13

1K 100 7
                                    

Las semanas pasaron rápido para los dos. Anahí disfrutaba de los días junto a su tío, dando paseos, charlando y disfrutando de su compañía y Alfonso pasaba los días trabajando, preguntándose qué estaría haciendo Anahí en cada momento, y rezando porque llegase la hora de ir a casa. Así que cuando llegaba la noche, y Ricardo se acostaba, daban rienda suelta a su pasión y pasaban horas haciendo el amor. Algo que Anahí iba a echar de menos cuando, en tres días, el mes de prueba para su matrimonio terminase para siempre. Lo seguía amando, pero era incapaz de hacer la vista gorda a las numerosas amantes con las que tendría que compartirlo.

— Cómo van las cosas con Alfonso, pequeña —estaban tomando una limonada en el jardín, a la sombra, disfrutando de la brisa de la tarde.
— No sé a qué te refieres.
— Anahí... —ella suspiró.
— Está bien, está bien. Nos iremos en unos días Ricky.
— Pero pensaba que todo iba bien...
— Ahora si, pero en un tiempo se cansará de mí de otra vez, y volverá a engañarme con miles de amantes, si no lo hace ya... —suspiró— Una vez fue suficiente. No creo que mi corazón pueda soportar tanto dolor, lo sigo amando Ricky, pero él a mi solo me desea, y eso no es suficiente para mi. Lo quiero todo o nada, y con él no conseguiría todo...

Alfonso llegó a casa antes que de costumbre, feliz porque todo iba bien con Anahí. Pasaba las noches haciendo el amor con ella y por la mañana la dejaba derrotada en la cama, pasaba el día pensando en ella y en su cuerpo y cuando estaba con ella no podía dejar de tocarla y sentirla a su lado. La había echado de menos estos tres años y estaba dispuesto a olvidar todo con tal de tenerla de vuelta a su lado.

— ¿Entonces ya no hay marcha atrás? ¿No cambiarás de opinión?
— No, supongo que pronto tendrás que volver al hospital —escuchó a Anahí suspirar— lo siento.
— Bueno, han sido unas vacaciones muy reconfortantes —sonrió su tío, acariciando su mano.
— Buenas tardes —anunció Alfonso saliendo al jardín— ¿de qué hablabais? —se hizo el desentendido y se sentó al lado de Anahí después de dejarle un casto beso en los labios.
— Nada, del buen tiempo que hacía —Alfonso asintió.

Solo quedaban tres días para que su trato terminase. Alfonso tenía pensado hacer una cena especial con ella, pero a última hora le salió un viaje de negocios y tenía que irse la mañana siguiente, y no estaba seguro de si podría regresar a tiempo para pasar el último día a su lado. Tampoco sabía cómo decírselo, porque sabía que no querría acompañarlo y ni separarse de su tío.

— Necesito hablar contigo —dijo cuando subieron a la habitación.
— ¿Sobre?
— Mañana me tengo que ir.
— Como todos los días —se encogió de hombros— no es diferente.
— Si, es diferente —suspiró— me tengo que ir de viaje, no sé si estaré fuera dos o tres días.
— Pero ese es el final de...
— Del trato si, pero no te preocupes, volveré a tiempo —acarició su mejilla.
— Supongo que tendremos que aprovechar esta noche...

Alfonso sonrió mientras la atrapaba entre sus brazos y comenzaba a besarla. Pasaron gran parte de la noche haciendo el amor, pero cada uno lo interpretó de una manera. Para Alfonso, era una noche como otra cualquiera, en la que Anahí se despedida de él por dos noches y le demostraba cuánto le iba a echar de menos, mientras que para Anahí, era una despedida definitiva. No podía seguir sufriendo sabiendo que no tenía a Alfonso al cien por cien.

— Eso fue increíble —dijo Alfonso abrazando a Anahí.
— Si —susurró ella con lágrimas en los ojos, había sido lo más maravilloso que había vivido en mucho tiempo.
— ¿Te pasa algo? —Alfonso bajó la mirada, pero no llegó a ver sus lágrimas.
— No —suspiró— solo estoy cansada...
— No me extraña —rió él— será mejor descansar, van a ser unos días muy largos...
— Si...

Alfonso se durmió al instante, pero Anahí no podía dejar de dar vueltas al tema. No sabía que hacer ahora. ¿Debería decirle a Alfonso que se iría? ¿Cómo sacaría a su tío de ahí después de todo? ¿Que tendría Alfonso pensado hacer después de este mes? ¿Querría seguir teniéndola en su cama? ¿A su lado? En ese mes no la había dicho que la amaba, como antes, aunque ella tampoco lo había hecho. Pero lo sentía, cada día el sentimiento era más fuerte. Tan fuerte que le dolía el pecho y, muchas veces terminaba llorando.

Comenzando de nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora