❝ 𝕰𝖕𝖎𝖑𝖔𝖌𝖔 ❞

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Para Sanemi el sonido de la lluvia y los relámpagos en el exterior no se compraban en lo absoluto con los latidos que su corazón emitía en su pecho, fuerte y rápido por todas las emociones que se le mezclaban en el estómago y no sabían hacia dónde ir, causándole irritación y cosquillas desagradables. Tras varias semanas había decidido por fin retomar aquella conversación pendiente que existía entre él y Giyuu. Le había prometido que hablarían y, aunque preferiría pasar de largo con el tema o hacerse el loco, era un hombre que cumplía su palabra al pie de la letra.

¿Cómo mierda se empezaban este tipo de conversación?. No tenía ni la más mínima idea si era sincero consigo mismo. Aunque, jamás lo iba a admitir a viva voz, se vio varias películas de romance en busca de una base por la cual empezar su confesión, pero a penas comenzaban a con sus discursos cursis, plagados de azúcar y miel, él ya perdía por completo la cabeza. Tenía las palabras exactas —bueno, más o menos sabía que es lo que quería expresar—, sin embargo parecía que se le atoraban en la garganta y se quedaba completamente de piedra, justo como ahora.

Trató de pedirle ayuda a Kanae, su única amiga, y esta enternecida simplemente le dijo que abriera su corazón y todo saldría bien. Masachika le dijo que fuese él mismo, pero ser él mismo era también un problema a su juicio. Las opiniones de Rengoku, Uzui e Iguro ni siquiera las tomó en consideración porque cada una fue más inútil que la anterior. Estaba perdido, acabado. Terminaría rechazado, estaba seguro de ello. Sin embargo, creí que era mejor terminar con esto rápido para después largarse a llorar a su cuarto y mandar a la mierda a cualquiera que lo fuese a molestar.

—Sanemi —Giyuu tomó la palabra por primera vez desde que se habían sentado en la cama y se cubrieron las piernas con una manta para encontrar calor. Ambos tenían las espaldas pegadas a la muralla, no se miraban y mantenían una distancia bastante prudente del otro. Shinazugawa preguntó con voz queda que era lo que quería, todavía sin atreverse a observarlo—. ¿Por qué me besaste? —Sanemi traga saliva, recordando lo sucedido semanas atrás.

Ese día también llovía, ambos estaban empapados de pies a cabeza; estilando agua por los cabellos y la ropa. El motivo es difuso, pero ahí se encuentran bajo la lluvia como dos idiotas, como si el cuerpo no se les estuviera entumiendo con el frío calando en los huesos o se tratara de un día de verano soleado y caluroso. No recuerda como ni cuando, sin embargo ahí están sus manos; tomando el rostro de Giyuu, acariciando con los pulgares sus mejillas heladas y tiñendose de rojo por el viento que le araña la piel, perdiéndose en esos ojos de azul profundo como el océano y anhelando sellar sus labios contra los propios. Y así lo hizo, así sin más, porque su corazón se lo pedía a gritos no desde hace días o semanas sino desde hace años. Su boca devoró la otra de un bocado y una satisfacción enorme se produjo en su interior al hallar calidez en el interior de la otra, de finalmente sentir esos labios delgados enredandose con los suyos. Jadeo un momento al separarse, unió ambas frentes y sus narices se rozaban entre sí con pequeñas gotitas resbalando y cayendo en la punta. Y se dio cuenta de lo que había hecho, del error descomunal que provocó en un momento de debilidad por lo que sus sentimientos añoraban hace tanto. Huyó, sin decir nada; corrió tanto como pudo hasta llegar a su casa y se encerró en su cuarto, ignorando los golpes contra su puerta por parte de Genya. No pegó un ojo en toda la noche imaginando el asco con el que Giyuu lo miraría o las palabras que este pronunciaria como puñales hacia su corazón para pedirle que ya nunca más se acercara a él.

—¿No es obvio? —evade responder directamente la pregunta, acercando sus manos a la boca para proporcionarles algo de calor con su aliento.

—Tal vez —dice Giyuu—. Pero quiero que me lo digas

Shinazugawa se remueve incómodo. Se repite una y otra vez en la cabeza que se deje de tantos rodeos y lo diga de una maldita vez. Pero es jodidamente difícil hacerlo y no saber que sucederá a continuación. ¿Giyuu le diría que no siente lo mismo? ¿Qué le daba asco? ¿Qué ya le gustaba otra persona? ¿Qué ya no quería tenerlo cerca ni siquiera como amigo? ¿Lo mandaría a la mierda? ¿O acaso existía esa mínima esperanza de que también tuviera los mismos sentimientos que él? ¿Tendría esa suerte?. La aplastante negatividad pesa sobre sus hombros, pero aún así se aferra un poco a un final feliz en el que su corazón y el de Tomioka palpiten rítmicamente, sincronizados por sentimientos que van más allá de una amistad por el otro. A la mierda, piensa antes de responder, decidido ya a arriesgarse por esta vez.

De tres gatitos y dos tontos enamorados [SaneGiyuu] Where stories live. Discover now