Just Look Me

Just Look Me |capítulo 45| (penúltimo)

Mis piernas comenzaron a moverse por si solas, actuando momentáneamente independientes a mí.

Supongo que lo hice tan normalmente que ni siquiera me había dado cuenta a donde llegué.

Los árboles frondosos yacían sembrados en las areas verdes, proporcionando una buena sombra por el camino de concreto; los pajaros volaban, el frío viento soplaba, mientras que las nubes comenzaron a tapar a el sol.

Suspire pesadamente y deje que todas las lágrimas acumuladas comenzarán a deslizarse nuevamente por mis mejillas.

Sentí como una presión se hacía presente en mi pecho.

¿Acabo de hacer lo que quería hacer desde hace tiempo?

El recuerdo de sus ojos azules tan profundos, tristes, pero vacíos a la vez azotó mi mente por completo, haciendo que como consecuencia de aquella imagen tan dolorosa para mí se conviertiera en una de mis pesadillas, pues comencé a evitar todo relacionado con él (a excepción de las niñas, claro está).

Miré el césped recién podado y me senté debajo de la sombra de un árbol, en donde deje salir un gran sollozo lleno de frustración y tristeza.

Aún no podía asimilar el hecho de que ya no podíamos estar juntos sanamente, como antes; sin peleas, gritos, violencia y demás.

Recargue mi espalda en el tronco de el alto y ancho árbol, me abracé a mi misma mientras las lágrimas bajaban con más frecuencia, trayendo como consecuencia que sorbiera ligeramente mi nariz (ya llena por el flujo nasal).

Su mirada, su voz, su aspecto; todo había sido tan devastador.

Todo había dolido tanto.

Sentí como unos brazos rodeaban, seguido de esto unos pulgares limpiaron mis lágrimas, sin embargo no me moleste en ver en ese momento el dueño de aquellas manos, no tenía ánimos de que alguien me viera llorar, a menos que fuera él.

No Luke, sino él.

Michael.

―La pesadilla ya se acabó ―declaró inhalando aire, tomando mi muñeca entre el espacio de la unión de su pulgar e índice, como a él le gusta hacer.

¿Esto era un sueño?

No, no lo es.

Suspire, mis manos temblaron y un último sollozo se escapó de mi garganta, haciendo que el pelirrojo me atrajera más a él.

―Ya no debes llorar más por él. No merece tus lágrimas ―susurró en mi oído derecho.

Escondí mi cabeza en su cuello, tratando de olvidarme momentáneamente de los problemas a mi alrededor y disfrutar este lindo ―y a la vez extraño― momento.

Asentí lentamente y después de varios intentos de tranquilizarme, lo conseguí, con un gran esfuerzo y varias palabras tranquilizantes por parte de Michael.

―Lo siento ―dijo con un tono de voz más elevado.

Me alejé de su cuerpo y lo miré atentamente, tratando de descifrar que era lo que significaba ese "lo siento".

Su mirada se encontró con la mía y éstas se enfrentaron una batalla.

Yo solo quería ―quiero― saber lo que él quiere decir o adivinar que está pensando en estos momentos.

Su verde mirada tenía un brillo muy peculiar, sus pupilas estaban dilatadas y el color de sus ojos se aclararon ligeramente.

Pasó saliva.