❝𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 4❞

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Una semana ya se les había pasado volando desde que Kuro y Shiro encontraron su propio hogar, pero aún quedaba Gin, cada día más grande y con la pancita abultandose por la comida y los premios que Giyuu le daba a escondidas de Sanemi.

Masachika se había tomado el tiempo para hacerle visitas a Sachi y de paso informarle a Shinazugawa y Tomioka como estaba el minino de pelaje oscuro. Parecía ser un gran cazador y aventurero, siempre llevaba pájaros a su dueña como regalo, y también era un salvaje dispuesto a sacarle las garras incluso al perro más rabioso que se encontrara por la calle mientras hacía sus exploraciones diarias. A pesar de darle algunos problemas a Sachi, ella estaba absolutamente encantada con Kuro. El felino le sacaba risas al enredarse con los hilos que usaba para tejer y había hecho de aquella casa su propio parque de diversiones, trayendole a Sachi alegría por montones. Se notaba bastante más grande en las fotografías que Kumeno le envió, también más saludable. Pronto harían una visita a Sachi en su casa, tanto como para pasar tiempo con ella como también saludar a Kuro.

Giyuu había ido al hospital por su cuenta para ver como le iba a Shiro y la verdad que no le estaba yendo nada mal. Era la princesa del hospital, no había quien se resistiera a esos ojitos azules que tenía y mucho menos al suave pelaje blanco que siempre recibía caricias tanto del personal como de visitantes y pacientes. Ella solía descansar en la oficina del director, donde tenía una cama acolchada y un rascador, sin embargo a veces decidía dejar de ser una princesita y dormía en las salas de espera, en las piernas de alguna recepcionista o en las salas de descanso de los trabajadores. Era un consentida total, pues, todos ya se habían encariñado con la felina y solían comprarle juguetes, accesorios y premios con los que ella estaba encantadisima. En las fotos que Giyuu le tomó se la veía en brazos de Koyuki, con un collar rosa atado al cuello decorado con piedras brillantes.

Era bueno que a los gatos les estuviera yendo tan bien, Sanemi y Giyuu se sentían complacidos con los hogares que les habían conseguido. Ahora bien, todavía les quedaba un gatito y parecía que la madre de Giyuu comenzaba a sospechar demasiado. Tenían que ponerse manos a la obra pronto.

Sanemi le insistió a sus amigos un poco más para ver si habían cambiado de opinión, pero nuevamente fue rechazado. Iguro dijo que tal vez se lo pensaría, podría comentarle a sus padres que le parecia la idea y tal, no obstante igualmente le advirtió que no se hiciera de muchas esperanzas porque a su madre no le gustaban los animales, de ningún tipo en general. También habló con otros compañeros de salón y recibió la misma negativa. Suspiró frustrado.

—Oi, Sanemi, te buscan —Uzui, balanceándose en su silla y haciendo globos con un chicle, le apunta con el pulgar hacia la puerta donde ve a Giyuu asomando la mitad de su cabeza.

—Hola —Shinazugawa saluda a Tomioka cuando llega a su lado y este le sonrie como respuesta.

—Ya tengo a alguien que quiere adoptar a Gin

—¿Quién?

—Un chico de la clase A. Es de tercero como nosotros —Sanemi frunce el ceño, estaba por preguntar su nombre, pero el timbre lo interrumpe y Giyuu se va alejando lentamente—. Tengo que irme, tengo examen. ¡Nos juntamos en el templo después de clases!

—¡Buena suerte!

Sanemi lo despide con la mano y con una pequeña sonrisa en los labios. Todavía tiene un mal presentimiento sobre ese chico del que Giyuu habla. Tomioka no era de muchos amigos, su círculo de amistad eran él y Mitsuri, una chica extraña que solía enamorarse de quien se le cruzara por el camino y que ni siquiera discriminaba en género o edad. Así que, Tomioka no tenía relación más allá de ellos. Había otro chico, pero no creía que se tratara de él, bueno, realmente esperaba que no fuese él.

De tres gatitos y dos tontos enamorados [SaneGiyuu] Where stories live. Discover now