Día 4: Neighbor AU

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Akaashi no quería admitirlo, hacer algo como eso será sinónimo de rendirse y él jamás cedía ante la derrota, pero las condiciones del día de hoy no eran... Favorables,

Todo empezó cuando se dio cuenta que era martes 13, sí, porque al parecer ese día iba a a ser testigo de que los clichés te podían perseguir hasta en la vida real. Luego de haberse apoyado con el pie izquierdo, romper accidentalmente su espejo y ver psar al gato negro de los vecino por su ventana mientras cepillaba su dientes, Akaashi se dijo que era suficiente. No era un mal día y él no era supersticioso, se repitió mientras se le cayó la sal cuando intentaba alcanzar la caja de cereales de la estantería.

No, no era un mal día.

La mañana continuó como normalmente lo hacía para un ocupado estudiante universitario, papeles por aquí y por allá, unos cinco proyectos para la próxima semana, reuniones grupales y cómo no, fines de semana con tus compañeros para gritar por el estrés que los consumía en su apenas tercer año de carrera.

Akaashi pasó por la biblioteca justo cuando terminó su clase de Crítica Textual, el profesor parecía despiadado con la cantidad de deberes que les encargaba pero él llegó a la silenciosa conclusión de que lo hacía por no haber juntado suficientes casilleros para promediarlos. Se sentía tranquilo en aquella mesa apartada de los demás, con sus libros a un costado y la luz del sol iluminando los ventanales. Los murmullos pasaron a segundo plano, su cuerpo se relajó y de repente sentía como si fuera el único del lugar. ¿Ven que no era un mal día?

O bueno, al menos no lo fue hasta que una chica derramó su café en la impecable camisa amarilla de Akaashi. ¿Por qué demonios tenía un café en la biblioteca?

Las siguientes clases se resignó a utilizar su chaqueta o la mancha brillaría más que misma presencia, con todo ese calor sofocante se quería arrepentir pero tenía una exposición a media tarde que aunque era informal, tampoco pretendía que el profesor lanzara comentarios acerca de la etiqueta para una presentación.

Desgracia tras desgracia y él se negaba a aceptar que estaba atravesando lo que mundanamente era llamado "mala suerte".

Casi agradeció a todos los dioses de lo que tenía conocimiento por haber llegado a casa en una pieza, pues el colectivo lo dejó a varios cuadras alejado de su parada, con la excusa de tomar un desvío por ordenes de la central. Pura basura, se quejó en su mente.

Eran cerca de las 9 de la noche, por lo que solo tenía tiempo de cenar lo poco comestible que se hallaba en su refrigerador, tomar un baño con agua caliente (Akaashi rogaba porque la terma no tuviera problemas) e irse a la cama deseando que todo haya sido un mal sueño.

−¡Hey, Akaashi! ¡Te ves terrible!

Se quedó estático mientras subía las escaleras hasta su departamento, ahí en la cima de aquel tramo lleno de escalones hasta el segundo piso se hallaba un muchacho peligris que lo miraba con esos chispeantes ojos dorados llenos de entusiasmo por volverlo a ver. El corazón le dió un vuelco, pues olvidó completamente que sus vecinos y también amigos, Kuroo y Bokuto, llegarían de su viaje justo hoy. Nunca tuvo tantos deseos de que Kuroo se burle de sus gafas y de que Bokuto se la pasara haciendo comentarios de cuán bonito era el color de sus ojos.

−Bokuto-san.−su voz se escuchó con tal alivio que por un momento Bokuto leyó a través de sus emociones y giró la cabeza en señal de confusión, unos segundos después ya lo tenía a su lado sonriendo con su característica alegría que contagiaba a todos. La sonrisa que Akaashi necesitaba ver ese día. −Bienvenido.

−¡Ganamos todos los partidos, Akaaaashi! Esta noche celebraremos contigo, así que tienes prohibido irte en este momento a tu departamento. −el más alto le pasó un brazo por sus cansados hombros y lo guió hasta arriba. Justo a lado de la puerta a su hogar, en la entrada del departamento de lado, un chico con cabellos azabaches y ojos felinos agitaba su mano en señal de saludo, justo detrás de él estaba Kenma quien solo le dió una casi imperceptible reverencia.

−¡Bokuto trae a Akaashi antes que se nos escape! Yo me esfuerzo porque este pequeño no se vaya corriendo hasta su casa.

Se sentía cálido, todas esas dos semanas se las pasó sin escuchar un solo ruido en el departamento contiguo, nada de peleas ni de risas escandalosas, nada de "hey ,hey ,hey" cuando llegaba de la universidad y el peliblanco lo esperaba atento al pie de las escaleras. El brazo que ahora se posaba sobre sus hombros le dio un ligero apretón, sabía que Bokuto no tenía límites al momento de expresar sus emociones pero parecía tímido cuando llevó a cabo tal acción. Akaashi le sonrío levemente.

No era un mal día si podía pasar la noche en vela con sus vecinos comiendo pizza y haciendo maratón de sus películas favoritas. Sobre todo si Bokuto no deshacía el abrazo con el que se arrulló y quedó profundamente dormido. 

856 palabras

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