Capítulo 9. El parque acuático

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La tarde siguiente nuestro tren llegó a Denver. Aquel día era 14 de junio, una semana antes del solsticio. Me di cuenta de que no teníamos comida, ya que ellos se habían dejado las mochilas en aquel autobús, y la mía se había quemado con el fuego de la Quimera.

Annabeth quería hablar con Quirón sobre la charla con la ninfa de Percy.

- No podemos usar el teléfono, ¿verdad?

- No estoy hablando de teléfonos.

Mientras caminábamos tuve que preguntarle a Annabeth que era un teléfono, puesto que no lo sabía.

- Son aparatos electrónicos que reciben y emiten comunicaciones a larga distancia. Algo así como los mensajes Iris, pero sin las ofrendas y sin ver a la persona con la que hablas.

Llegamos a un lavacoches vacío. Nos metimos en la cabina más alejada de la calle.

- ¿Qué estamos haciendo exactamente?– preguntó Percy.

- Son setenta y cinco centavos. A mí me quedan dos cuartos de dólar. ¿Annabeth? ¿Emily?

- A mí no me mires. Se me ha quemado todo, lo tenía en la mochila- respondí, levantando un poco los brazos.

- A mí tampoco. El coche restaurante me ha desplumado.

Nos volvimos hacia Percy, que estaba rebuscando en su bolsillo. Acabó sacando un cuarto de dólar, que le entregó a Grover.

- Fenomenal. Podríamos hacerlo con un espray pero la conexión no es tan buena, y me canso de apretar.

- ¿De qué estás hablando?

Grover metió las monedas y puso el selector en la posición «LLUVIA FINA».

- Mensajería I.

- ¿Mensajería instantánea?

- Mensajería Iris. La diosa del arco iris, Iris, transporta los mensajes para los dioses. Si sabes cómo pedírselo, y no está muy ocupada, también lo hace para los mestizos– le corregí.

- ¿Invocas a una diosa con una manguera?

Me reí y Annabeth nos miró mal a los dos. En serio, hay veces que no la entiendo.

- Al menos que conozcas una manera más fácil de hacer una arco íris– respondió, de mala manera.

- El dracma, por favor– aquél era el último que nos quedaba, pero teníamos que llamar a Quirón.

- Oh, diosa, acepta nuestra ofrenda– lanzó el dracma dentro del arco íris, haciéndolo desaparecer–. Colina Mestiza.

Se empezó a formar la imagen del campamento mestizo, con los campos de fresa y el canal de Long Island Sound en la distancia. De pie, dándonos la espalda, estaba Luke.

- ¡Luke!

Se volvió, sorprendido.

- ¡Percy!– dijo, esbozando una sonrisa-. ¿Y esa es Annabeth? ¿Y Emily? ¡Alabados sean los dioses! Eh, chicos, ¿estáis bien?

- ¡Hola Luke! Sí, estamos bien, ¿verdad, Annie?– respondí yo, al ver que Annabeth no reaccionaba.

- Estamos... bueno... Sí, bien- Annabeth no hacía más que alistarse la camiseta sucia y se peinaba para apartarse el pelo de la cara–. Pensábamos que Quirón... bueno...

- Está abajo en las cabañas. –La sonrisa de Luke desapareció–. Estamos teniendo algunos problemas con los campistas. Escuchad, ¿va todo bien? ¿Le ha pasado algo a Grover?

Me empezé a preocupar. ¿Qué había pasado? ¿Estaban Connor y Travis bien? ¿Y Katie?

- ¡Estoy aquí! –gritó Grover. Apartó el pitorro y entró en su campo de visión.

La hija de Hestia- PJOWhere stories live. Discover now