la explicación que nos están dando.

—Deberías decirle que te gusta —murmura un chico a mi lado. Aparto mi vista de Quentin y me giro hacia la derecha, encontrándome con el torso de Shawn Salvatore. Ni siquiera sabía que estaba en esta clase.

—¿Quentin? —cuestiono— No me gusta Quentin.

Shawn sonríe —Si, repítelo hasta que lo creas.

—¿Qué te importa a ti? De todos modos —murmuro.

—No me importa en absoluto, pero disfruto verte enojada. Pareces una de esas ardillas que siempre estaban en el top de vine —responde el castaño. Frunzo el ceño, sin saber cómo sentirme respecto al comentario, después de todo las ardillas son bonitas pero estoy bastante segura de que lo anterior no fue un cumplido.

—¿Por qué me hablas? —cuestiono, después de un rato de estar en silencio— Creí que no querías que nos vieran juntos.

Él sonríe —Yo nunca dije eso.

—¿Y las reglas? —cuestiono nuevamente.

—La regla dice que las tutorías deben ser un secreto, eso no quiere decir que no pueda hablarte —responde.

Touché.

—¿Y por qué me ignorabas hace semanas? —pregunto.

Shawn suspira —Si quieres me voy, Dilma.

Sonrío —Pensé que esta vez si ibas a decir mi nombre.

—¿Qué tendría eso de divertido? —pregunta el castaño sonriendo, pero manteniendo su vista al frente.

Dos pasos atrás, ShawnWhere stories live. Discover now