Capítulo 2. ¿Cómo te llamas?

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Ya lo había decidido, no había nadie que la hiciera cambiar de opinión.

Esa misma noche, escaparía.

»»——❃——««

Ya casi lo tenía todo preparado. Había tomado un poco de dinero y en una maleta se encontraban todos sus vestidos. Sólo quedaba esperar.

No quería volver a ver a sus hermanos, por eso pidió a escondidas a una sirvienta que le llevará el almuerzo y la cena al cuarto, por suerte esta aceptó.

Estaba anocheciendo, ya casi sería la hora de su partida. Acariciaba con la punta de sus dedos las sábanas de su cama. Esas que siempre estuvieron allí para limpiar sus lágrimas. La cama donde rompía en llanto cuando nadie la veía.

Empezó a observar su habitación con más detenimiento. Aquellos cuadros con hermosos paisajes pintados, los cuales siempre observaba con la idea de correr por ellos. Las paredes con hermosos tapices que guardaban el secreto de su continuo dolor.

Y es que había vivido tanto en aquella casa.

Pero a pesar de todo, no sé sentía triste por abandonar aquel lugar. No se sentía apenada de saber qué nunca más iba a volver. Nada, simplemente nada. ¿Tanto odiaba ese sitio?

No quería darle vueltas a eso. Sólo haría que se volviera loca.

Cada vez la oscuridad se apoderaba más del cielo, sentía sus nervios a flor de piel. Sabía que sería duro pero tenía que intentarlo.

Finalmente la hora llegó.

Eran las tres de la mañana, en esa hora normalmente no había nadie despierto, a excepción de los guardias y algunas sirvientas que limpiaban en su horario nocturno.

La de cabellos plateados se había puesto un vestido negro no tan llamativo, así no parecería que fuera de una familia rica. Traía una capucha del mismo color ocultando casi en su totalidad su delicado rostro.

La chica inspiró gran cantidad de aire y se acercó poco a poco al borde de el mirador de su cuarto. Ella se encontraba a una considerable altura ya que la mansión donde vivía era muy grande y gracias a esto sabía que bajo sus pies se encontraba un oscuro y enorme bosque. Sacó un cuerda larga y resistente de su maletín y la amarró a uno de los barrotes de mármol que se encontraban al borde de la plataforma impidiendo que alguien cayera hacia una muerte segura.

Cuando confirmó que había atado bien la cuerda subió a lo barrotes y cerró los ojos.

»Bien... Aquí vamos... «

Y con ese último pensamiento la de cabellos plateados se lanzó hacia el vacío.

Tenía los ojos cerrados, muerta de miedo por dentro pero trataba de ser lo más silenciosa posible. La sensación de caer era horrible, se aferraba a la cuerda con todas sus fuerzas, mientras sentía como su cuerpo era atraído por la gravedad.

»No quiero morir... Todavía no... Yo... Yo quiero... ¡Yo quiero ser libre!«

Y luego de esos fugaces pensamientos la cuerda se tensó, dejándola colgada a esta. En eso abrió sus ojos y vió que el suelo se encontraba a aproximadamente un metro de sus pies así que fácilmente se soltó y aterrizó de pie en el piso.

¿Me salvarías? Where stories live. Discover now