DaiSuga

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《Capítulo 8: Vóley en la playa》

La sonrisa de Suga es lo más cálido que he visto toda en mi vida. Desde el día en que nos conocimos, siempre pensé que era un error de la naturaleza que la combinación de un rostro tan angelical y una voz neutra, pero bastante juguetona, pertenecieran a un chico. Estaba feliz de poder compartir con alguien así en nuestro club de vóleibol, por los próximos tres años. Poco a poco nuestra amistad fue creciendo con el paso del tiempo, al punto de que los tres, junto con Asahi, éramos simplemente inseparables. Una vez que los mayores se graduaron, me convertí en el capitán y Suga en el segundo al mando. De alguna manera, sentía que nuestros compañeros nos veían como los cabecillas del equipo y me encantaba compartir esta responsabilidad a su lado.

Siempre me encantó ver a Suga jugar. Aunque él no se considere un genio, creo que era un magnífico armador, en el sentido más amplio de la palabra. Era inteligente, intuitivo e inspiraba una confianza que pocos jugadores pueden entregar en la cancha. Todavía lo hace, incluso fuera de ella. 

Aun después de la escuela, mientras los años siguen pasando y vamos convirtiéndonos en adultos serios y malhumorados, no he podido separarme de él. Su sonrisa me tiene atrapado, completamente dominado y entregado a su esencia.

—Suga no ha cambiado mucho, ¿no, Daichi? Incluso a estas alturas habla con Kageyama como si fuera un hermano mayor

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—Suga no ha cambiado mucho, ¿no, Daichi? Incluso a estas alturas habla con Kageyama como si fuera un hermano mayor.

—Sí... Creo que para nosotros es más fácil notar lo mucho que se preocupa por los demás. Ahora que lo mencionas, Kageyama se ve bastante extraño hoy. ¿Por qué no vamos a verlo, Asahi?

—Anda tú. Quizás se exprese mejor si habla con poca gente.

—Puede que tengas razón. Ya vuelvo.

Suga también se ve preocupado. Lo conozco como la palma de mi mano y sé que si algo le preocupa, es porque algo anda mal. Me intriga saber qué sucede con Kageyama y por qué se fue corriendo así para alejarse del grupo.

—Suga, ¿a dónde va Kageyama?

—Daichi... creo que he abierto la caja de pandora. ¿Recuerdas de lo que siempre hablábamos en la escuela sobre el dúo de los raros? Bueno, creo que hoy, por fin, se cumplió.

—¡¿Qué?! ¿Kageyama te dijo algo?

—Creo que por fin se dio cuenta de que le gusta Hinata. Vaya, después de todo este tiempo pensé que al final no pasaría.

—No imagino lo confundido que debe sentirse ahora...

—Tranquilo, va a estar bien. Después de todo, hay personas destinadas a ser. ¿O no? mi querido Daichi.

Me encanta que Suga despeine mi cabello. Se cuelga de mi cuello sin pedir permiso, como si la confianza nos sobrara. Aunque así es, a mi parecer. Podemos sentarnos a conversar de cualquier banalidad o saltar de un lado a otro, corriendo detrás de un balón. Mientras podamos compartir el mismo momento, el mismo lugar y el mismo sentimiento, todo estará bien. Confío firmemente en eso.

Cuando Kageyama finalmente regresa con el grupo, ya es mejor volver a la posada para descansar y aclarar la mente. 

—Chicos vamos a preparar la cena, se nos hará tarde. Mañana seguiremos con el juego.

Suga recoge sus cosas con el entusiasmo de un niño. A veces creo que es una de esas personas que llaman alma joven y que en el fondo, nunca dejará de sentirse como un adolescente que disfruta gustoso de su dichosa juventud. 

Nos vamos juntos lado a lado, caminando por la arena y adelantándonos un poco a los demás. Caminar a su lado me hace sentir especial, como si hubiésemos dado origen a un set que debe mantenerse unido por meras reglas naturales. 

—¡Aaaaah! ¡Qué buena idea fue venir a la playa! ¿No, Daichi? Hemos jugado y hablado sin parar. Incluso puede que nuestros pequeños cuervos empiecen a darse cuenta de los que sienten. Creo que ha sido todo un éxito.

—Hace tiempo que no te veía sonreír tanto, la verdad.

—¡Qué injusto! Siempre sonrío cuando estoy contigo.

—¿Eso crees? Aunque... no sonreíste cuando te dije que te quería, ese día.

—Qué tonto eres... Simplemente no sabía qué contestar. Pensé que estabas enamorado de Michimiya.

—¿Ves? Tú eres el tonto por no tomarme en serio. Y en cuanto a ella, en realidad nunca quise herirla de esa manera y tú lo sabes. Qué tiempos los de la escuela...

—Cuando amas a alguien es muy probable que otra persona salga lastimada.

—Eso parece. Recuerdo que yo también me sentía terriblemente confundido cuando entendí lo que sentía por ti. ¿Crees que Kageyama esté bien, si ese es el caso? No me gustaría que terminara sufriendo.

—Creo que lo que Hinata siente por Kageyama puede parecerse un poco a lo que yo siento por ti, Daichi. Si es así, todo estará bien para ambos. Cuando dos personas están destinadas, es inevitable reencontrarse.

Una vez dentro de nuestra habitación en la posada, mis sentimientos comienzan desbordarse sin ningún autocontrol. Cómo quisiera gritarle al mundo lo mucho que amo a este hombre. Mi mente solo puede pensar en abrazarlo y en lo maravilloso que se siente acariciar su cabello plateado con las yemas de mis dedos. Los besos de Suga son increíblemente tiernos. Su aroma es como aspirar la primera brisa de primavera y su piel es suave y tersa, aunque no realmente frágil. Me encanta estar a su lado cada día de la semana. Me encanta ser su amigo y me encanta haber sido elegido como su compañero de vida entre todos en el universo. 

Me encanta ser Sawamura Daichi y saberme el único hombre para sus ojos y el más especial para él.

Me encanta ser Sawamura Daichi y saberme el único hombre para sus ojos y el más especial para él

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El dúo perfecto ~ One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora