3.

3.1K 184 9
                                    

Mi madre lleva unos días muy rara y estoy segura que sea lo que sea tiene que ver Natalia. Al principio no quise darle importancia, aunque notaba sus miradas de soslayo y su cara de preocupación cada vez que me pasaba a recoger mi novia, pero ahora ya no puedo más. En la mesa está callada, no me mira directamente nunca y si digo que voy a ver a Natalia se pone nerviosa. Incluso la he pillado revisando mis horarios de baloncesto, algo que no tiene sentido pues a los partidos o entrenamientos voy con la morena siempre. Ella nunca ha tenido problemas con mi orientación sexual, de hecho es un tema que hemos hablado con normalidad desde el primer día. Pero verla así ahora que estoy con Natalia me ralla un poco.

Hoy he decidido que ha llegado el momento de saber qué es lo que tanto le preocupa así que, después de hablar con Marina y pedirle que se invente alguna excusa para no venir con nosotras, ahora vamos la Rafi y yo en el coche para comprar un supuesto regalo para una de mis compañeras de equipo.

- ¿Y ya sabéis qué le vas a regalar? – Me pregunta sin apartar los ojos de la carretera.

- Pues no, pero algo encontraremos.

- Si claro.

- Natalia me ha dicho que si puede se pasará luego. – Y ahí está, el rostro serio y el volante apretado hasta tener los nudillos blancos – Mamá, ¿qué pasa?

- ¿Qué pasa de qué? – Responde haciéndese la loca.

- Qué pasa con Natalia.

- ¿Con Natalia? Nada hija, ¿qué va pasar con Natalia? – Está cada vez más nerviosa y no es la única.

- Pues algo mamá, cada vez que la nombro te tensas como la cuerda de un piano y no me digas que no, que nos conocemos. – Suspira y sé que al fin me va a decir la verdad.

- Alba, no te enfades pero... creo que Natalia te engaña con alguien. – De todo lo que había barajado como posibilidad esa era la última que me esperaba. Natalia engañándome, imposible – El otro día la vi... la vi abrazando a una chica...

- ¿Cuándo? – Pregunto seria.

- El sábado después del partido.

Intento hacer memoria mientras fijo mi vista en la carretera aunque no la estoy viendo. El sábado jugamos un partido muy difícil que ganamos por los pelos, Natalia estaba muy contenta y dijo que nos invitaba a tomar algo como recompensa, pero luego la llamaron y se tuvo que ir a toda prisa, un tema familiar me contó sin más detalle. No quise pedirle explicaciones aunque me pareció muy raro. Luego me llamó por la noche y parecía estar normal así que no le di más importancia, pero sí es cierto que en cuanto le pregunté cambió de tema a toda prisa.

- Mamá llévame a casa de Natalia. – Le digo de pronto.

- Pero Alba.

- No. Si me ha engañado quiero que me lo diga a la cara. – Mi tono de voz firme no deja lugar a dudas, si ha tenido la caradura de serme infiel al menos que ahora sea valiente y lo admita.

Conducimos en silencio hasta que llegamos a su portal, la Rafi me ayuda a bajar del coche, una vez en la silla entro en el edificio dispuesta a descubrir la verdad aunque no sé si estoy preparada para hacerlo. Pensar en que esa persona que me ha devuelto la ilusión y las ganas de ser yo misma ha podido engañarme, que ha sido capaz de mentir durante días, me rompe un poco el corazón.

Justo cuando voy a llamar al timbre sale una vecina y me sujeta la puerta para que pueda pasar, ya nos hemos visto alguna que otra vez y nos sonreímos a modo de salutación. Casi sin darme cuenta estoy parada frente al piso de Natalia, me tiemblan las manos y me cuesta respirar, el nudo que se ha formado en mi estómago solo crece y en mi cabeza mil detalles de esta semana que refuerzan el probable engaño van tomando protagonismo. Las excusas para no ir a dormir con ella, las llamadas teléfonicas que contestaba apartándose un poco, los constantes mensajes y su sonrisa al recibirlos. Qué idiota he sido, claro que me ha engañado. Llamo al timbre y escucho una voz que no es la de Natalia justo detrás de la puerta, es en ese momento en que mi mundo se tambalea rompiéndose del todo.

VEINTIUNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora