『¢αριтυℓσ XIX』

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—¡Jungkook! —Exclamó con entusiasmo.

—Hola... Eh... JiHee —sonrió un poco incómodo. La omega lo abrazó cómo si no lo hubiese visto en años. Jungkook estaba seguro de que si lo seguía abrazando de esa forma, terminaría muriendo por la falta de oxígeno en sus pulmones.

—¿Por qué no habías venido a visitar a esta pobre mujer? —dejó de abrazarlo para comenzar a dramatizar.

—Es que he estado muy ocupado trabajando—se excusó.

—¿Trabajas? —Preguntó sorprendida.

—Sí, en la cafetería de mi mejor amigo —respondió sonriente.

—Acabas de ganarte otro punto—susurró.

—¿Qué?

—Oh, nada, sólo estoy balbuceando —dijo mientras se hacía a un lado para dejar pasar a su adorable número.

—¿Se encuentra Jimin? —Soltó mirando hacia a todos lados tratando de encontrar al alfa.

—No, pero no tarda en llegar —le tranquilizo.

—Uh... ¿Puedo saber donde está? —preguntó con timidez.

—¿No te ha dicho nada sobre la academia? —le miró sorprendida.

—¿Academia? —volvió a preguntar confuso.

¿De qué estaba hablando su suegra?

¿Por qué Jimin asistía a una academia?

¿Academia de qué?

—Sí, allí da clases de piano para los niños ricos.

—¿Jimin da clases de piano? —formó una O con su boca.

Jungkook no salía de su sorpresa por el nuevo descubrimiento. No esperaba para nada el que Jimin diera clases de piano, ¿Pero cómo? ¿Cómo es que daba clases, si estaba estudiando una carrera que no tenía nada que ver con música? De pronto Jungkook imagino a un Jimin vestido con traje formal mientras explicaba con voz ronca a sus alumnos y tocaba el piano. Fue una imagen mental tan hermosa que quiso ser participe de ella.

—Un viejo amigo mío le ayudó a entrar —sonrió—. Al principio no le querían dar el trabado, dado que no tenía una maestría, pero al verlo y escucharlo tocar el piano y hablar con tanta facilidad sobre pianistas célebres y todas esas cosas, no dudaron en contratarlo.

Jungkook sintió envidia de los alumnos de Jimin. Ellos tenían la dicha de poder escucharlo y verlo hacer algo que ama -según entendió.

—Eso suena maravilloso.

La mujer asintió de acuerdo con las palabras del menor e iba a responderle, pero un llanto agudo le corto cualquier palabra que quisiese escapar de su boca.

Jungkook se sorprendió al escuchar un llanto provenir del sofá de la sala. Aún estaba parado cerca de la puerta junto a la señora Park, por lo tanto, no había visto si alguien más se encontraba con ellos. Pero grande fue su sorpresa al notar a un pequeño cachorro abrigado con mantas blancas y rodeado de peluches del oso negro ese espantoso que viola última vez en la habitación del alfa.

—Shh, ya bebé, no llores —murmuraba con voz dulce la omega intentando calmar al cachorro.

—Quelo a papi —sollozaba el pequeño.

—Papi vendrá mañana —siguio acariciándole la espalda—. Los cachorros hermosos como tú no deben llorar.

De repente el llanto del pequeño cesó. El pequeño levantó su cabeza del cuello de la omega y comenzó a oler al aire frunciendo su pequeña nariz en busca del olor a galletas.

Un Alfa de Mentira «JIKOOK»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora