Primeros pasos.

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Meses posteriores a la celebración de nuestra boda, Wei Ying me preguntó sobre lo sucedido con Yuan después de su fallecimiento.

Por supuesto ya le había contado lo que sucedió con el pequeño después de eso, pero él siguió insistiendo sin pausa, diciéndome que como papá del niño tenía derecho a saber todo lo que había sucedido desde él día en el que le dejó.

Me hacía sonreír, pues tenía mucha razón y si no me lo hubiese comentado él, lo más seguro es que nunca hubiese sacado el tema y le hubiera dejado la duda hasta el fin de los tiempos.

Era momento de volver al pasado y revivir los eternos trece años de mi vida en los que él había estado a mi lado, y dedicar ese tiempo a la persona que más me necesitaba en aquel entonces.

Nuestro querido... A-Yuan.

La misma noche que ejecutaron a los Wen y mi alma gemela empleó ese viaje que nunca pensé que llegaría a su fin, me dirigí hacia los Túmulos Funerarios.

Aquellas tierras putrefactas donde ya había estado anteriormente visitando a la secta aniquilada y al amor de mi vida.

Algo muy dentro de mí me decía que podría haberse quedado alguien con vida, y fue gracias al cielo que así era.

El pequeño de la secta ya inexistente yacía sentado contra lo que parecía una cama de piedra, con los ojos cerrados, empapado en sudor y cubierto de suciedad, lo cual no me sorprendía después de ver la condición del lugar.

A pesar de que no me hacía falta investigar mucho más para confirmar lo que me temía, llevé una de mis manos hacia su frente y comprobé su temperatura.

No tardé mucho en envolverle entre mis brazos y llevarle a Gusu por cuenta propia, sin pensar en lo que me podrían llegar a decir y sin tener en mente lo mucho que iba ese hecho en contra de las reglas.

Pero...

No tenía otra opción.

El dejarle morir era inhumano y algo que no me hubiese perdonado jamás.

Durante todo el camino estuve pensando en mi hermano, quien seguramente sería el primero y uno de los pocos que me apoyarían en esto y me ayudaría a tenerlo escondido durante un tiempo, si es que Yuan no se hacía sonar antes.

Aproveché el anochecer para entrar en el Receso de las Nubes y profanar el Jingshi, la habitación que había habitado desde que apenas era un niño.

Después de lo sucedido en Ciudad sin Noche, los pasillos no eran más que reyes silenciosos. La mayoría de los discípulos estaban durmiendo o celebrando, dependiendo del punto de vista que tuviese cada uno de ellos ante lo sucedido.

Lo que estaba claro es que mis noches sin pegar ojo volverían, y no porque Yuan me necesitase, que también, sino porque había acabado de perderle de nuevo, y ya no había retroceso.

Todo tiene solución menos la muerte.

Ese tipo de frases sacudían mi cabeza mientras encerraba a Yuan en Jingshi y le quitaba los ropajes mugrientos que se apegaban a su esquelético cuerpecito.

Era demasiado precipitado salir hacia Primavera Fría para despojarle de la suciedad, por lo que dejé ese momento apartado para el día siguiente, donde sacaría la excusa de ir a darme un baño a aclararme los pensamientos de lo sucedido y a permitirle el baño que se merecía.

Llené de agua un barreño de madera que encontré en el armario y fui mojando un paño blanco en el mismo con disposición de ir bajándole la fiebre mientras preparaba alguna hierba medicinal.

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⏰ Última actualización: Aug 03, 2020 ⏰

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