Capítulo III

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Seis veinte de la mañana. Luke atrancó la puerta a sus espaldas y arrojó el juego de llaves sobre el aparador. Observó el sinnúmero de escalones que descendían a la planta alta y creyó que no sería lo suficientemente capaz de continuar la ruta al cuarto. Se condujo al diván y tumbó su cuerpo en el. Sintió un enorme alivio cuando finalmente consiguió aplacar el desaliento que padecía. Fue una noche agitada. Cerró los ojos y el cansancio lo consumió al instante.

Liz se levantó, despojándose de las sábanas que la cubrían, pues el sonido de la entrada había irrumpido sus sueños. Se dirigió a la sala principal y divisó a su hijo tendido encima del mueble. Desaprobó con la cabeza. Escenas como aquellas eran habitual madrugada tras madrugada, escenas que tenían a la mujer bastante preocupada. Pensó que tal vez esos sentimientos que lo regían estaban acabando con él, con su cordura…con su corazón. Y eso la inquietó. Se asentó al margen del muchacho y lo contempló como sólo una madre puede ver a su hijo. Acarició sus cabellos, mudando los dedos poco a poco hasta rozarle la mejilla izquierda. Delicada, dulce. Sonrió compasiva.

—Luke…—musitó, zarandeando leve su hombro—Luke, hijo—y esta vez desplazó la mano a la espaldilla del chico, implantando un frágil contacto con ésta, palpándola de arriba abajo

Con arduo trabajo abrió los ojos, facultando la perspectiva de su entorno. Logró distinguir una silueta frente a él. Su madre.

—Mamá—habló de voz áspera. Juntó las cejas— ¿Qué haces despierta a las seis de la mañana?

— ¿Qué haces tú durmiendo en el diván a las seis de la mañana? —rebatió, inclinando la cabeza hacia el costado para obtener un mejor panorama del rubio

—Tenía que trabajar—contestó, empinando el rostro, entretanto recargaba su peso en el codo—He solicitado horas extras en el horario nocturno. Roger me ha dado un aventón

—Luke—lo llamó. Él se acopló erguido encima del diván—Esto no puede seguir así

—Diablos, hemos tenido esta conversación un millón veces—estregó el largo de la cara con la palma, frustrado

—Y la volveremos a tener un millón de veces más hasta que recapacites y te des cuenta de que…

—Mamá—interceptó, avistando directamente sus ojos—La amo—sentenció—Y así deba conseguir cinco empleos, atravesar colinas y océanos sólo para verla…lo haré—prosiguió—Fueron años los que guerreé con tal de obtener su corazón, años de agonía…de tortura. Pues el lugar que anhelaba habitar ya era llenado por alguien más. Quería ser el que asaltara sus pensamientos día y noche, con el que concluyera cada llamada pronunciando un ‘te amo’, quien pudiera auxiliarla en los momentos más difíciles, él que le asegurara que todo estaría bien, porque mientras estuviéramos juntos, así sería. Si no me rendí hasta entonces, ¿Qué te hace pensar que ahora sucumbiré en el intento? —pausó— ¿Y sabes algo? No lo sé…—vaciló—Créeme un idiota, pero…—liberó una vaporosa carcajada, negando sutil con la cabeza—Los días que no pueda ver más sus ojos, ni siquiera quiero abrir los míos. En los días que no pueda ver más su sonrisa, preferiría sentarme a esperar, hasta los días que sé que la tendré cerca, porque un día sin ella es simplemente injusto…—pausó—No puedo encontrar las palabras para explicar…ella tiene una manera en que logra volverme loco. Cuando ella está cerca me tiemblan las rodillas, siento que voy cabeza abajo…como cualquier otro cursi cliché. Sí, estoy enamorado hasta los talones y mi corazón da un vuelco. Ella, ella es tan hermosa…—tragó sonoro—Mamá…—exhaló denso. Percibiendo las primeras lágrimas albergar sus ojos—Lo es todo para mí

Liz lo miró por un considerable lapso de tiempo. Removió la lágrima fugitiva que había recorrido su mejilla. Sonrío, nostálgica y lo revistió a través de sus brazos. Luke correspondió. ¿Cuándo sucedió esto? ¿Cuándo su hijo permitió ser gobernado por el corazón? ¿Cuándo? Que ni cuenta se había dado. La mujer liberó un suspiro abrumador, antes de dilatar las distancias. Se levantó del diván y caminó hasta el aparador. Abrió la tercera gaveta del mueble y cogió un sobre de adentro, para luego retornar junto a Luke. Éste curioseó expectante, pretendiendo descifrar las intenciones de su madre.

—No has sido el único que estuvo trabajando duro—mencionó, situando el sobre en las manos del muchacho—Ábrelo

Luke no propaló palabra alguna. Rasgó el borde del papel y al segundo quedó petrificado.

—Boletos de avión—murmuró, incrédulo

—Partes el sábado al amanecer—alzó la comisura de los labios—La fecha de regreso está abierta, por lo que puedes tomarte el tiempo que necesites

—No puedo aceptarlos, mamá, es demasiado…debió haberte costado un ojo de la cara.

—Descuida, todos hemos cooperado…tu padre, Jack, Ben...—comentó—Ya ves que aún tengo mis dos ojos—bromeó. Luke soltó una tenue carcajada—Quiero que vallas y la busques

—Gracias—y se arrojó a ella en un vivo abrazo

Cuatro días, sábado al amanecer. Destino: Caroline Duarte.

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¡Mil disculpas! Esta novela saca lo más cursi de mí, en serio lo lamento mucho. 

Observación: No nombraré el país a donde Luke viajará a buscar a Caroline, pues es un fic, tú eres la protagonista y se supone que irá a verte a tu país natal(? Anyways, sólo no me gusta cuando en las novelas la escritora pone su país natal como el origen de la chica. Sería muy extraño escribir, ‘y finalmente Luke aterrizó a suelo Chileno, para ir en busca de Caroline’…suena terriblemente mal.

El Corazón Sabe lo que Quiere |l.h (Book #2)Where stories live. Discover now