► Capitulo 34

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—Repíteme una vez más cómo es que dejé que hicieras esto —se quejó Fred hundido en aquel viejo sofá de la casa de los gritos.

Apenas habían restablecido su relación, Fred Weasley se puso manos a la obra, eliminando cualquier rastro de polvo acumulado durante los meses de ausencia en dicha casa. Incluso parecía más reluciente que nunca, con los suelos de madera brillantes y sin rastro alguno de insectos. Todo ello pensando en su comodidad, sobre todo la de ella.

Justo en ese momento, Olivia estaba sentada sobre su regazo, y él completamente a merced de sus caprichos.

—Porque recientemente celebraste tu cumpleaños, y como no pudimos estar juntos en esa ocasión... —dejó su frase suspendida por un instante. Luego, apartándose ligeramente, entrecerró los ojos para observar detenidamente el rostro de Fred hasta que encontró un espacio adecuado. Entonces, aplicó una nueva capa de labial rojo y depositó un suave beso en el costado de su nariz—. Hoy, eres completamente mío.

Se apartó y observó orgullosa su obra maestra. Toda la cara de Fred ahora tenía marcas de labios rojos por todos lados; desde sus párpados, naríz, comisuras de sus labios, barbilla, etc.

—Mi cumpleaños fue hace ya casi un mes —respondió él riendo.

Olivia se encogió de hombros, esbozando una sonrisa que pretendía ser inocente.

—Nunca es tarde para celebrar.

—¿Y no se supone que quién debería recibir algo soy yo?

—¡Has recibido bastantes besos! ¿Qué más deseas? Además —enfatizó, acomodando de manera innecesaria el cuello de la camisa del chico—, el plan era ir a Hogsmeade para comprar una de las exquisitas tartas de madame Pudipié para ti, pero te negaste nuevamente diciendo que hacía mucho tiempo que no visitábamos este lugar. Así que ahora, sufre.

Fred contuvo un suspiro, apretando los labios en una línea recta. Aunque habían prometido mejorar la comunicación, aún consideraba que revelar su problema financiero con el estafador de Ludo Bagman era una mala idea. Después de todo, ¿qué opinión tendría Olivia de él si permitía que ella resolviera el embrollo en un abrir y cerrar de ojos?

—Lo que me recuerda, piojillo, también se aproxima tu cumpleaños, ¿cierto? —decidió cambiar el rumbo de la conversación.

—No me llames así —respondió, rodando los ojos aunque sin sentirse realmente ofendida—. Mi cumpleaños es en julio, pero ni siquiera lo pienses. Ese día solo somos papá y yo, de compras en La Place Cachée. Algún día debes visitarlo, es un lugar fascinante.

—¿Cashe? ¿Qué es eso?

—Es bastante parecido. Cachée —corrigió con calma, asegurándose de que la pronunciación se entendiera correctamente. Le alegraba el corazón que Weasley hiciera el esfuerzo, al igual que no se quejaba de tener la cara llena de labial—. Es como el callejón Diagon, pero en París. Y aquí coincido completamente con Fleur Delacour, es mucho mejor, sin lugar a dudas.

NOVEMBER RAIN [Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora