II

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La alarma sonó marcando las siete en punto, para un niño el día de hoy tendría que ser lo más fenomenal, su aniversario número seis por fin había llegado.

Durante un año entero esperó pacientemente a que llegara ese día, su madre le había prometido regalarle algo especial y sólo para él.

Se despertó una vez que los rayos del sol atravesaron las cortinas y le dieron ligeramente en la cara, estirándose se frotó los ojos y apagó la alarma.

Se levantó, pisando con sus calcetines azules el frío piso de madera.

Hoy era su día... Sin embargo tenía un amargo sabor en la boca y un ligero dolor en el pecho, algo no estaba bien.

¿Por qué tenía ese mal presentimiento?

Sus pensamientos fueron interrumpidos por unos pasos más pequeños que los suyos, la puerta de su habitación se abrió mostrando la presencia de su hermano menor Poseidón, entre sus brazos llevaba un oso de peluche y en su mano izquierda un dibujo algo infantil.

-Feliz cumpleaños, Hades- el pequeño de hebras negras se acercó al platinado y le extendió el dibujo- No soy muy bueno, pero quería que tuvieras un día feliz- explicó mientras escondía su rostro tras el peluche.

Hades tomó el dibujo y observó a su hermano enternecido por su acto.

-Gracias, hermanito- agradeció y tomó el dibujo mientras lo guardaba entre las páginas de un libro grueso. Sonrió y no pudo evitar estrechar a su hermano entre sus brazos.

Durante dos años él odió ser hijo único, su soledad era bastante grande y despreciaba sentirse así. Sin embargo desde que sus hermanos llegaron no hubo ni un momento en el que no demostrará cuanto los quería

-¿Aún no despierta Zeus?- preguntó el menor, clavando sus ojos en los esmeralda de el mayor

-No, aún es muy pequeño así que duerme mucho- Hades se encogió de hombros

Poseidón se sentó en la cama mientras miraba las acciones de su hermano mayor.

-Deberías cambiarte antes de que nuestro padre se enfade- replicó Hades

-¿Por qué tienes el cabello de otro tono, Hades?- preguntó de la nada

El platinado dejó de buscar sus ropas entre los cajones y no pudo evitar soltar una carcajada a causa de esa pregunta

-No lo sé, pero es raro ¿No crees?- Hades se pasó una mano por sus hilos de plata -¿Me pasarías mis anteojos? Casi no puedo distinguir las imágenes-

Poseidón agarró los anteojos del buró y se los extendió a su hermano

-¿Por qué dijiste que mi dibujo estaba bonito si aún no veías bien?- cuestionó de nuevo el menor

-Pues...- Hades se colocó los anteojos y miró detenidamente a su hermano- Las cosas importantes no siempre se ven a simple vista ¿Sabes? A veces basta con sentirlas y sabrás cuán bello es-

-No entiendo- negó con la cabeza

-Mira, a veces la belleza de las cosas suelen ocultarse de tu vista porque requieren que las entiendas y comprendas, sólo así sabrás su verdadero significado- ladeó su cabeza mientras reprimía la risa que le causaba la expresión de Poseidón, era todo un poema -Lo entenderás con el tiempo-

-Eres muy raro- mordió la oreja de su peluche

A pesar de los seis años que poseía el menor era muy suspicaz y bastante astuto. Tenía muy claras sus ideas sobre distintas situaciones o cosas de su entorno

HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora