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—Creo que el venir por ti no fue buena idea—bufó el azabache mirando las diminutas gotas de agua, que empezaban a caer fuertemente.

—Yo no te he obligado a nada, así que no busques culpables—le sonrío divertidamente tomándole de la mano—¿Estás listo para correr hasta casa?—enarcó una de sus cejas sin dejar de sonreírle.

—Por supuesto que sí, ¿por quién me tomas?—oprimió más el agarre del pelirrojo.

Comenzaron a correr sin preocuparse de la lluvia o de los charcos que empezaban a parecer conforme el tiempo pasaba y las gotas se hacían más intensas.

Sus prendas de ropa comenzaban a estar impregnadas de agua, sus cabellos goteaban pequeñas y delicadas gotas.

Las sonrisas y carcajadas no tardaron en hacerse presente mientras corrían hacia su nuevo departamento, su mano todo el tiempo estuvo sujeta por el contrario, y el pequeño brillo de sus ojos permanecía ahí como todos los días.

—¡Llegamos a casa!—abrió la puerta de el departamento.

—Ve a bañarte, prepararé algo de cenar—ordenó mientras comenzaba a buscar los ingredientes.

—Tú iras a bañarte, y no acepto un "tú primero", te bañarás conmigo sin excusa alguna—tomó del brazo del azabache llevándolo hasta el cuarto de baño.

Más allá de tener vergüenza parecía que se sentían más tranquilos, seguros y que podían mostrarse sin temor alguno.

En el cuarto de baño aparecían  sonrisas, reproches, pequeños besos y unas cuantas caricias sin llegar a más, disfrutando solamente de un momento tranquilo y hermoso.

—La bata te queda realmente grande —señaló la prenda de ropa que llevaba, mientras enredaba una toalla al rededor de su cadera.

—Ya te lo había dicho antes, algún día creceré—frunció el ceño saliendo del cuarto de baño.

—Yo también te había dicho antes que esperaré a que llegue ese día—tomó de la cintura al pelirrojo, acariciando con su otra mano los cabellos de él.

—¿Me estás retando?—enarcó una ceja posando sus brazos en el cuello del azabache.

—Tómalo como quieras—acarició la mejilla del pelirrojo haciendo delicados círculos en esta.

El azabache se acercó al pelirrojo robándole un delicado, hermoso y ligero beso, un beso en el cual parecían estar sincronizados, un beso en la cual sus labios se rozaban constantemente y donde el amor no podría faltar.

—Lo que me quiere dar a entender es que ¿volveré a nacer?—preguntó el pelirrojo que ya hacía confundido.

—¡Es lo que he tratado de decirte por una hora!—exclamó el secretario a regañadientes.

—Eso quiere decir que ¿volveré a estar con Kageyama?—sus ojos se cristalizaron por la alegría y nostalgia por los recuerdos que lo golpeaban como si de una ola de viento se tratase.

—Sí, pero recuerda que no será de la noche a la mañana cuando lo conozcas, pueden pasar días, meses e inclusive años para conocerlo, de igual forma no sabrás hasta que lo conozcas, sentirás una gran familiaridad con el, puede que instantáneamente te des cuenta o supongas de las cosas que a él le gusta—jugaba con su lapicero mientras hablaba—Solo deja de darle vueltas al asunto y termina tu papeleo de estos meses.

—Ya voy, ya voy—refunfuñó sentándose dispuesto a escribir.

—Saldré por más café—abrió la puerta, pasando por esta y saliendo de la habitación.

En los pensamientos del pequeño pelirrojo solo podía tener a un azabache pidiendo su tercer deseo, la sensación que sentía en ese momento era desagradable, un sabor ácido recorría por su garganta, su pecho dolía por momentos, parecía como si estuviera siendo aplastado por alguien.

Sus ojos marrones empezaron a aguardarse dejando escapar varias lágrimas, las hojas del papeleo empezaban a humedecerse por aquellas delicadas lágrimas que dejaba caer Hinata.

El pelirrojo sin darse cuenta comenzaba a sollozar, mordió su labio inferior evitando hacer cualquier ruido, sus manos empezaron a temblar junto con sus labios dejando escapar aquel llanto que le provocaba dejar al azabache.

Kageyama podría tener un carácter algo distintivo, su rostro podría mostrar seriedad y podría ser algo idiota, pero para Hinata el azabache parecía  un hermoso y distintivo color azul, un color azul que no lo cambiaria ni por un amarillo o un verde.

El secretario se quedó escuchando los ruidos que provenían del pelirrojo, en ese momento lo mejor era dejarlo, el pequeño necesitaba un poco de privacidad para poder desahogarse de algo que lo tenía inquieto.

—No te debes preocupar, volverán a encontrarse pequeño ingenuo—murmuró dejando al pelirrojo desahogarse sin preocupación de que alguien lo escuchara.

————

—¿Por qué no se los dije en aquel momento?—se preguntaba el doctor a sí mismo mientras miraba al techo de su despacho.

—¿Por qué?

—¿Por qué?

—¡¿Por qué no se los dije en ese maldito momento?!—tomó los papeles leyéndolos una vez más.

"¿Cómo era posible que aquel joven tuviera una enfermedad como esa?"

Una simple pregunta donde el doctor no podría deducir de dónde había provenido, probablemente la persona no sabía de esto y al estar en coma había retenido aquellos síntomas que en algún momento aparecerían.

Hace unos meses podría no haber tenido síntomas, pero el análisis había salido positivo podría ser que el crecimiento de aquel fenómeno sea lenta.

sin embargo en el peor de los casos el fenómeno crecería realmente rápido y podría ser agresivo.

—Podría haber experimentado ya con algunos síntomas—jugó con su lapicero en sinónimo de nerviosismo—Tal vez fiebre, cansancio, dificultad para respirar, pérdida de apetito...

Tomó nuevamente los papeles leyéndolos por tercera vez, sus ojos verdosos se posaron en el número de teléfono que estaba escrito en la hoja blanca, el número de teléfono era difícil de distinguir pero haría lo posible por tener contacto con el paciente.

Sin titubear tomó el teléfono dispuesto a llamar, sin embargo fue el teléfono de la oficina el cual se escuchó primero.

————

—¡Necesito una ambulancia ahora mismo!—su tono de voz denotaba preocupación y nerviosismo.

Mientras el mayor daba los datos de la ubicación del edificio, el azabache seguía tosiendo fuertemente, su mano se encontraba humedecida por el líquido color rojo que había expulsado momentos antes.

—¡Kageyama!—volvió a sentarse al piso junto al azabache sin saber que hacer.

—Sugawara, quiero ver a Hinata...

TRES DESEOS -KAGEHINA- Where stories live. Discover now