Capítulo 4

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Rosa

Iba sublimemente tarde, apenas podía procesarlo todo, en mi cabeza solo resonaba una cosa: «Actúa con normalidad, actúa con normalidad». Alexander salió de mi departamento como si fuéramos la pareja más normal del mundo, él sabía que el miedo tenía mis sentidos congelados, tenía mis dudas del por qué hacía todo esto. —Quiere poseer tu voluptuoso cuerpo que más— ¿No me conoce porque buscar problemas por una persona que apenas había visto una vez? No le encontraba el sentido, pero de una cosa sí estaba segura. No quería morir, menos en manos de ese animal y si Alexander me quería mantener a salvo no iba a impedírselo.

Bajé de mi mini White y entre al restaurante, todas las mesas estaban ocupadas y se podía escuchar el caos que había en mi refugio, unas cuantas personas me saludaban mientras me dirigía a la cocina, instalé una sonrisa mecánica en mi cara y agité mi mano estilo reina de belleza, Víctor en cuanto me vio me entregó la documentación del mes, mi cabeza no estaba en condiciones de revisar ni un ticket de lotería, por lo que dejé los papeles en un estante lejos del caos.

Solté mis cosas junto a los papeles y me dirigí a la parte trasera tomando las dos fundas de basura de camino que se estaban acumulando. Todos estaban es sus labores por lo que sonreí satisfecha, cuando salí el sol decoraba los cielos de una manera hermosa mientras que lo soleado del día se mezclaba con la brisa, dejé las fundas y me palmeé las manos girándome para presionar el interruptor de gel desinfectante, froté mis manos sintiendo el frescor... Cuando de repente noto algo negro, un gato, me miraba fijamente mientras apoyaba su peso en la parte trasera de sus patas, estaba justo en la puerta sin mover mi un músculo, tragué en seco, sé que Dios ni la suerte estuvieron conmigo al estar envuelta en el problema en el que estoy, pero esto, ¿qué más puede pasar para que ahora me tope con un gato? Y negro para el colmo. Acá es sinónimo de buena suerte, pero en mi país natal no, en mi país significa que estas azarao.

—Chuu, chuu —murmuré agitando mis manos untadas de gel desinfectante.

Me tragué la punzada que me atravesó el pecho al ver que el gato no se movía, me masacró con sus ojos verdes que lejos de parecerme bonitos me provocaban un leve escalofrío, respiré hondo tratando de no darle importancia.

Revisé los pedidos y unos minutos después estaba picando zanahorias como si fuera un robot, mi corazón palpitaba al ritmo del sonido del cuchillo golpeando el mármol, mientras más intentaba alejar los malos pensamientos, más rápido llegaban, sentí como alguien se me acercó por un costado y levantaba las manos, seguí picando, hasta que escuché un fuerte sonido metálico y sentí un ardor. Cerré los ojos con fuerza y cuando los abrí, vi la cara asustada de Martha, la cual miraba hacia la mesa, ella tocó mi hombro, cuando quité mi atención de sus ojos asustados, observé el sartén, mi mano ardía y latía, vi la pequeña mancha de sangre que salía de debajo del sartén, todo el caos de apenas cinco minutos se había detenido, giré mi cabeza y vi a Víctor con una toalla en la mano, la puso en su hombro quitando la sartén,

Latidos PeligrososWhere stories live. Discover now