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Kageyama y Hinata después de haber corrido el maratón de sus vidas y tener un hermoso momento juntos, decidieron volver a tomar el rumbo a la casa del azabache.

—Nos hemos quedado sin helados—se cruzó de brazos e hizo un puchero.

—No te pongas así, fue tu culpa al salir corriendo—abrió la puerta de su casa dejando entrar al pequeño.

—También fue tu culpa—se quitó sus zapatos para poder entrar a la casa—Si en un principio hubieras aceptado mis sobornos esto no habría pasado.

—Lo que tú digas—suspiro—¿tienes hambre?.

—Un poco— mintió, a decir verdad se estaba muriendo de hambre.

—Eres muy malo para mentir—soltó una carcajada haciendo que el pelirrojo le dé un suave golpe en el pecho—Anda, vamos a la cocina.

La pareja empezó a preparar su comida, tal vez no eran los mejores haciendo este tipo de cosas pero los onigiris no eran muy difícil de hacer.  Los dos realmente se sentían como si estuvieran en su casa compartiendo un hermoso momento juntos donde claramente se imaginaban estar así para toda la vida.

—Al menos eres un buen cocinero—habló el pelirrojo con la boca llena.

—Es bueno que lo aceptes pero tú eres muy malo cocinando, casi quemas el arroz.

—¡Oye!— miró mal al azabache—Por eso es que tú me cocinarás—sonrió haciendo que Kageyama se ruborizara.

—No me dejas otra opción—esquivo la mirada del pequeño escondiendo su rubor.

Al terminar la comida el azabache y el pelirrojo decidieron subir al cuarto del más alto, cuando llegaron Hinata empezó a husmear por todo el cuarto del azabache, no era la primera vez que lo hacía pero cada vez que iba a la casa de su novio le ganaba la curiosidad.

—Tobio—se acercó al nombrado que estaba acostado en la cama.

—¿Hmm?

Hinata se sentó en la cama  recargándose en el respaldo de esta, con mucho cuidado acarició los cabellos de Kageyama haciéndole mimos, el antes nombrado se levantó un poco de su lugar acurrucado su cabeza en el regazo de Hinata profundizando más los mimos.

—Te quiero Tobio.....

El azabache estaba por abrir la puerta de su cuarto cuando volvió a escuchar ruidos provenientes de afuera, "Si es un ladrón ¿qué se supone que debo hacer?" Se preguntó a sí mismo. Abrió con cuidado la puerta de su habitación sin hacer ruido y no encontró nada en la sala, volvió a escuchar ruidos y se dio cuenta que provenían de la cocina.

Camino a pasos lentos y sin hacer ruido, cuando estuvo enfrente de la puerta comenzó a temblar un poco, estaba nervioso por el hecho de qué tal vez fuera un ladrón. Al abrirla encontrando una figura más pequeña que él y cuando la persona desconocida empezó a girar su cuerpo se topó con un Tobio pasmado.

El cuerpo del azabache se empezó a descontrolar, su cuerpo sentía una corriente extraña, su cuerpo temblaba, sus piernas perdieron algo de fuerza haciendo que este caiga al piso, se sentía triste y a la vez feliz la presión en el pecho volvía, pero ahora no pudo contenerse y sin saber el porqué empezó a soltar lágrimas.

Por otro lado el pelirrojo estaba aturdido por la imagen que estaba presenciando, con todas sus fuerzas por no llorar y gritar, empezó a caminar hacia el azabache. Sus sentimientos estaban al borde, en su garganta había un gran nudo que él sentía que se ahogaba sin siquiera estar en el mar.

—¿Quién eres?— preguntó el azabache secándose las lágrimas y poniéndose de pie.

—Soy hmmmm, ¿cómo podría decirlo?— se quedó pensando por un buen rato.

Hinata no había leído las hojas que dieron en la asamblea así que sin más remedio tuvo aparecer de la nada su mochila y empezó a buscar las hojas que Hoshiumi le había entregado. Por otro lado Kageyama empezaba a pensar que beber con sus amigos no le hacía bien.

—Según esto dice que soy algo  así como un espíritu que te va a conceder tres deseos pero los tienes que desear de verdad y que no sean deseos inútiles—decía lo que estaba entendiendo al leer las hojas—Hmmmm,  mi contrato se acaba hasta que pidas el último deseo y creo que eso es todo.

—Debo de estar soñando o el alcohol me afectó demasiado—se dijo más para sí mismo que para el pelirrojo.

—No, ninguna de las dos. Te lo puedo asegurar—saco de su bolsillo una pequeña aguja y le pincho un dedo al azabache haciendo que este se quejara de dolor—¿Lo ves?. No es un sueño.

—¿Me estas diciendo que realmente eres real?.

—Sí. Algo así— abrió el refrigerador y la alacena en busca de comida—Por cierto tienes mucha comida que ya no sirve y tienes que comprar más.

—¿Cómo se supone que te tengo que llamar?—se recargo en una de las paredes.

—Buena pregunta—empezó a flotar haciendo que el azabache lo mire con más curiosidad—Me puedes llamar de muchas manera, genio de los deseos, mago, entre otros nombres que realmente sean dignos de mi — sonrió mientras se acercaba al azabache.

—Preferiría que me dijeras tu nombre.

—¿Cuál es el tuyo?.

—Kageyama Tobio—frunció el ceño—Ahora dime tu nombre.

—Hinata Shōyō, a sus órdenes señor Tobías— hizo un saludo como los que hacían los sargentos y se empezó a reír.

—Idiota—soltó una pequeña sonrisa—Me voy a dormir—abrió la puerta de la cocina para salir pero se quedó quieto—¿Qué esperas?.

—¿Eh?—miró al azabache confundido.

—¿Qué esperas?, vamos a dormir—se quedó callado y analizó lo que acababa de decir—Si quieres dormirte en el sofá por mi no hay problema.

Aunque el azabache no recordara quién era la persona que estaba enfrente de él se sentía tranquilo, y su presión en el pecho ya no estaba o al menos ya no la sentía tan pesada como días atrás, podría decidirse que el pequeño espíritu emanaba un aroma demasiado similar como el que desprendía su habitación, eso hacía que Tobio se tranquilizara aún más.

El pelirrojo se sentía tan feliz, feliz de volver hablar con el azabache, poder tocarlo y si el destino le ayudaba quería poder abrazarlo, realmente se sentía feliz al estar con la persona que formó un poco de su vida, al estar en ese momento a su lado en la misma cama se sentía cálido y feliz, porque solo con verlo le trasmitía muchos sentimientos.

—Estoy en casa—murmuró el pelirrojo quedándose profundamente dormido.

—Bienvenido Hinata...

TRES DESEOS -KAGEHINA- Where stories live. Discover now