Baby Don't Like It.

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—¿Por qué mierda reaccionaste así, JungWoo? —preguntó Yuta con frustración, presionando con fuerza el puente de su nariz. JungWoo, del otro lado de la habitación, sólo chasqueó la lengua. Yuta prosiguió—. ¿Entiendes que no podemos simplemente bloquear los recuerdos de JaeHyun?

—No tendríamos que pensar en algo así si no hubiese aparecido el imbécil de TaeYong.

Respondió de inmediato JungWoo, de mala manera. Yuta rodó los ojos, aprovechando de ponerse de pie mientras se ataba el cabello en una alta coleta y caminaba hacia la cocina.

—¿Realmente creíste que TaeYong se había suicidado?

Cuestionó el japonés, abriendo el refrigerador para sacar dos pequeñas botellas de soda. JungWoo, aún en el sofá, se encogió de hombros como pequeño niño enfurruñado.

—¿Por qué no? —soltó el más alto, cruzando los pies sobre el sofá—. Yo quise acabar con mi vida cuando dijeron que JaeHyun había muerto.

Yuta, caminando de vuelta hacia su amigo, arqueó una ceja, guardando silencio por unos segundos antes de suspirar con pesadez y detenerse frente al Ángel de menor edad, extendiendo una de las botellas en su dirección.

—Yo no creo que TaeYong se hubiera querido suicidar cuando todo el mundo le hizo creer que él había sido el culpable de la muerte de JaeHyun. —murmuró con simpleza el japonés, dejándose caer a un lado de JungWoo—. Conociéndolo, estoy seguro que se puso a sí mismo un castigo para cargar con ese dolor sin tener que involucrar a nadie más.

JungWoo no tardó en bufar, dando un largo sorbo a su soda.
Se tomó su tiempo en hablar, y Yuta esperó pacientemente, manteniendo una postura relajada.

—Él fue el culpable de la muerte de JaeHyun. —dijo con seriedad el de suaves facciones—. A veces olvido que sentías simpatía por ese imbécil.

A pesar del tono hostil empleado por JungWoo, Yuta rió de todos modos, encogiéndose de hombros.

—¿Por qué no sentir simpatía por la persona que hacía feliz a mi mejor amigo? —Yuta miró casi con melancolía el pequeño tatuaje de tres líneas plasmado en la piel de su muñeca derecha—. JaeHyun se sentía libre con TaeYong, y nunca lo había visto así.

—Y gracias a eso perdió sus alas. —atacó JungWoo con brusquedad, rompiendo la burbuja melancólica de Yuta. Prosiguió—. Gracias a eso, gracias a TaeYong, su energía espiritual bajó hasta que olvidó todo, hasta que fue visto como un humano más a pesar de que es el or-

—Cállate. —interrumpió Yuta con una especie de gruñido de por medio—. Sabes que a YoonOh nunca le gustó eso, nunca le gustó ser la maldita mascota del Cielo. Así que no lo digas, no lo digas, JungWoo.

Por un par de minutos se sumieron en un silencio sepulcral e incómodo, donde ambos simplemente miraban la botella entre sus manos.

Yuta mantenía el ceño fruncido, JungWoo sus labios abultados.

Pero, a pesar de esas discusiones, jamás podrían dejar de ser amigos, ambos lo sabían.

Con un suspiro suave, JungWoo juntó su muñeca izquierda con la de Yuta, haciendo que ambos tatuajes -iguales entre sí- se tocaran.

—Extraño el cielo nocturno del Cielo. —susurro JungWoo con voz queda. Yuta sonrió de forma amarga y sonrió.

—Yo también, cachorro. Yo también...



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Ángel de la Muerte.《JaeYong》Onde histórias criam vida. Descubra agora