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— Ese tipo, que por cierto, noqueaste, era el mejor amigo de mi hermano y vino a casa para darme el pésame. No había podido llegar antes porque no sabía dónde vivía. ¡Le rompiste la nariz! Y luego me echaste como si hubiese cometido un delito. Volví a los dos días, para intentar solucionarlo y te encontré con otra.
— La novia de mi primo.
— Como sea, te vi, y me confirmaron que erais amantes, desde hace tiempo. Y que esa no era la única que tenías.
— Pero no era verdad ¿quien te dijo eso?
— ¿Quién te dijo a ti que yo te era infiel? —preguntó dolida, con los ojos rojos y a punto de llorar.
— ¡Mamá! —dijo de pronto— ¿qué haces aquí?
— Oh ¿interrumpo?
— Estábamos desayunando —él señaló una silla— ¿nos acompañas?
— Yo... me voy a ver como está mi tío —Anahí se levantó.
— Quédate, por favor —imploró Alfonso pero Anahí negó, no quería estar con Ruth.

Anahí salió del salón con paso rápido, dejando correr sus lágrimas sin control. Subió a su habitación y comenzó a guardar las cosas en las maletas. No podía seguir ahí. Él seguía negando que era infiel, ¡además la acusaba a ella de haberlo sido!. Se limpió las lágrimas y sintió como todo su cuerpo se revolvía. Corrió al baño y, sentada en el suelo, echó todo lo que había desayunado. Cuando terminó, se apoyó en la pared y cerró los ojos, no le podía pasar esto ahora. Le tenía que haber bajado la regla ya, siempre era puntual, no podía ser, no se podía haber olvidado. Se miró en el espejo del baño y reparó en sus ojeras, en la palidez de su piel, en sus ojos hinchados de llorar...

— Alfonso, querido —dio un sorbo a su café— ¿cómo va el tema del divorcio? Ya se va a acabar el mes ¿no?
— No nos vamos a divorciar.
— Pero...
— Pero nada ¿por qué me dijiste que Anahí me había engañado? —su madre abrió mucho los ojos.
— ¿Cómo dices? ¿Ella te lo ha dicho? Siempre está inventando cosas, siempre fue una mentirosa. Nos quiere separar cariño, es eso.
— ¿Anahí me fue infiel? —su madre asintió despacio— ¿serías capaz de mirarnos a los dos a los ojos y repetir la historia? Porque ella niega rotundamente haberme engañado, y afirma que yo lo hice ¿le dijiste a Anahí que yo le había sido infiel? —su madre negó, aún más despacio— bien, ven conmigo entonces.

Alfonso agarró a su madre de la mano, llevándola a la habitación de Ricardo, abrió con cuidado, pero Anahí no estaba allí. Decidió subir a la habitación, arrastró a su madre escaleras arriba y abrió la puerta de su habitación de par en par, encontrando maletas y ropa por todos lados, pero ni rastro de Anahí.

— Quédate aquí —ordenó a su madre— Anahí —gritó— Anahí ¿estás ahí? —escuchó unos sollozos provenientes del baño y abrió la puerta, despacio— Annie...

Se agachó a su lado y la atrajo hasta él. Tenía la cara roja y empapada en lágrimas. Acarició su cabeza e intentó consolarla. La ayudó a levantarse y a lavarse la cara antes de salir, su madre seguía ahí, quieta, donde la había dejado. Se acercó a ella con Anahí de la mano.

— Muy bien, repite lo que me dijiste hace tres años sobre Anahí.
— ¡Alfonso! —se quejó su madre— cómo es posible...
— ¡Que lo repitas! —le ordenó gritando, haciendo asustar a Anahí.

Ruth comenzó a hablar, contando la historia que le había contado hace tres años a Alfonso, acusando a Anahí de serle infiel. Anahí no dejaba de negar con la cabeza, sin poder creérselo. No era capaz de hablar, solo movía la cabeza, negando todo lo que ella decía.

— Eres una mentirosa —susurró Anahí—. Yo jamás hice nada de eso. Le puedes preguntar a cualquiera.
— ¿Tienes algo que añadir? —intervino Alfonso, esperando que su madre contara que él tampoco había sido infiel, pero ella negó— Annie —esta lo miró— ¿ella te dijo que yo te había sido infiel? —Anahí asintió, mientras Ruth negaba.
— ¡No puedes creerla a ella! Alfonso, ¡soy tu madre!
— Y ella mi mujer, cuenta ahora mismo lo que le dijiste a Anahí de mi.

Comenzando de nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora