Capitulo 8

1.9K 130 12
                                    

Las lágrimas salían descontroladamente. No tenía idea de cuánto tiempo estaré dentro del armario, escondida y lamentándome como siempre hacía. ¿De verdad mi madre estaría decepcionada de mí? Tenia ganas de gritar de enojo y de tristeza. No había nada en el mundo que quisiera tanto como la aprobación de mi padre, y él lo sabía. No pude terminar de comer después de sus últimas palabras, ni podía pasar el agua. Nadie dijo nada, ni siquiera pude hablar por culpa del enorme nudo que todavía tenía en la garganta.

Otelo comienza a ladrar y se remueve dentro del armario de mi madre. No se aparto de mi en ningún momento y me seguido corriendo las escaleras cuando subí a mi habitación. La puerta se abre con un sonido chirriante, levanto mi cara escondida entre mis rodillas y brazos y miro a Aaron.

—Sabía que estarías aquí dentro —se sienta y Otelo le gruñe.

Aparto la mirada acalorada, de pura vergüenza y no digo nada. Seguía doliendo tenerlo tan cerca y a la vez tan lejos. Las cosas entre los dos no iban a volver a ser lo mismo, no íbamos a volver a ser los amigos inseparables que solíamos hacer. Yo no era la misma y él tampoco.

—Sabes que no lo dice enserio.

Me rio, con las lagrimas saliendo de mis ojos.

—No me trates como si fuera una idiota —aprieto los diente, enojada —. Todos saben que es verdad, hasta tú.

—No, yo no pienso eso —me aparta el pelo de la cara —. Eres muy inteligente, eso lo has demostrado hoy.

Me aparto de él. Mi mente volvía a evocar ese día de verano donde dijo que sentía lastima por mí. El que este enamorada de él no significa que puede tratarme como si no tuviera sentimientos. Dolía como el infierno ser descrita así.

—Gracias por tu regalo de cumpleaños —miro a Otelo —. De verdad lo agradezco.

 —No es nada. Sigues siendo importante para mí, Tess.

Mi labio comienza a temblar, mi corazón se agita de manera alarmante y la nube donde estaba parada antes de que él viniera comienza a estremecerse. Estar enamorado y amar son dos cosas distintas, con sus problemas propios, sus puntos claves y el no saber cual de los dos me pasaba, era una incógnita dentro de mí.

—No quiero que te vuelvas a meter a mi habitación sin permiso —lloro —. Si te importo, lo mínimo que espero es que respetes mi espacio.

—Yo… fue algo inesperado. No sabia que era tu habitación.

Ahogo un sollozo, mientras me rio irónica. Habíamos pasado miles de cosas dentro de mi habitación, ¿y ahora él no sabía cuál era?

No le importaba a Aaron, ya no.

Me levanto del armario, decidía a irme. No podía aguantar un minuto mas con él, y con sus mentiras. Sabia lo importante que era mi habitación, mis cosas, mi espacio personal.

—Solo no vuelvas a entrar. No eres más importante para mí, espero que lo tengas claro.

—No —me detiene —. Eres mi mejor amiga, Tessy, no esperes que te deje ir sin más.

—¿Por qué no puedo juntarme contigo en el instituto? Soy tu amiga, ¿no?

—¿Por qué estas planteándolo ahora? Nunca me lo dijiste —frunce el ceño.

—Yo pregunte primero.

Se queda cayado, por supuesto. Siempre me pregunte porque él nunca venia a hablar conmigo en la escuela, nunca me invitaba a comer con él, ni siquiera me miraba. El primer día de instituto, que me acerque a él, solo me saludo de manera indiferente y se fue con mi hermano. Llore toda la noche después de eso, en mi cama y luego se disculpó, no se justificó, solo dijo perdón.

Todas las veces que nunca me amasteWhere stories live. Discover now