En la boca del lobo-LUCIUS x REMUES

12º LUNA y GATO

La luna llena, era esa misma noche. Aún no había visto a Lucius para hablar con él de la carta que había llegado en la mañana. Y Remus estaba deseando verle.

Al terminar la última clase, Defensa Contra las Artes Oscuras, se dirigió corriendo hacia la de Lucius, Pociones. Se paró en la puerta a esperar que Lucius saliera y allí se quedó.

—¿Me esperabas, Lobito? —preguntó Lucius a las espaldas de Remus y el licántropo sintió que se moría de amor con solo esa frase.

—Sí —dijo claramente, y se giró para abrazar a Lucius.

—Bien, ¿Qué quieres que hagamos? —preguntó Lucius al oído de su novio, y a Remus se le erizaron todos los vellos de su cuerpo.

—N-no s-sé —dijo Remus nerviosamente y Lucius casi se lo come en ese mismo pasillo.

—Hoy es luna llena —dijo Lucius, mientras comenzaban a caminar hacia el Gran Comedor.

—Sí... —contestó en un hilo de voz el licántropo.

—Estaré contigo —dijo Lucius, y Remus sintió como los nervios comenzaban a instalarse en él.

Aquella tarde, como era costumbre para Remus, se quedó en su habitación, esperando para ir a la Casa de los Gritos. Cuando el tiempo pasó, los cuatro amigos se encaminaron con el mapa del merodeador y Lucius estuvo también con ellos.

—Puede que la transformación te parezca desagradable, amigo —dijo James, comenzando a entrar en el túnel, con Lucius a su espalda.

—No importa, me acostumbrare —contestó con sequedad el rubio Slytherin.

Y todo se mantuvo en silencio hasta que entraron a la casa, finalizando el trayecto.

—¿Preparados? —preguntó James, y los tres restantes asintieron, con Remus en una esquina, conservando su humanidad por unos minutos más.

Lucius lo vio nervioso, refunfuñaba mucho en susurros, ya que nadie se podía acercar a Remus, y eso le molestaba mucho.

Cuando por fin, se convirtió en su forma animaga, todos lo observaron: un gato canela de pelo largo y cara de enfado. Sin duda, nadie esperaría que fuese así, pero que más daba, ahora tenían que esperar a que Remus se transformase.

En un par de minutos, Remus comenzó a gemir de dolor, y, pronto a gritar. Mientras todos miraban como se transformaban, y escuchaban como se rompían los huesos del licántropo para cambiar de forma.

Lucius estaba en Shock, no había pensado en todo eso, en el sonido de los huesos al partirse y volver a formarse. En los gritos y después, aullidos de Remus.

Cuando por fin, la transformación hubo terminado, el lobo se quedó quieto, y comenzó a respirar entrecortadamente por el dolor que había sentido poco tiempo atrás.

Lucius se dio cuenta, fue consciente del motivo por el cual Remus era como era, tranquilo, callado, misterioso y tímido: no quería que le descubrieran, no quería que supieran que era un hombre lobo, o como seguramente él mismo se describiría (una bestia).

Con sus pequeñas patas y caminando elegantemente con su pelaje canela, caminó hasta donde estaba Remus, y se acarició el lomo contra la pierna del licántropo: como cualquier gato haría.

Aquella noche, el lobo durmió con todos los animalillos acurrucados a su lado, y con él nuevo gato que se había unido a la pandilla.

Por la mañana, la transformación fue igual de dolorosa para Remus, huesos rompiéndose, ordenándose, colocándose en su lugar.

—¿Qué tal amigo? —preguntó primero James.

—Como siempre James —respondió Remus, que se encontraba estirado en el suelo.

—¿A la enfermería? —preguntó Sirius, acercándose y arrodillándose ante Remus.

—Sí... —artículo el licántropo, y Sirius lo acogió entre sus brazos con el máximo cuidado que pudiese tener.

—Pues vamos a la enfermería, chicos —dijo Sirius, incorporándose con el magullado cuerpo de Remus, entre sus brazos.

Lucius los seguía, podía ver como ese grupo de amigos se cuidaban entre sí, y ahora entendía que él quería ser igual que ellos, para poder cuidar de Remus como ellos lo hacían.