Capitulo 21

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La palabra "amor" siempre se había sentido demasiado distante en la mente de Caspian. Y quizás fué por eso que él se sorprendió incluso más que Peter cuando se escuchó a sí mismo decirlo. Aunque en el fondo sabía que ese sentimiento se venía formando desde la primera vez que se besaron en aquella habitación.

Peter lo miraba con los ojos abiertos como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar.

—Lo siento —comenzó a decir el príncipe con nerviosismo—, no quise asus...

—Te amo.

Caspian lo miró mordiéndose el labio inferior.

—¿De verdad lo haces?

Peter asintió.

—¿Y eso significa que ya podemos subir a tu habitación?

Volvió a asentir.

Tardaron menos de un minuto en llegar a la habitación de Peter y cerrar la puerta con el pestillo. Caspian se lanzó sobre él con pasión y unieron sus labios al igual que minutos antes lo habían hecho en la desierta cocina.

Caminaron lentamente hacia atrás hasta llegar al borde de la cama, dónde ambos cayeron con algo de brusquedad.

—¿Puedo? —preguntó Caspian sosteniendo el borde de sus pantalones, sabiendo perfectamente la respuesta del mayor de los Pevensie.

—Hazlo. —contestó decidido.

Caspian los bajó y luego subió a quitarle la camisa. Quería verlo y saber que podía tocarlo. Él, y solo él. No sabía sí alguna vez había tenido novia, o novio, antes de él, pero tampoco quería saberlo. La sola idea lo hacía sentir enfermo, y se tenso al pensar en lo que Peter debió haber sentido cuando supo que Susan lo había besado. No dejaría que algo como eso volviera a pasar, nunca. Comenzó a dejar besos por todo su cuello, generándole escalofríos. Peter sentía cada uno de sus besos en lo más profundo de su cuerpo.

Su boca fue bajando cada vez más. Primero hasta su pecho, dónde se encargó de acariciarlo y dejar alguna que otra marca. Luego a su cintura, haciendo que Peter se tensara ante la expectación. Su lengua recorría su piel humedeciendo no solo esas partes, sino también cierta zona de su cuerpo que parecía doler cada vez más al sentir sus labios bajar.

Y en el momento en que cerró los ojos olvidandose del resto del mundo supo que estaba perdido. Caspian podría hacer lo que quisiera con él y Peter no estaba dispuesto a oponerse. De repente sintió como una humedad invadía su miembro y sujetó en puños las sábanas. Definitivamente esa no era la forma en la que había imaginado tener sus primeras experiencias sexuales, pero Caspian le daba la confianza que le faltaba para dar ese esperado paso que a él tanto temía dar.

¿Cómo hacia para estar tan seguro de todo? ¿Acaso nunca dudaba? ¿Nunca se había detenido a pesar en sí lo que hacían estaba mal? Porque esas eran tan solo algunas de las dudas que lo desvelaban en las noches.

Pero en el momento en que Caspian succionó cierta zona de su cuerpo fue como si todo desapareciera. Apretó la mandíbula, no podía hacer ruido, lo sabía. No podía gritar, por más que fuera lo único que tenía ganas de hacer. Y tenía que admitir que últimamente le daba cada día más miedo mirarlo, era como si cada segundo que lo observará lograra enamorarse más y más de él.

No tardó mucho en dejarse ir, no cuando lo tenía a Caspian entre sus piernas. Las sensaciones que él le provocaba eran mucho mejores de lo que alguna vez habría podido imaginar.

Cuando sus labios volvieron a encontrarse Peter probó de su sabor en los labios del príncipe, quien clavaba sus uñas con fuerza en su ancha espalda. Quería hacer lo mismo con Caspian, quería hacerle sentir cada cosa que él había sentido segundos atrás. Con algo de torpeza llevó las manos hasta sus pantalones buscando bajarlos, pero en el momento en que se dispuso a hacerlo un fuerte golpe proveniente del piso de abajo los detuvo.

Se alejaron con rapidez, como si alguien en cualquier momento pudiera llegar a abrir esa puerta.

—¿Que ha sido éso? —preguntó Peter con confusión.

Caspian negó.

—No lo sé.

Permanecieron en silencio varios segundos, a la espera de cualquier otro ruido que pudiera alertarlos. Peter se acomodó los ropa y se levantó de la cama para caminar hacía la puerta.

—¿A dónde vas? —Caspian lucía preocupado.

—A revisar si...

El mismo ruido que antes volvió a sobresaltarlos, y está vez nada pudo detener a Peter de bajar hasta la planta baja. En el camino se encontró con Susan, quien al parecer tampoco había pasado desapercibido aquel extraño golpeteo a casi media noche.

—¿Qué está pasando? —Susan observó a Caspian, esperando encontrar alguna respuesta, pero para su mala suerte el príncipe estaba tan confundido como ella.

Cuando el ruido retumbó por toda la casa por tercera vez Peter tomó una pequeña navaja que se encontraba en uno de los tantos cajones que decoraban en living y se acercó a la puerta de entrada. De ahí es de donde provenía aquel extraño ruido, pero la gran pregunta de oro era ¿Con que la estaban golpeando?

—Peter... —balbuceó su hermana al verlo apoyar la mano en el pomo de la puerta.

—Susan —murmuró enfocando su vista en ella por un momento, con la intención de tranquilizarla—, ve a ver si Edmund y Lucy se han despertado.

Ella dudó, pero tras algunos segundos asintió sin más remedio. Se dió vuelta y subió las escaleras, y solo cuando Peter la perdió de vista giró el pomo.

Caspian contuvo el aliento al ver de quién se trataba, mientras que Peter suspiró de alivio.

El profesor Evans se encontraba frente a ellos con el cabello completamente desordenado y sudor en cada parte de su cuerpo, casi como si hubiera estado corriendo durante horas...

—Príncipe Caspian —murmuró con la vista fija en la de él—, creo que tenemos un problema.








Peter y Caspian © (Las crónicas de Narnia)Onde histórias criam vida. Descubra agora