[10] - Él no es Canadá.

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¡México! — El latino sintió su corazón detenerse, de pronto, aquellos brazos de antes volvieron a abrazarlo con suma felicidad. — Estaba tan asustado, sentí que no podría traerte a la luz de nuevo... Pero me alegro mucho de que estés bien ahora. Te prepare un desayuno, ¿Por qué estabas ahí en el bosque? Tenías tantas cortadas que me dio pánico tocarte al principio... ¿Te sientes bien ahora?— Mientras aquel hombre seguía hablando el cuerpo de México comenzó a temblar, aquello no tenía sentido.

Tomó valor necesario y miro a los ojos a la persona frente a él, aquella mirada era tan distinta a la que conocía. — ¿C-canadá?—  preguntó el confuso latino al ver al más alto actuando tan pacifico y preocupado por su salud.

¡Soy yo dulcesito de leche! Aquí estoy, tu maple está contigo ahora...— Canadá abrazo a México, quien permanecía envuelto en las cobijas.

¿"Dulcesito de leche"? ¿"Maple"?...
Esos apodos solo los habían usado al principio de su relación, aquella actitud, su mirada y la calidez de sus abrazos, era tan distinta ahora... Ese no era Canadá, no podía ser. — ¿V-vas a c-castigarme?—

— ¡¿Castigarte?!— El bicolor se separó rápidamente de México y negó horrorizado por la idea. — ¡Pero claro que no! ¿Por qué dices eso? ¿Por qué debería castigarte? Yo jamás te haría daño...— Canadá coloco suavemente su mano sobre la mejilla de México y la acarició. — No se que está pasando mi dulcesito, pero dime, ¿Qué hacías en el bosque desnudo y herido? ¿Quién te hizo eso?

El mexicano estaba confundido, ¿Era un juego? ¿Una treta de Canadá? Él siempre había sido bastante bipolar pero éste era el cambio más notario y grande que había tenido hasta ahora...

F-fu... Tengo hambre...— México quiso decirle que el había sido la causa de eso, pero quería ver hasta donde llegaba aquella faceta amable. Sus heridas le decían que lo vivido no había sido un sueño.

Canadá asintió y saco rápidamente ropa limpia y calientita de su clóset, ayudó a México a vestirse con mucho cuidado y delicadeza, brindandole de vez en cuando suaves caricias a la piel del moreno.
Una vez vestido, le coloco un suave abrigo de algodón y lo cargo en sus brazos como antes.

El sonriente bicolor salió con el de la habitación, y México reconoció de inmediato aquel pasillo, era el mismo por dónde había escapado ayer.
Cuando pasaron frente a la puerta de la habitación donde el canadiense tenía a México encerrado y torturandolo éste se tenso y se aferró con fuerza a la camisa del canadiense. — ¡No por favor! ¡Por favor Canadá! ¡Yo no volveré a escapar, pero por favor no me lleve a-...

— ¿De que hablas mi amor?, tranquilo— Canadá se asustó y abrazo a México con fuerza. —No pasa nada, ¿Escapar de dónde? No te entiendo... ¿Quieres que llame al doctor?— Canadá llevó su mano a la manija de la puerta y la giró, pero ésta no cedió. —Esa puerta no se abre, ni siquiera tengo la llave, ¿Lo vez? Cuando renté éste lugar para éstas vacaciones ésta puerta y la del ático no se abrían, pero como no había necesidad de abrirlas no pregunté por las llaves.—

Canadá tomo bien el cuerpo de México y siguió su camino, ¿Que demonios estaba ocurriendo?

Canadá sentó en un sofá a México mientras iba a la cocina por su desayuno, mientras tanto el latino miraba fijamente las marcas de las esposas en sus manos, tratando de encontrar una explicación razonable a lo que estaba ocurriendo.

¡Volví! Mira, te hice unos ricos macarrones con mucho queso~ y un té de miel para que te sientas mejor. — Canadá dejo todo en una mesita al centro de la sala, acercó la taza de té a México y la dejo en sus manos, mientras acercaba ahora el tazón con macarrones.
Tomó unos pocos con el tenedor y les soplo para enfriarlos un poco, luego los acercó a la boca de México con una sonrisa.

México no estaba seguro en si comerlos, pero el mismo Canadá lo había tenido sin comer nada por días en esa habitación, así que su hambre lo hizo ceder, aquellos macarrones sabían a gloria.

Canadá...— Lo llamo México mirando la taza en sus manos. — ¿Sabes quién me hizo todo ésto en el cuerpo?— preguntó mirando ahora a los ojos al pelirrojo.

Canadá negó triste y coloco su mano en la mejilla de México nuevamente. — No lo sé mi dulcesito de leche, pero prometo que si lo averiguo no descansaré hasta hacer a esa persona pagar caro éste daño a tu persona...—

— ...¿Es así?.. y si... Y si esa persona que me daño tanto... Hubieras sido tu?

(EN EDICIÓN) TOXIC [CanMex // ChinMex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora