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Lo que Rosho más temía acabó por suceder, lo último que supo de Sasara fue que había llegado bien a su casa aquella noche, después de ello no contesto llamadas ni los mensajes que el pelimorado le dejaba, se lo había tragado la tierra. Se lo había pedido por favor, pero al parecer no había sido suficiente. Rosho había tomado la amarga decisión de dejar ir a su amor de toda la vida.

Por otro lado, Sasara estaba confundido, ¿Por qué le tenía que ocurrir aquello cuando pensaba que ya tenía superado su amor por Rosho? Esa noche llegó a su casa llenó de preguntas y acabó actuando de manera inmadura una vez más, en vez de afrontar todo huyó. No volvió a llamar a su amigo, menos respondió sus mensajes, sería mejor si no se veían por un tiempo, pero más lo había hecho para olvidarse por completo de esa persona que le había alborotado las hormonas cuando estaban en la adolescencia. Sasara había estado enamorado de Rosho durante sus días de clases en la escuela secundaria, le gustaba mucho el muchacho de lentes, siempre se había portado muy amablemente con él y hacían todo juntos, poco a poco comenzó a sentir atracción por el joven de cabellos morados, le costó un poco aceptar aquello, pero finalmente lo hizo. Ya entrando a la adultez, luego de sus veinte años decidió dejar todo aquello encerrado en una cajita en el fondo de su corazón comenzando a salir con otros chicos para así olvidarse de su primer amor. Con cada chico con el que salía, inconscientemente siempre buscaba a alguien que se asemejase a Rosho, no de manera física pero si psicológicamente, aun así ninguno de ellos era él y debido a ello es que sus relaciones no funcionaban. Claramente Sasara no se daba cuenta de ello o más bien no quería aceptar aquella realidad, de que esos sentimientos jamás habían desaparecido, solo los había tratado de eliminar, pero nunca iba a poder ser así. Finalmente tomó aquella drástica decisión de desaparecer por un tiempo de la vida de su amigo, tal vez ahora si lo olvidaba.

Pasaron las horas, los días, las semanas y pronto eran ya tres meses de que ambos chicos no se veían. Rosho había dejado de mandarle mensaje ya después de un mes sintiéndose completamente decepcionado de la actitud que decidió tomar Sasara con respecto a ese tema, en cuanto al peliverde trató de seguir su vida con total normalidad, pero le fue imposible, no ver ni saber de Rosho le pesaba en su día a día y en su consciencia. Cuando más trataba de olvidarlo más lo recordaba. A veces por las noches se ponía a revisar los mensajes que su amigo le había mandado y le dolía inmensamente el pecho, ¿Qué mierda estaba haciendo? ¿A quién mierda quería engañar? Estaba más que claro que por más que intentara olvidar ese chico siempre estaba en su mente y corazón, no podía engañarse más.

Habían sido unos largos y agotadores meses, pero aquella estupidez debía terminar. Sasara terminó su relación con la persona que estaba saliendo y esa misma noche fue hasta el departamento de Rosho, sabía que no iba a ser recibido de la mejor manera, pero iba con todas las intenciones de enmendar lo que había hecho. Estaba nervioso, le temblaban las manos y sentía un revoltijo en su estómago, ugh, era la peor sensación del mundo, pero aun así se armó de valor para tocar el timbre del departamento del profesor. La puerta fue abierta pocos minutos después y pareció haberse detenido el tiempo, ambos se miraron fijamente, luego Rosho cerró la puerta en el rostro ajeno.

- ¡Rosho espera! – Exclamó Sasara desde fuera – por favor escucha lo que tengo que decir, sé que te debo muchas explicaciones, por eso estoy aquí.

- No tengo nada que hablar contigo, lo dejaste todo muy claro cuando dejaste de hablarme como hace tres meses atrás – el peli morado se encontraba de espaldas contra la puerta mientras se preguntaba por qué rayos tenía que aparecer en esos momentos cuando comenzaba a olvidar de a poco todo - ¿Por qué decidiste venir ahora? ¿Acaso ya te partieron el corazón y necesitabas consuelo?

El pecho de Sasara se apretó ante las palabras ajenas.

- Al fin y al cabo casi siempre me buscabas para tus propias necesidades – agregó mientras que las lágrimas de Sasara se deslizaban por sus mejillas, ¿Así de egoísta era?

love's confession || RoSasaWhere stories live. Discover now